Wednesday, 24 de April de 2024


La peor crisis del PAN, en su tercera edad




Escrito por  Gabriel Sánchez Andraca
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EL PASADO 14 DE SEPTIEMBRE, hace unos días, se cumplieron 75 años de la fundación del Partido Acción Nacional.

El PAN, junto con el PRI, representan las corrientes históricas que desde la guerra de Independencia, lucharon por el control del país: el conservadurismo derechista, representado por el PAN y el liberalismo representado por el PRI.

 

 

Esas corrientes ideológicas fueron protagonistas de la Guerra de Reforma y de la Revolución mexicana. Al triunfo de ésta surgió el PRI como partido político para aglutinar a los grupos revolucionarios que luchaban entre sí (1929) y diez años más tarde (1939) nace el PAN, fundado por uno de los intelectuales mexicanos más destacados del siglo XX, don Manuel Gómez Morín, que había sido rector de la UNAM, director fundador del Banco de México durante el gobierno de Álvaro Obregón y muchas cosas más.

 

 

Su alianza con un grupo de destacados abogados católicos encabezados por Efraín González Luna y su militancia de clase media ligada a la Iglesia católica a través de la Acción Católica Mexicana y otras agrupaciones de tipo religioso, dieron motivo para que al PAN se le señalara como partido reaccionario, conservador y enemigo de la Revolución.

 

 

También se le conocía como el “partido de la gente decente” porque gran cantidad de sus militantes salían de escuelas confesionales y su discurso giraba en torno a la honestidad, a la protección de la familia, a la educación religiosa en las escuelas, a la libertad para que sacerdotes y órdenes religiosas participaran en política, es decir, contra el laicismo del Estado Mexicano.

 

 

Participaban en las elecciones pese a que sabían que perderían. Ocasionalmente llegaban a ganar, pero mediante expertos operadores políticos priistas, el resultado les era adverso.

 

 

En Puebla obtuvieron su primer triunfo, aplastante por cierto, en la elección intermedia de 1973, cuando Miguel Fernández del Campo y Rafael Cañedo Benítez, contadores públicos ambos, tundieron a los candidatos del PRI, que eran líderes de las poderosas centrales obreras FROC y CTM.

 

 

Poco después, Acción Nacional ganó su primer municipio en la entidad poblana, Tehuacán, donde ese partido fue impulsado por una rica señora, doña Paula G. de Hanneman, que incluso le donó una casa para sus oficinas municipales, siendo las primeras oficinas propias que tuvo el PAN en el país.

 

 

Ese partido se mantuvo como la oposición seria y cómoda del PRI. Hacía críticas constantes a los gobiernos revolucionarios, sobre todo en casos de corrupción y de ineficiencia, pero no representaba peligro alguno en las urnas. Nunca luchó por aumentar su membrecía, aceptaba la que le llegaba y generalmente ésta era de gente salida de escuelas católicas.

 

 

Las entidades donde logró tener su mayor fuerza fueron estados considerados católicos como Jalisco, Colima, Aguascalientes, Guanajuato, Michoacán, Querétaro y otros. En Puebla sólo en la ciudad capital y luego en Tehuacán llegó a tener presencia hasta los años setenta y hay entidades como Tabasco, Guerrero, Quintana Roo, donde su presencia ha sido siempre mínima. En los estados del norte, donde surgió con más fuerza en los años cincuenta, fue en Chihuahua y en Baja California Norte.

 

 

LLEGÓ LA NACIONALIZACIÓN DE LA BANCA con José López Portillo y los grupos empresariales se disgustaron con el PRI, partido en el que conformaba el sector privado y decidieron crear su propio partido para defender sus intereses.

 

 

De ahí surgieron dos agrupaciones políticas destinadas a ser partido. Mucho se les dificultó obtener su registro y entonces decidieron adquirir al PAN como franquicia y lo lograron fácilmente.

 

 

Lanzaron como candidato presidencial a Manuel J. Clouthier, ex dirigente de la Coparmex, y en esas elecciones demostraron que tenían ganas de ascender al poder en serio.

 

 

Ya no serían los “Apóstoles del Voto”, como se llegó a llamar a los panistas, sino adversarios peligrosos.

 

 

Al PRI llegaron con Miguel de la Madrid, los llamados tecnócratas, jóvenes educados en universidades estadounidenses, con ideas estadounidenses, y desconocedores de la realidad mexicana y en algunos casos, hasta de su historia.

 

 

La tecnocracia priista, cuya cabeza visible ha sido Carlos Salinas de Gortari, simplemente ignoró el proyecto de la Revolución mexicana, impuso el sistema económico neoliberal y eliminó a la vieja clase política priista de las posesiones de poder que tenía, para entregarlas a jóvenes doctorados en famosas universidades gringas o en planteles de educación privados de México.

 

 

El resultado del sistema neoliberal fue catastrófico desde el principio. Aumentó la pobreza, se despobló el medio rural, creció el desempleo y todo lo que usted ya conoce.

 

 

El gobierno de Salinas dejó una economía prendida de alfileres y llegó Ernesto Zedillo, otro tecnócrata, y los alfileres se cayeron o alguien los quitó, y vino el derrumbe de la economía en 1995.

 

 

El descontento dentro del PRI contra la tecnocracia era enorme y al detectar el peligro de enfrentar una rebelión interna, los tecnócratas decidieron entregar el poder al tradicional adversario del priismo, al conservador Partido Acción Nacional, que simpatizaba, y mucho, con los tecnócratas, que a decir de Diego Fernández de Cevallos, le robaron al PAN su proyecto económico.

 

 

Y EL PAN LLEGÓ AL PODER A LOS 61 AÑOS de edad con un candidato carismático, dicharachero, ranchero y enamorado (de Marta Sahagún) sacando al PRI de Los Pinos y también una pintura con el retrato de Benito Juárez, porque don Vicente Fox era enemigo del Benemérito de las Américas, aunque eso no le impidió atenerse a leyes juaristas para divorciarse y casarse sólo por lo civil con una señora divorciada también.

 

 

Su gobierno fue tan malo que en las elecciones intermedias el PAN perdió cincuenta curules en la Cámara de Diputados y al final, estuvo a punto de perder la elección presidencial, de no ser porque Elba Esther Gordillo, la en otros tiempos odiada dirigente sindical por corrupta y arbitraria, de los panistas, les echó la mano para que Felipe Calderón Hinojosa ganara por escasísimo margen, menor al uno por ciento.

 

 

FELIPE CALDERÓN FUE EL SEGUNDOpresidente de la República de extracción panista. Desde muy joven militó en las filas del panismo pues su señor padre, un extraordinario maestro de Historia y Sociología mexicana, fue fundador de ese partido.

 

 

Sin embargo, la soberbia del michoacano lo convirtió en un presidente altanero, necio, poco dado a escuchar, que se lanzó como “El Borras” a una guerra contra la delincuencia organizada, sin proyecto, sin estrategia y sin que se hubieran capacitado y moralizado los cuerpos de seguridad, principalmente los policiacos.

 

 

Los resultados están a la vista. Su propio estado natal estaba en manos de los delincuentes y está costando mucho trabajo y mucho dinero mejorar las cosas ahí.

 

 

Su falta de oficio político lo ha llevado a ser el primer presidente que pretende auto justificar su gobierno echando la culpa a otros. No guarda ni la discreción ni la dignidad con la que se han comportado los presidentes anteriores.

 

 

EL PAN EN EL PODER QUISO ETERNIZARSE imitando al PRI en todo, pero se le fue la mano: creció la corrupción, la ineficiencia de los gobiernos panistas fue muy superior a la del más ineficiente gobierno priista. Carentes de oficio político y de sensibilidad social, todo lo echaron a perder y al término de lo que muchos llaman “la docena trágica”, entregaron un país prácticamente en ruinas.

 

 

La famosa guerra contra la delincuencia dejó a estados del norte, del centro y del sur, completamente destrozados, el gasto de la guerra fue enorme, de miles de millones de pesos, lo más grave es que se destruyó el tejido social y llevará muchos años recomponerlo.

 

 

Al final, el PAN que se creía un partido con dos millones de militantes, se desplomó 80 por ciento; destacados panistas que han ocupado cargos de elección popular y administrativos, han dado origen a escándalos sociales que echan por tierra sus pretensiones de decentes, eficientes, buenos cristianos, etcétera, que manejaron durante más de medio siglo.

 

 

El PAN vive la peor crisis de su historia, pero no desaparecerá. Representa a una corriente ideológica que sigue existiendo en México, pero tendrá que luchar mucho para recomponerse. Por lo pronto, como dice en un magnífico artículo publicado en el diario Reforma, de la ciudad de México, Jesús Silva Herzog Márquez, “habrá de sumirse en la irrelevancia por un largo tiempo”.

 

 

 

 

 

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