Saturday, 20 de April de 2024


El tablero de la sucesión 2016 se movió: lecturas políticas a la encuesta estatal Mas Data




Escrito por  Arturo Rueda
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El tablero de la sucesión morenovallista se movió silenciosamente y la principal perjudicada fue Blanca Alcalá, quien calculó erróneamente que el posicionamiento le alcanzaba para desaparecer del mapa en 2016 y esperar hasta 2018. Al paso que va, ese año podría ser alcanzada o rebasada por cualquiera de los otros tres priistas en disputa. Ahora se ven los ejemplos perniciosos de la neutralidad asumida por la senadora

Al pan, pan, y al vino, vino. La estrategia conservadora de Blanca Alcalá para volar sobre el pantano de la política poblana sin mancharse hasta 2018, más los reflectores que todos los días atrae el alcalde Antonio Gali Fayad, provocaron una modificación radical en el escenario de la carrera por la (mini)gubernatura de 2016: la senadora dejó de ser la mejor aspirante, o lo sigue siendo, pero ya fue empatada por el presidente municipal. El colchón de posicionamiento que Blanca creyó tener para aguantar sus ambiciones, simple y sencillamente, se esfumó. De continuar las tendencias mostradas por la primera encuesta totalmente estatal MAS DATA/CAMBIO, es cuestión de meses para que Gali Fayad sea el mejor posicionado y Blanca empiece a quedarse atrás, ahora como la segunda mejor posicionada.

 

 

Así pues, si Alcalá creía que sus números le daban para dejar pasar el 2016 y concentrarse en 2018, queda claro el tablero electoral se le movió. A ella, pero también el Comité Ejecutivo Nacional del PRI, que entre sus veleidades e indecisiones, dejó escapar la ventaja de tener a la aspirante mejor posicionada, y nunca calculó el rapidísimo crecimiento del ex secretario de Infraestructura. La combinación de resultados de la primera encuesta estatal que se conoce es desastrosa.

 

 

Veamos.

 

 

Con 65 por ciento de conocimiento, Blanca Alcalá tiene una intención de voto para la gubernatura de 15 puntos. Los mismos de los que goza el presidente municipal de la Angelópolis, aunque es menos conocido, 50 por ciento de los poblanos. Así, aunque Gali es menos conocido que Blanca, tiene la misma intención de voto, por lo que tiene una franja mayor de crecimiento que la senadora, y por tanto, posibilidad de incrementar su intención de voto a la gubernatura. Tomando en cuenta que ese crecimiento se dio a ocho meses de asumir el Charlie Hall, y que por lo menos permanecerá otros 15 meses antes de pedir licencia, continuará su crecimiento.

 

 

¿Y los priistas? Además de Blanca, la otra única opción que le queda al PRI es Enrique Doger. Con amplia presencia en la zona metropolitana desde hace una década, había dudas de cuál era su posicionamiento estatal, una vez que carece de una estructura en los 26 distritos de la entidad. A diferencia de la senadora, Doger ya alzó la mano, recorre la entidad y mantiene reuniones con liderazgos regionales. Gracias a eso también es conocido por 50 por ciento en todo el estado, aunque como tiene mayor cantidad de negativos que Gali, también tiene menor intención de voto. Su posición es la segunda más competitiva.

 

 

Fuera de Blanca y Doger, el PRI es un páramo. Su figura emergente, Juan Carlos Lastiri, hasta el momento es toda una decepción: pese a dominar la estructura del gobierno federal en materia del combate a la pobreza, controlar las delegaciones federales con mayor presupuesto, y visitar el interior del estado por lo menos dos veces a la semana, apenas es conocido por 14 por ciento de los poblanos. Su errada estrategia mediática, y seguramente la descoordinación de su estructura territorial, ha hecho que sus dos años como subsecretario de Sedesol hayan sido desperdiciados. Seguramente, su bajo posicionamiento sea el mayor descubrimiento de la encuesta estatal MAS DATA/CAMBIO.

 

 

La otra figura emergente del tricolor, Guillermo Deloya, prácticamente tiene los mismos números que Lastiri, sin contar con el mismo aparato de apoyo y recursos. Visitando el interior con pretexto de las delegaciones municipales del Icadep, se ha hecho de un valioso 10 por ciento de conocimiento, y seguramente seguirá trabajando más de cara al 2018 que al 2016.

 

 

Del lado del morenovallismo, dos figuras con buen potencial se ven imposibilitadas de participar en la batalla de la minigubernatura. Martha Erika Alonso tiene conocimiento e intención de voto, pero su cercanía a la figura de Moreno Valle por ser su esposa complica una eventual candidatura en 2016, mas no así en 2018. La otra figura es el ex alcalde Eduardo Rivera, pero prácticamente ha desaparecido del escenario político ante el veto que recibe del grupo en el poder, así como la falta de aprobación de sus cuentas públicas. Como en el caso de MEA, Lalo tiene más opciones rumbo hacia 2018, a condición de mantener su presencia política.

 

 

El tablero de la sucesión morenovallista se movió silenciosamente y la principal perjudicada fue Blanca Alcalá, quien calculó erróneamente que el posicionamiento le alcanzaba para desaparecer del mapa en 2016 y esperar hasta 2018. Al paso que va, ese año podría ser alcanzada o rebasada por cualquiera de los otros tres priistas en disputa. Ahora se ven los ejemplos perniciosos de la neutralidad asumida por la senadora, quien ha dejado escapar varias oportunidades para tomar postura contra el régimen, y sobre todo, su eventual rival en 2016, Antonio Gali.

 

 

Por supuesto, el tablero se sigue moviendo. Desde ayer, Blanca modificó su discurso, y de cerrarle la puerta al 2016, ahora ya considera que dependerá de lo que ocurra en 2015. Incluso ayer mismo aventuró que la duración de la minigubernatura podría ser sometida a una consulta popular. Si la senadora no se pone las pilas, regresa a los medios de comunicación y corre más riesgos, 2016 podría ser su única oportunidad

 

 

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