Saturday, 20 de April de 2024


La opacidad financiera que se maneja en la SEP




Escrito por  Arturo Rueda
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En su estudio “Mapa del magisterio de educación básica en México”, descubrió que en Puebla hay 58 escuelas fantasma. Es decir, centros educativos que no existen pero cuya nómina está cargada al erario. En el caso de Puebla, en esas escuelas fantasma se cuentan 252 plazas que, al mes, nos cuestan casi 6 millones de pesos al mes, 70.5 millones al año

El titular de la SEP, Jorge Cruz Bermúdez, se encuentra bajo fuego mediático en las últimas semanas, aunque resiste protegido por el neoperredista Luis Maldonado Venegas, quien ha encontrado en el sector educativo una mina de oro. Las negativas a transparentar el ejercicio de recursos, nómina magisterial e infraestructura educativa se acumulan. Desde la presentación del Censo Magisterial ordenado por el gobierno federal que encontró 905 aviadores, además de miles de maestros más que no se encuentran en su centro de trabajo, Cruz Bermúdez sistemáticamente rechaza dar explicaciones.

 

 

El Instituto Mexicano de la Competitividad le ha impuesto nuevas cuitas al improvisado secretario que, antes de llegar a Puebla, no tenía idea del sistema educativo ni del proceso docente. En su estudio “Mapa del magisterio de educación básica en México”, descubrió que en Puebla hay 58 escuelas fantasma. Es decir, centros educativos que no existen pero cuya nómina está cargada al erario. En el caso de Puebla, en esas escuelas fantasma se cuentan 252 plazas que, al mes, nos cuestan casi 6 millones de pesos, 70.5 millones al año.

 

 

Los datos del IMCO provienen de un cruce entre la información producida por el Censo Magisterial —que Cruz Bermúdez insiste en señalar “tiene datos provisionales”, una mentira brutal ya rechazada por la SEP federal— y las nóminas magisteriales que los estados deben entregar de forma trimestral de acuerdo a la Ley de Contabilidad Gubernamental.

 

 

Con base en esos datos, además de conocer sobre las 58 escuelas fantasmas con sus consiguientes plazas, sabemos:

 

 

Que 13 escuelas incluidas en el programa Habilidades Digitales para Todos…no tienen luz.

 

 

Que en Puebla hay 37 telesecundarias que… tampoco tienen electricidad (¿cómo encienden los televisores?).

 

 

Que el promedio de gasto en cada alumno es de mil pesos, el onceavo más caro del país.

 

 

Que en Puebla el salario promedio de cada docente es de 20 mil pesos (muy bien pagados).

 

 

Y que, además, aquí hay uno de los 70 maestros en todo el país que ganan más que el Presidente (Benito Cruz ya también lo negó).

 

 

Por cierto: tomando en cuenta el dato del salario promedio de los profesores —20 mil pesos— el costo de los 905 maestros aviadores —que Claudio X. González de Mexicanos Primero vino a confirmar que sí lo son— el costo se dispara a 271 millones de pesos al año, dato que el titular de la SEP se niega a enfrentar, y menos, a aclarar.

 

 

No es raro la postura defensiva de Benito Cruz que lo dejó en ridículo en el de por sí ridículo trance del cacheteado Manuel Youshimatz. Tras conocerse el video de la agresión, emitió un boletín dándole todo su respaldo y desconociendo cualquier trato con Tonantzin Fernández. Por la mañana del martes, nuevamente, intentó protegerlo. Pero la orden fulminante del gobernador Moreno Valle terminó la comedia.

 

 

Sin aclarar el por qué de la cachetiza, sin saber en qué fecha arrancará la auditoría al Inpode, ya niega cualquier posibilidad de investigar el papel que jugó Diego Corona de CAPCEE en la asignación y cobro de obras por 13 millones de pesos a Tonantzin Fernández y que otra empresa, aparentemente también fantasma, cobró.

 

 

Alguien tendría que empezar a investigar qué pasa con la nómina magisterial y la obra pública del sector educativo.

 

 

**** Coscorrón de regreso.Profundo conocedor de la Gran Literatura, docto en Octavio Paz, Jorge Luis Borges, Ezra Pound y muchísimos poetas más, a mi amigo @QuintaMam le dio por exhibir su ignorancia en materia de Ciencia Política. Se entiende de quien no ha leído a Bobbio, Sartori, Almond, Aron o Linz que desconozca el sentido politológico del término “régimen político”.

 

 

Por cuestión de espacio, y para no arriesgar a que tarde en entender a los doctos en la materia, le dejo la definición más sencilla que pude encontrar y está contenido en la Enciclopedia Política de Rodrigo Borja, obra clásica editada por el Fondo de Cultura Económica. Ahí dice:

 

 

“El régimen político va más allá del gobierno. Envuelve a los partidos, movimientos sociales, medios de comunicación colectiva, organizaciones no gubernamentales, grupos de presión económica, corporaciones privadas, sindicatos obreros, universidades y, en general, a todos los operadores políticos y a los poderes fácticos que toman parte, directa o indirectamente, en la formación de las decisiones públicas.

 

 

”Por eso la psicología política juega un papel tan importante en la trama social y en su desenvolvimiento. Ella condiciona el pensamiento y la conducta de los actores de la política —sus sensibilidades, percepciones, cogniciones, motivaciones, sociabilización— y determina su manera de ser política.

 

 

”La cultura política es otro de los factores condicionantes de un régimen. Se entiende por cultura política, a la luz de la sociología norteamericana de Gabriel A. Almond, Sidney Verba y otros tratadistas de los años 60 del siglo XX —que se inspiraron en los trabajos de los sociólogos Max Weber (1864-1920) de Alemania, Emile Durkheim (1858-1917) de Francia y Talcott Parsons (1902-1979) de los Estados Unidos—, el conjunto de conocimientos, tradiciones, valores, mitos, creencias, juicios de valor, prejuicios, opiniones, prácticas religiosas, percepciones, sensibilidades, hábitos, costumbres, recuerdos históricos y símbolos de una comunidad, que orientan su comportamiento político y lo condicionan”.

 

 

Es decir, hay régimen político en un Estado, Nación, entidad federativa, municipio o la comunidad más humilde. Y sí, se puede hablar del régimen político de Chichiquila.

 

 

El mundo de las ideas no se acaba en Paz o Pound, mi querido quintacolumnista.

 

 

 

 

 

 

 

 

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