Tuesday, 07 de May de 2024


Autodefensas, no por Dios, es un disparate




Escrito por  Arturo Rueda
foto autor
Si en San Gabriel Chilac hay un grupo de inconformes con el gobierno municipal, perfecto. Están en todo su derecho de organizarse para que, en las siguientes elecciones, no vuelvan a votar por ese partido. Pero de ahí a festejar el uso de las armas, aplaudir la aparición de autodefensas que en realidad tienen fines políticos, hay una distancia grande, insalvable

Las autodefensas están de moda, con el permiso del gobierno federal. El virus paramilitar que se incubó en Michoacán está plenamente extendido ahora a Guerrero, y se dice también que en Veracruz, Sinaloa y hasta en Puebla. Con absoluta irresponsabilidad, se le da juego a una facción política en San Gabriel Chilac que está descontenta con sus autoridades municipales, pero que no lucha contra narcotraficantes que cobren derecho de piso, secuestren, maten y violen. En estricto sentido, de confirmarse su existencia, no entrarían ni siquiera en la categoría de “autodefensas” porque no se defienden de nadie. Pero los gobiernos estatal y municipal pierden la batalla de la percepción de la inseguridad, por más que las cifras estén de su lado.

 

 

Las estadísticas del SNSP señalan que 2012 fue el peor año para la seguridad en Puebla, pero que en 2013 el fenómeno delictivo fue relativamente controlado. Al final, la llegada de Facundo Rosas Rosas funcionó porque hubo 10 mil delitos menos. Lo increíble ocurrió en la Angelópolis: el cuestionadísimo Amadeo Lara Terrón también entrega buenos números al cierre porque la incidencia delictiva disminuyó 22 por ciento en 2013 respecto del año anterior.

 

 

Pero los números no parecen bastarle a los poblanos. Los hechos impactantes como la balacera de La Patrona mueven la percepción ciudadana pese a que ni siquiera hubo muertos. Disparar 140 casquillos de armas largas es común en Veracruz, Tamaulipas, Nuevo León y la mayor parte del país. Cuando los muertos aparecen por docenas, tirar balas es la normalidad. No es caso de Puebla, y por ello, reaccionamos con miedo de comenzar a vivir el infierno que se vive en la mayor parte del país.

 

 

Pero la percepción de inseguridad es nacional. Antes, la guerra contra el narcotráfico en el sexenio anterior, la pregunta permanente de ¿cuántos más Calderón?, las fosas comunes en Tamaulipas, Michoacón, los Zetas en Veracruz. Ahora el reparto varía: regresa el secuestro con toda su fuerza en una cifra negra que nadie se atreve a calcular. Ahora los protagonistas son ciudadanos justicieros que toman las armas para repeler a los maleantes, que hacen el trabajo que las corruptas policías no pueden hacer. En su avance son tolerados por el gobierno, aunque disimulan con una supuesta persecución. Cualquier parecido de las autodefensas con Batman es mera coincidencia.

 

 

El gobierno federal profundiza su error, porque ahora tiene dos problemas: los malosos Templarios y los ciudadanos justicieros. A éstos les ofrece un salvoconducto, un acuerdo de institucionalización, y sólo les pide registrar sus armas pero no las confisca pese a que son de uso exclusivo del Ejército. Hasta les van a pagar salarios del erario municipal. Peor, imposible. El Estado Fallido en toda su expresión.

 

 

Por eso no es raro que las autodefensas estén de moda y todos quieran crear su propio grupo justiciero para generar ínsulas de impunidad. El ejemplo de Colombia es dramático: cuando la fuerza paramilitar se desata, ya no hay buenos ni malos. Todos son malos. Los que liberan luego esclavizan. Se trata solamente de un relevo de las prácticas ilegales: los ciudadanos justicieros son los que, después, matarán, violarán, secuestrarán.

 

 

Solamente los ingenuos aplauden las autodefensas como expresión del hartazgo social. En el fondo, los izquierdosos no han perdido el afecto que tienen por la violencia como mecanismo del cambio, marxistas residuales al fin. Para los liberales, sin embargo, el uso de la violencia, de rifles y fusiles de cualquier calibre es una aberración.

 

 

Si en San Gabriel Chilac hay un grupo de inconformes con el gobierno municipal, perfecto. Están en todo su derecho de organizarse para que, en las siguientes elecciones no vuelvan a votar por ese partido. Pero de ahí a festejar el uso de las armas, aplaudir la aparición de autodefensas que en realidad tienen fines políticos, hay una distancia grande, insalvable.

 

 

Por supuesto, habrá quien sueñe que es el inicio de la Revolución Antimorenovallista para derrocar al régimen odioso, y encuentren en San Gabriel Chilac la chispa de ese movimiento armado. Tienen derecho a pensarlo, pero es un disparate. El derrocamiento no va por ahí. Si esto luego termina como en Michoacán, lo llevarán sobre sus espaldas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Valora este artículo
(0 votos)
comments powered by Disqus