Thursday, 28 de March de 2024


A Peña Nieto le explotó en las manos el mismo coctel que a Salinas en 1994




Escrito por  Arturo Rueda
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La crisis política de Iguala hizo despertar a todos los agentes políticos y económicos lastimados durante los dos años de Peña Nieto. Carlos Slim, las televisoras, los gobernadores del PRI, rectores de universidades públicas y privadas, periodistas, SNTE y medios de comunicación. Todos se han conjuntado para debilitar el proyecto de la Restauración de Peña Nieto. No en balde la crisis ha penetrado en todos los sectores sociales con una fuerza indescriptible

Por su impacto nacional e internacional, el caso Ayotzinapa se perfila como un parteaguas del sistema político mexicano una vez que hizo explotar las tensiones generadas por el proyecto contradictorio de Peña Nieto: modernizador en lo económico, autoritario en lo político. Se trata del mismo coctel que le explotó en las manos a Salinas de Gortari en 1994: en ese entonces, la crisis de partido se transformó en una crisis de estado, y meses más tarde en una crisis económica pavorosa. Con menos talento político y respaldo internacional, Peña Nieto enfrenta la misma coyuntura maldita que sufrió Salinas hace 20 años: el embate de los enemigos de esa modernización económica. Y como en ese lejano 1994, el mexiquense se perfila a perder la batalla.

 

 

En efecto: la crisis política de Iguala hizo despertar a todos los agentes políticos y económicos lastimados durante los dos años de Peña Nieto. Carlos Slim, las televisoras, los gobernadores del PRI, rectores de universidades públicas y privadas, periodistas, SNTE y medios de comunicación. Todos se han conjuntado para debilitar el proyecto de la Restauración de Peña Nieto. No en balde la crisis ha penetrado en todos los sectores sociales con una fuerza indescriptible.

 

 

Entre los gobernadores del PRI hay una revolución silenciosa que disfruta con la crisis del Presidente. No se atrevieron a enfrentarlo en los dos últimos años, pero el conjunto de medidas centralizadoras que les quitó recursos en materia de salud y educación caló hondo. Lo que no parecen dispuestos a dejar pasar es el centralismo político: en vísperas de la designación de candidatos a diputados federales y la sucesión de nueve gubernaturas, los mandatarios estatales quieren mantener sus prerrogativas que ganaron hace 14 años: nombrar sucesor y candidatos a diputados.

 

 

Por ello, en la primera quincena de octubre, cuando se realizó la sesión semestral de la Conago para entregarle la presidencia rotativa a Jorge Herrera Caldera, mandatario de Durango, los gobernadores del PRI bloquearon una declaración explícita de apoyo a Peña Nieto y la modificaron por fórmulas gastadas decimonónicas. Saben cuál es el vaso comunicante de la política mexicana: Presidente fuerte, gobernadores débiles y viceversa. Ya aguantaron dos años de fortaleza del mexiquense, pero el juego de vencidas se dirige en este momento a la definición de las candidaturas a diputados federales del PRI.

 

 

Los 21 gobernadores priistas están dispuestos a hacer una que otra concesión al centro, pero quieren que el grueso de los candidatos sean suyos, lo que les garantiza acceso al presupuesto federal. Lo mismo pasa con aquellos que tendrán sucesión el próximo año. Cuasi imperceptible, pero al interior del tricolor hay batallas: los candidatos de los gobernadores contra los candidatos del presidente.

 

 

Un juego semejante ocurre con las televisoras, especialmente con Televisa: la reforma en telecomunicaciones les dejó pérdidas económicas importantes, pero lo peor es que con la licitación de los dos nuevos canales, el duopolio tendrá competencia y perderá cuota de mercado. Por ello, no es casualidad que durante los más de 40 días que ya dura la crisis de Ayotzinapa, la desaparición de los 43 normalistas ha sido la nota principal de López Dóriga y Carlos Loret, quienes percuten mañana y noche. Ese último, incluso, entrevistó en vivo y en directo a los padres de los desaparecidos y dejó pasar todas las diatribas contra el Presidente. ¿Casualidad?

 

 

Enojo semejante trae Carlos Slim, a quien también la reforma en telecomunicaciones le dejó la obligación de desincorporar el 40 por ciento de los activos de Telmex-Telcel a cambio de poder participar en la licitación de las nuevas cadenas de televisión. Pero esas cadenas difícilmente irán a sus manos porque, por lo menos una, ya casi está en manos del Grupo Maccise, los aliados mexiquenses del Presidente. Por ello es que lo que antes era rumor hoy tiene casi confirmación: el mayor magnate de México consolidará su alianza con Andrés Manuel López Obrador y Morena para pegar por ahí.

 

 

Los periodistas y medios no escapan al cobro de facturas. No en balde Jorge Ramos, periodista que triunfa en Univisión, escribió el artículo más duro de la temporada referente a la renuncia de Peña Nieto. Ramos es famoso por haberle hecho, en dos ocasiones, cuestionamientos al mexiquense sobre la muerte de su esposa, y eso le ganó el veto de Los Pinos para cualquier cobertura. Su pieza periodística, sin una mentira, es inusualmente dura. Y qué decir de los medios de comunicación que no han recibido acuerdos publicitarios pretextando los momentos políticos.

 

 

Peña Nieto, como es natural, tiene enemigos por doquier, y en su debilitamiento han saltado para cobrarle facturas tanto de su política legislativa “modernizadora”, así como por la restauración del autoritarismo. Es casi la misma fórmula que enfrentó Salinas en 1994. Al innombrable, sin embargo, le ocurrió de salida, y a Peña Nieto en el momento de las elecciones intermedias en que deberá renovar el control de San Lázaro y nueve gubernaturas. Sus asesores parecen no entender la difícil coyuntura: perder en las elecciones con sus candidatos o ganar con los candidatos de los gobernadores, que es lo mismo que perder

 

 

 

 

 

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