Friday, 29 de March de 2024


El péndulo de la descomposición y la regeneración social




Escrito por  José Zenteno
foto autor
No hay más grande maldición que vivir los tiempos interesantes (proverbio chino)  

Los problemas de México no llegaron por generación espontánea y no se van a ir por arte de magia. Muchos en el poder desearían que las cosas regresaran al estado en que estaban, a esa normalidad que tanto beneficio les producía pero que con el tiempo se ha vuelto insostenible.

 

 

El movimiento del péndulo que marca la oscilación entre autoritarismo y democracia, corrupción y honestidad, violencia y paz, está avanzando al extremo negativo, ¿cuánto tiempo falta para que el movimiento pendular tienda hacia un estado de cosas positivo? Esa es una pregunta importante, pero antes habría que preguntar cuánto falta por ver de escándalos, muerte y deterioro de la vida en sociedad ¿Hemos llegado al límite del hartazgo? ¿Estamos cerca? ¿Aún nos falta mucho? Lamentablemente nadie lo sabe.

 

 

Lo único que sabemos es que México va a cambiar por la fuerza de las circunstancias presentes. El conjunto de factores que se asocian son la mezcla perfecta para obligar a una transformación profunda del orden nacional. Pobreza, desigualdad, desempleo, bajos salarios, falta de oportunidades, organizaciones criminales, gobernantes corruptos e incompetentes, ausencia de sociedad civil, ausencia de Estado de Derecho, crisis de credibilidad en las instituciones del Estado, entrega de los recursos energéticos a las empresas trasnacionales; todo junto y al mismo tiempo es la fórmula perfecta para cualquier cosa menos para administrar la inercia.

 

 

El problema está en saber quién y cómo se va a conducir ese cambio ¿Será por la vía democrática o por un golpe de Estado? ¿Será de manera pacífica o tendremos que enfrentar una guerra civil? ¿El líder será un miembro de la clase política actual, un representante de los grupos económicos desplazados o será un líder social surgido del pueblo? Todas estas variables se responderán con el paso del tiempo.

 

 

El punto de quiebre en México no fueron los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, ni los 22 muertos de Tlatlaya, ni los innumerables cadáveres descubiertos en fosas clandestinas, ni las marchas, ni la casa de 7 millones de dólares, ni las expresiones de hartazgo en las redes sociales. Esos son los síntomas pero no la enfermedad. El origen está en 30 años de nulo crecimiento económico que obligó al rompimiento de la estructura familiar y a un acelerado proceso de pérdida de valores en las nuevas generaciones, las que han crecido sin oportunidades para integrarse y ser parte de los beneficios de vivir en sociedad. México está confrontado y sus fuerzas cohesivas desgastadas.

 

 

En este escenario de confrontación, el gobierno de Enrique Peña Nieto impuso un conjunto de reformas que profundizan las diferencias, no ayudan a mejorar las condiciones en el corto plazo ni atienden los aspectos vitales con medios adecuados. Es como encontrar a un individuo inconsciente por pérdida de sangre, al que sin previa exploración se le intenta reanimar cuando lo que necesitaba era recuperar su volumen de sangre, provocándole un daño aún mayor. Así le ocurrió a México, en unos cuantos meses pasó de una sala de emergencias a terapia intensiva, sin duda por errores de los médicos.

 

 

Esto nos tocó vivir y así están las cosas pero no debemos quedarnos con los brazos cruzados. La contribución de cada uno quizá sea modesta pero significativa si desde nuestra trinchera buscamos soluciones por la vía pacífica, anteponiendo la razón y buscando el interés general del país.

 

 

En MAS DATA nuestra trinchera son los estudios de opinión pública y con eso hemos venido colaborando al documentar el ánimo y la percepción social en las crisis que han ocurrido en los últimos tiempos. Creemos que es importante contar con un expediente estadístico que describa lo que sintieron y pensaron los poblanos en cada episodio crítico. En tiempos donde campea la incertidumbre siempre es conveniente tener información oportuna y confiable que ayude a la toma de mejores decisiones.

 

 

Esta reflexión va más allá de las próximas elecciones intermedias que, como ya lo he dicho, servirán para muy poco en razón de la pobre participación ciudadana que normalmente tienen. La clase política deberá comprender la naturaleza de los acontecimientos actuales, y particularmente los priístas deberán aquilatar que un eventual triunfo en 2015 solo será un peligroso espejismo para la gobernabilidad del país y sobre todo para futuras elecciones .

 

 

 

 

 

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