Friday, 26 de April de 2024


El “circo mediático” funcionó y no hubo impunidad




Escrito por  Arturo Rueda
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Los resentidos por perder la nota, los sicarios a sueldos, se rasgaron las vestiduras por la presencia de Bozzo para exigir justicia, y después, se burlaron cuando la peruana dedicó 45 minutos de su programa para exhibir la negligencia con la que había actuado la PGJ. Si dudan de su impulso, que vean la lista de 53 feminicidios que no han sido atendidos por los medios locales. Su periodismo sólo se indigna con los enemigos del régimen.

El caso de Karla López Albert comenzó como la historia de la desaparición de una hija que estaba embarazada de cinco meses, con unos padres desesperados por encontrarla, señalando como probable responsable a Manuel Forcelledo Nader, el padre de un bebé en gestación que se negaba a reconocer.

 

 

El caso de Karla López Albert termina en el mismo punto de origen: en efecto, fue Manuel Forcelledo Nader quien pagó 7 mil pesos por acabar con la mujer con quien había compartido momentos de placer pero se había convertido en una amenaza para sus días de soltería y diversión. Adiós al ritmo de socialité.

 

 

Entre el comienzo y el final de esta historia transcurrieron 41 días en los que pasó de todo. Fundamentalmente, lo que algunos llaman un circo mediático, cuya figura más resaltable fue la conductora Laura Bozzo que en su programa de televisión hizo arder la chispa que habían prendido los tuiteros poblanos y muy pocos medios, entre ellos CAMBIO, que atendieron a los padres en su búsqueda desesperada.

 

 

En la pista central del “circo mediático” estuvo siempre la Procuraduría de Puebla y Víctor Carrancá Bourget, donde se juzgaba su capacidad para impartir justicia correctamente, así como un llamado desesperado para evitar la impunidad.

 

 

No puede objetarse el trabajo de Carrancá Bourget en la resolución del femicidio.La investigación desenmarañó un complejo entramado que Manuel Forcelledo Nader armó con otros tres cómplices, entre ellos dos ex guaruras del ex rector Enrique Agüera que cobraron los 7 mil pesos.

 

 

En efecto, en el caso Karla López Albert no hay impunidad.

 

 

No hay impunidad porque el trabajo de la Procuraduría luego de encontrar el cadáver luce sólido, porque todavía deberá resistir el juicio ante el Poder Judicial local, y luego ante los tribunales federales.

 

 

De nada valdría anunciar con bombo y platillo la consignación si después la acusación se cae por defectos de la investigación. Casos como esos sobran en México y en Puebla. En el largo proceso para que Forcelledo Nader y sus cómplices reciban una sentencia apenas se ha dado el primer paso.

 

 

No hubo impunidad porque los papás no se rindieron en su travesía. Ni en la desaparición para encontrarla, ni después de encontrar el cadáver para pedir justicia. Contrario a muchos padres que actúan pasivamente en la misma situación, tocaron puertas y aunque hubo pocos apoyos al inicio, Laura Bozzo les abrió un espacio en su programa.

 

 

Los resentidos por perder la nota, los sicarios a sueldos, se rasgaron las vestiduras por la presencia de Bozzo para exigir justicia, y después, se burlaron cuando la peruana dedicó 45 minutos de su programa para exhibir la negligencia con la que había actuado la PGJ. Si dudan de su impulso, que vean la lista de 53 feminicidios que no han sido atendidos por los medios locales. Su periodismo sólo se indigna con los enemigos del régimen.

 

 

A 41 días de distancia, todo eso ya luce como polvos de viejos lodos. El circo mediático hizo moverse a la maquinaria de la impartición de justicia. Doloroso para los columnistas del nado sincronizado oficialista.

 

 

Luego, el balón quedó en la cancha de Víctor Carrancá Bourget para probar la eficiencia, por lo menos, en encontrar al culpable. Es digno de reconocer que la presión acechante de los medios no los hizo cometer un error, y que toda la investigación se llevó con sigilo. No son CSI: avanzaron lento pero seguro.

 

 

No puede hablarse de un final feliz, porque ese final posible hubiera sido rescatar con vida a Karla y a su bebé. En ese sentido, fallamos todos. Siempre quedará la pregunta si la PGJ no hubiese podido hacer más para rescatarla con vida. Coincidencia o no, la cronografía de los hechos indica que murió la noche en que desapareció, como si eso exentara a la Procuraduría de responsabilidad.

 

 

Lo más importante es que los padres de Karla López Albert se encuentran satisfechos con la investigación. Al fin y al cabo, es a los únicos que deben convencer. Son ellos, la familia, los que han vivido el suplicio.

 

 

El resto de los poblanos sabemos ahora que si alguien nos desaparece y asesina, la PGJ no podrá rescatarnos con vida, pero sin duda, podrá encontrar a los culpables. Si eso sirve de consuelo.

 

 

 

 

 

 

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