Friday, 19 de April de 2024


Cada golpe en contra de Marín es un golpe contra el PRI. O eso cree él




Escrito por  Arturo Rueda
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Marín y su grupo cometieron dos errores. El primero, que para tener la lengua larga se debe tener la cola corta. Y ninguno de ellos, empezando por el cabecilla, está muy lejos de eso. El segundo, que el compromiso para ser rescatado por la Federación de cualquier contratiempo, se firmó en momentos muy diferentes a lo que ahora ocurre. Mientras que Peña Nieto a principios de septiembre levantaba el vuelo y vendía un país en plena modernización, ahora se encuentra con la espalda en la pared

De gira por Acatlán de Osorio, una de las tantas que hace desde que calculó erróneamente que podía regresar a la vida pública, Mario Marín se fue de boca el viernes pasado. Quizá alegre por el recibimiento que le dieron sus paisanos mixtecos o desinhibido por el exceso de tragos, el Góber precioso se puso a tundirle a Rafael Moreno Valle. En buen castellano: le jaló los güevos al Tigre. Ayer recibió el zarpazo de regreso: la noticia de que los pactos de impunidad firmados en 2010 están a punto de resquebrajarse, y que muchas de las irregularidades que convenientemente fueron tapadas, hoy pueden volver a exhibirse como denuncias ciudadanas investigadas, sancionadas por la Contraloría estatal. Llegó la hora de la verdad para los marinistas: le entran al callejón de los chingadazos y sostienen sus críticas, o vuelven a esconderse en las cloacas de las que no debieron salir.

 

 

El exabrupto de Mario Marín fue bien analizado por el aparato de inteligencia estatal. Saben quiénes estuvieron y qué cosas se dijeron. Por ejemplo, que el Góber precioso, al calor de los mezcales, se puso a recordar con nostalgia su programa estrella Unidos para Progresar. Sí, el mismo al que la Contraloría estatal le detectó desfalcos de 800 millones entre 2008-2010, según la nota publicada ayer en El Sol de Puebla.

 

 

Allá en la Mixteca el ex mandatario dijo que Unidos para Progresar (UPP) “había recibido reconocimientos nacionales” pero que lamentablemente “hoy eso no se hace y todo mundo se queja, sobre todo en los pueblos, de que no hay obras ni grandes, ni pequeñas, ni medianas ni nada, se quejan que hay vacío, ausencia de las autoridades”, mientras atónitos, nerviosos, sus anfitriones Edgardo González Escamilla, Ernesto Leyva Córdova, Isabela Vergara y el ex edil de Acatlán de Osorio, Antonio Cruz Reyes, pasaban saliva.

 

 

El ex gobernador no utiliza sus giras únicamente para atacar a Moreno Valle. Ante todo, son una catarsis para expulsar los demonios de su pasado reciente. Años van y años viene, pero el Góber precioso no deja de ser parte del folclor nacional. Si no es por inspirar La Dictadura Perfecta, lo es porque en todo tipo de recintos sigue recibiendo el repudio de los ciudadanos. El sábado le ocurrió cuando al cantante Pablo Montero le dio la ocurrencia de dedicarle su show, lo que provocó que los parroquianos soltaran una rechifla monumental en el palenque de Tlaxcala. ¡Y cómo no! Tras pagar un buen dinero en la taquilla y listo para pasar un buen rato, les salen con el precioso. Mentada de madre justificada.

 

 

En su catarsis en Acatlán, ya embriagado de la nostalgia por el poder, el ex mandatario agradeció el recibimiento de los priistas “de bien” que siguen dando la cara por él, sin avergonzarse, y que lo han defendido “porque un golpe a Marín es un golpe al PRI”. ¡Tómala! Ya encarrerado, dijo que no estaba ahí para reclamar, “vengo en el plan, como siempre lo hice durante mi gobierno, como amigo, porque de estas tierras soy, de estos orígenes soy, me invade la nostalgia, pero también me invade el orgullo de ser priista”, dijo.

 

 

No es al único al que se le ha ido la boca últimamente. Su compadre Valentín anda envalentonado, y cuestionado en la visita de Ivonne Ortega por el reclamo de Lydia Cacho ante la Comisión de Derechos Humanos, una reapertura del caso en el momento menos idóneo, llevó al ex casi todo en el sexenio marinista a decir que no podía compararse con lo ocurrido en Chalchihuapan, que con el escándalo de la periodista no hubo sangre, mientras que con el desalojo de la autopista a Atlixco, sí.

 

 

Mario Marín y su grupo cometieron dos errores. El primero, que para tener la lengua larga se debe tener la cola corta. Y ninguno de ellos, empezando por el cabecilla, está muy lejos de eso. El segundo, que el compromiso para ser rescatado por la Federación de cualquier contratiempo, se firmó en momentos muy diferentes a lo que ahora ocurre. Mientras que Peña Nieto, a principios de septiembre levantaba el vuelo y vendía un país en plena modernización, ahora se encuentra con la espalda en la pared por los casos de Iguala y Tlatlaya. Suficientes problemas tienen en Segob como para poder voltear a una eventual cacería de marinistas en Puebla. Y por si fuera poco, Moreno Valle tiene a su favor el argumento de que quien tiró la primera piedra fue Marín.

 

 

Los tiempos lo trajeron de vuelta y los tiempos le indicaron que volviera a guardarse, pero ya no les hizo caso. Imprescindibles en la política, Mario Marín Torres no midió que las condiciones que le dieron esperanza para volver a la vida pública de Puebla se agotaron hace un par de semanas, y que en realidad, le llueve sobre mojado. Primero fue la reactivación de Lydia Cacho. Luego La Dictadura Perfecta. Luego el debilitamiento político del gobierno federal. Y sobre todo, esa lengua larga que no debió soltar en Acatlán.

 

 

Ahora, si la investigación de desvíos por Unidos para Progresar (UPP) progresa, entre las patas podría llevarse a los titulares de Sedeso en esos años, Javier López Zavala, Juan Carlos Lastiri y Juan Manuel Vega Rayet. Ninguno de los tres debe estar contento. Al PRI cada vez le sale más caro el regreso de Marín. Y eso que cada golpe contra el Góber precioso, es un golpe contra el PRI. O eso cree. 

 

 

 

 

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