Saturday, 20 de April de 2024

"He allí otra de las hazañas maravillosas que sí cumplirá Rafael Moreno Valle": Guadalupe Loaeza

Jueves, 25 Julio 2013 10:31
"Me quiero venir a vivir a Puebla", pensé. "Me gusta su gobernador, porque todo lo que promete lo cumple a cabalidad, asegura la escritora



¡Se me hizo! Finalmente, ¡lo logré! ¿Se acuerdan que en el mes de enero, en este mismo espacio, escribí: "Quiero ser la primera en subirme a la rueda de la fortuna transportable más grande del mundo"? Líneas abajo, afirmaba que: "Nada me daría más ilusión que invitar a mis nietos a Puebla, para que suban, junto con su abuela, a una de sus 54 góndolas". Es cierto que la noria había sido, entre los poblanos, sumamente polémica tanto por su costo 200 mdp (hasta cuándo pagará el gobierno la totalidad del costo), como por el lugar donde se instalaría, ya que al principio se dijo que se colocaría en el Centro Cívico 5 de Mayo, sin embargo, el INAH se opuso porque afectaba el paisaje histórico de los fuertes de Loreto y Guadalupe. Después se propuso instalarla en el Paseo Bravo, pero se inconformaron los historiadores. Finalmente se decidió instalarla en la zona de Angelópolis.



Era lunes por la noche. La luna estaba espléndida. A lo lejos se veía el Popo, entre nubes grises, las cuales se confundían con el humo que expulsaba el volcán. El Jardín del Arte estaba lleno de gente que iba y venía, esperando que empezara lo que resultó ser un gran espectáculo. No muy lejos, se veía el centro comercial en la zona de Angelópolis con sus dos grandes almacenes: Liverpool y El Palacio de Hierro. Estaba yo muy sentadita en la tribuna de la zona VIP, entre numerosos invitados, admirando ese paisaje tan insólito, cuando, de pronto, alguien tocó mi hombro y me entregó un boleto: "Que dice el señor Rafael Moreno Valle que la invita a subir a la rueda de la fortuna". Me quedé de a cuatro. Juro que unos minutos antes, le había telepateado, al gobernador de Puebla, mi deseo: "que me invite, que me invite a subir a la vuelta inicial". De un tirón tomé el boleto. Enseguida, Moreno Valle pasó al estrado, junto con su esposa Martha Alonso de Moreno Valle; ambos, con una gran sonrisa, recibieron de manos de un representante de World Guinness Record, el testimonio del Record Guiness, el cual certificaba que esa gran rueda, que teníamos frente a nuestros ojos, era la más grande del mundo por sus 80 metros de altura, por sus 54 góndolas y su tecnología de punta, construida por la empresa alemana, Maurer Germán Wheels. "Puebla hace historia... Seremos los poblanos recordados por el valor de nuestras acciones. Debemos pensar en alto y mirar lejos...", empezó a decir Moreno Valle. Se veía feliz. Cómo no iba a estarlo si acababa de inaugurar el Parque Lineal (14 km) el cual reúne cuatro atractivos: el Jardín del Arte, la Estrella de Puebla, el Parque Metropolitano y el Paseo del Río Atoyac (200 mdp). El gobernador hacía hincapié en lo que se había convertido Puebla, es decir, en un importante destino turístico, como lo demostraba "el crecimiento de la afluencia de visitantes en un 44 por ciento en los últimos dos años, como resultado de la creación de infraestructura y de la designación de seis municipios como Pueblos Mágicos".



Después del discurso, empezó el espléndido espectáculo. Entre juegos de agua de todos colores, que bailaban al son de la música del Huapango de Moncayo y que llegaban hasta 20 metros de altura, de repente, aparecieron unos unicornios gigantescos, una bailarina y un hada que llevaba en las manos una gran esfera muy luminosa. Este "símbolo de las ilusiones, sueños y fantasías", se la entregó a un niño. Lo más bonito de todo fueron los fuegos artificiales, que salían por todos lados iluminando a la Rueda de Observación. "Me quiero venir a vivir a Puebla", pensé. "Me gusta su gobernador, porque todo lo que promete lo cumple a cabalidad, 'que vamos a festejar a lo grande el 150 aniversario de 5 de mayo', lo cumplió; 'que vamos a traer al estado a la empresa Audi', lo cumplió; 'que vamos a ganar con gran ventaja las elecciones', lo cumplió; 'que le vamos a devolver a Puebla el lugar que se merece ante el mundo', lo cumplió; 'que vamos a apostarle al turismo como una opción de desarrollo', lo cumplió; 'que vamos a incrementar 11 por ciento de aéreas verdes', lo cumplió, etcétera, etcétera".



Una vez que terminaron los juegos pirotécnicos, el gobernador y su esposa se pusieron de pie y como de rayo los seguí para subirnos, junto con cuatro niños elegidos entre el público, a la primera góndola (con aire acondicionado). Poco, poco a poquito, la ruedota toda iluminada empezó a dar vuelta. Iba despacito, muy despacito (como dice la canción de María Victoria), porque mientras remontábamos a las alturas, los que estaban formados en la cola, iban subiendo, de ocho en ocho, en las otras góndolas (esa noche no pagaron 30 pesos por persona). Cuando nos encontrábamos hasta mero arriba desde donde se percibían las torres de la Catedral, la cúpula de la Iglesia de la Paz y Cholula con todos sus foquitos encendidos y en tanto escuchaba las exclamaciones de felicidad de los niños, pedí un deseo. Un deseo que no comentaré en este texto porque de lo contrario, no se realizará.



Al bajar de la rueda de la Fortuna, sintiéndome una niña de 12 años, me encontré con el que es ahora secretario de Educación, Jorge Alberto Lozoya: "¿Sabes qué vamos a construir en dos años, el museo del Barroco más importante del mundo, con el arquitecto japonés Toyo, es el que ganó el Premio Pritzker?". Le sonreí a mi amigo y pensé: "He allí otra de las hazañas maravillosas que sí cumplirá Rafael Moreno Valle".



Fuente: Reforma

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