Wednesday, 20 de August de 2025


Presidencia va por un lado, el CEN por otro, y en medio se quedan los priistas poblanos




Escrito por  Arturo Rueda
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Desde el CEN las órdenes son unas, pero las señales son cruzadas con los actos de la Presidencia. ¿Puede ir el partido por un lado y el gobierno por otro? Claro que sí, a costa de recordar una de las frases geniales de los años noventa: el partido paga los costos de lo que hace el gobierno. Algunos son inevitables, como la derrota en el 2000, y otros son errores de conducción política. A veces, regresando a la metáfora beisbolera, viene el fly de sacrificio. ¿Se prepara algo semejante de Los Pinos?

Más que deprimidos, buscando fuertes dosis de Prozac, los priistas abandonaron el Hospital para el Niño Poblano tras atestiguar en primera fila el prolongado elogio que el presidente Enrique Peña Nieto le dedicó al gobernador Moreno Valle. Noqueados políticamente, todos los que acataron la determinación del CEN tricolor de no asistir al Cuarto Informe de Gobierno salieron preguntándose a qué diablos juega la cúpula tricolor con sus mensajes cruzados. Desde hace tiempo que senadores, diputados locales y federales, así como las dirigencias, reclaman donde los escuchan cuáles son las auténticas definiciones con respecto a Puebla. Pero tras lo atestiguado ayer, parece que César Camacho va por un lado —así como algunos operadores de la Segob— y el presidente Peña va por otro.

 

 

En términos beisbolísticos ocurrió un wild pitch: el lanzador simplemente no entiende los mensajes del cátcher. Por falta de comunicación o de coordinación, literalmente están hechos bolas. Uno pide recta y el otro da curva. En el desconcierto, la bola sigue en juego y el bateador avanza de gratis. No hay manera más segura de perder un partido que tener un equipo desconcertado que no sabe a qué jugar. Por regla general, antes que los propios jugadores, son los entrenadores lo que pagan el costo de los equipos descoordinados. ¿Peña Nieto es un pésimo mánager que confunde a sus jugadores?

 

 

Desde su primera fila, los Chedraui, Doger, Zavala, Alcalá y compañía no tuvieron otra que poner su cara de bobos cuando, lejos de responder con cortesía republicana, Peña Nieto devolvió con amplitud las innumerables muestras de cortesía política que en alto y bajo le ha enviado el gobernador poblano. Nueve desplegados en diarios nacionales deben significar algo. Y si en anteriores giras se había dudado de la cordialidad entre ambos, en esta no hubo lugar a dudas de que entre el gobernador y el presidente hay acuerdos forjados en la cúpula de poder a la que, se ve, ni César Camacho es requerido, ni operadores de la Segob como Jorge Márquez, uno de los más insistentes en la teoría del golpeteo.

 

 

Tampoco es que Peña Nieto tenga mucha cobija, o un gran equipo. Algunos de sus delegados de plano le tuvieron miedo a ir a pelear una diputación federal porque no ven contundencia en el apoyo del aparato morenovallista. Nancy de la Sierra y Carmenchú Izaguirre prefirieron quedarse en la comodidad del cheque quincenal antes que arriesgar el físico. Y otros de sus delegados son de plano impresentables, como el de la SCT, que no puede terminar la remodelación del Periférico. ¿Esos son los hombres y mujeres del presidente? Pocos son los que no dan problemas y sí cumplen, como el caso de Vega Rayet en la Sedesol.

 

 

Tampoco se puede pasar por alto, por ejemplo, que Moreno Valle le puso el balón para que Peña viniera a lucirse, pese a que en la renovación del HNP no hay recursos federales. E incluso el gobernador poblano prefirió pagar el costo de mandar a detener a tres estudiantes de la BUAP antes de que la protesta llegara a los oídos del presidente. Decisión costosa en lo personal porque sus críticos encontraron una nueva razón para gritar represión, valiosa en lo político porque atrajo la marca para quitarle presión al presidente.

 

 

La esquizofrenia es absoluta.Desde el CEN las órdenes son unas, pero las señales son cruzadas con los actos de la Presidencia. ¿Puede ir el partido por un lado y el gobierno por otro? Claro que sí, a costa de recordar una de las frases geniales de los años noventa: el partido paga los costos de lo que hace el gobierno. Algunos son inevitables, como la derrota en el 2000, y otros son errores de conducción política. A veces, regresando a la metáfora beisbolera, hay fly de sacrificio. ¿Se prepara algo semejante de Los Pinos?

 

 

Por fin, dos años después de tomar el poder, los priistas han encontrado la fuente primaria de la esquizofrenia y de los cables cruzados. Ya no le pueden reclamar a Osorio Chong, a Jorge Márquez, o a cualquier otra mano en la sombra. Es Peña Nieto quien ha decidido, por así convenir a sus interés, a los de la cúpula de poder o las de los poderes fácticos, que hará equipo con Moreno Valle. La Presidencia va por un lado, el CEN por otro, y en medio, como hijos de padres divorciados, se quedan los priistas con su cara de bobos. Sólo les queda beberla o derramarla con una rebelión como las protagonizadas en los tiempos de Zedillo ante el sacrificio del PRI decidido desde Los Pinos.

 

 

 

 

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