Thursday, 28 de March de 2024


Lo de hoy, secuelas de la guerra calderonista




Escrito por  Gabriel Sánchez Andraca
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VAYA, POR FIN SE LE PRENDIÓ EL FOQUITO a un alto dirigente priista, al mero presidente del Partido Revolucionario Institucional, al responder como debieron haber respondido desde el principio a las acusaciones de panistas y perredistas al gobierno de Peña Nieto.

Desde que se inició este gobierno federal priista no han cesado los ataques por el nulo crecimiento de la economía y por el clima de inseguridad que priva en el país, así como el crecimiento de la delincuencia organizada, y desorganizada.

 

 

Resulta que esos males son consecuencia de por lo menos cuatro gobiernos anteriores: dos priistas y dos panistas. Los tecnócratas del PRI y los ineficientes del PAN hicieron equipo para hundir al país de la peor manera.

 

 

Una corrupción como nunca antes se había visto, un deterioro de la economía que nos llevó a ser el país latinoamericano con menos crecimiento y con mayores índices de pobreza y desempleo, un crecimiento exponencial de la delincuencia organizada y no organizada y un clima de inseguridad que hizo explotar a la sociedad en varios estados de la República al grado de tomar en sus manos la defensa de los intereses y la vida de los ciudadanos comunes a través de policías comunitarias y autodefensas.

 

 

Hace dos años, al tomar posesión el gobierno de la República, el presidente Enrique Peña Nieto y su partido debieron informar a la ciudadanía y a sus militantes del estado que guardaba la nación en lo económico, en lo político y en lo social. No lo hicieron, no sabemos si por complicidad de políticos o por negligencia o por considerar que los priistas eran como San Juditas, bueno para los casos difíciles y desesperados. Ya vieron que no.

 

 

Las respuestas a las imprudentes declaraciones que periódicamente hace el ex presidente panista Felipe Calderón, criticando al actual gobierno, son también periódicas, como las que el sábado hizo en la capital el licenciado César Camacho Quiroz.

 

 

“Estamos viviendo las secuelas de la absurda guerra en que (Felipe Calderón) involucró al país”.

 

 

Calderón Hinojosa criticó la estrategia de la actual administración en materia de seguridad, afirmando que durante su sexenio algunos gobernadores se negaron a depurar sus cuerpos policiacos.

 

 

“Con esto (dijo el dirigente priista) sólo evidencia que es un regular abogado y un mal político. Se erige como el rey de los pretextos al ver hacia otras instancias sin el más elemental ejercicio de autocrítica sobre dónde estuvieron los yerros de su gobierno”.

 

 

El problema radica en esa cultura priista de no querer hablar con la verdad, de no decir las cosas como realmente son, de querer siempre evadir la realidad. La realidad, hace dos años que asumió el poder Peña Nieto y con eso el PRI regresaba a Los Pinos, después de haber sido expulsado dos años de la residencia presidencial por los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón, era verdaderamente trágica.

 

 

Calderón entregó un país con gravísimos problemas de violencia e inseguridad, con un nulo crecimiento en los 12 años de gobiernos panistas, con la mitad de la población de 120 millones de personas en la pobreza y en la pobreza extrema; con un desempleo galopante, con pésimos servicios de educación y de salud y con una corrupción, que si bien siempre ha existido, en los años del neoliberalismo priista y de la ineptitud panista se volvió galopante.

 

 

Un país, de cualquier parte del mundo, no puede reponerse de una tragedia tan grande, ni en uno o dos años ni en un sexenio. El trabajo de varios gobiernos y de generaciones de mexicanos que durante los años treinta, cuarenta, cincuenta y sesenta se apretaron obligadamente el cinturón para poder avanzar, se vino abajo en sólo cuatro sexenios de manejo irresponsable de la economía, de 24 años de olvidarse de la justicia social, del impulso a las actividades agropecuarias para conquistar nuestra independencia alimentaria y nos fuimos con el sueño primermundista de Carlos Salinas, que nos enganchó al sistema económico neoliberal, propiciando el desempleo, la caída de la producción alimentaria, aumentando la desigualdad social, la pobreza y la pobreza extrema y la delincuencia e inseguridad, entre otros males.

 

 

LOS PRIISTAS HAN PERMITIDO QUE SE CULPE al gobierno peñanietista de lo ocurrido en Iguala, la muerte de seis personas y el secuestro de 43 estudiantes normalistas, siendo que el gobierno de Guerrero ha sido perredista en los dos últimos sexenios y el gobierno municipal de Iguala, también, lo mismo que el de Cocula, hacia donde se llevaron a los secuestrados para entregarlos a los policías de ese municipio.

 

 

Claro que el gobierno federal tiene culpa al no haber implementado estrategias más eficaces para el combate de las bandas del crimen organizado, al no exigir a los millonarios partidos políticos nacionales una vigilancia estrecha de los hombres y mujeres que llevan al poder, para que no se involucren con la delincuencia.

 

 

El gobierno federal peñista es culpable también de no cambiar la fracasada política económica neoliberal, que es la verdadera causa de todo lo que nos está pasando.

 

 

Lo ocurrido en Iguala no es culpa del presidente, sino de las circunstancias derivadas de casi medio siglo o tal vez un poco más, de políticas equivocadas en lo económico y en lo social; de partidos desestructurados, desorganizados, desideologizados; en fin, es culpa de muchísimos mexicanos que hemos permitido que nuestros gobernantes nos impongan modelos ajenos a nuestra realidad.

 

 

Y AUN HAY MÁS, COMO DIJERA RAÚL VELASCO, el ya fallecido conductor televisivo.

 

 

Líneas arriba le hablamos de “millonarios partidos políticos” y es que nos informan que este año las partidas que tan solo el gobierno estatal entregará a los partidos registrados en la entidad, se elevan en un 300 por ciento.

 

 

Vea usted: el PRI recibirá este año como apoyo para las campañas de diputados federales que llevará a cabo en los 16 distritos de la entidad, 47 millones 500 mil pesos; el PAN recibirá 33 millones 923 mil pesos y el PRD 19 millones 30 mil pesos.

 

 

Esos tres partidos el año pasado recibieron: PRI 13 millones 435 mil pesos; el PAN, 9 millones 65 mil pesos y el PRD, 5 millones 523 mil pesos.

 

 

Los partidos pequeños, como dijera Diego Fernández de Ceballos “la chiquillada”, no se queda atrás: el PT recibirá 18 millones 820 mil pesos; el PVEM, 14 millones 475 mil pesos; el Panal 17 millones 315 mil pesos; el PMC 13 millones 459 mil pesos; el PSI 12 millones 50 mil pesos y el PCP 9 millones 65 mil pesos.

 

 

Los nuevos partidos, entre ellos Morena, deberán darse de alta en enero y entonces se les fijará el monto de sus “participaciones”. Ahora se explica por qué los políticos tienen tanto interés en “servir a la nación”.

 

 

 

 

 

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