Friday, 29 de March de 2024


El botín de los ganadores: plurinominales, interlocución con el PRI y el 2016




Escrito por  Arturo Rueda
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El triunfo es compartido entre Madero y Moreno Valle con una circunstancia específica: a finales de abril, con un mes ya de campaña interna, el Camino Ganador se despeñaba. Una mala campaña, un mal candidato y una estrategia errónea. Entonces el gobernador poblano se la jugó doblemente: asumió la responsabilidad de la operación en nueve entidades y allá envió a sus operadores a costa de descuidar su propio terruño

Con el sagrado derecho del conquistador, Moreno Valle se ha adueñado de las decisiones vitales de Acción Nacional tras la victoria de Gustavo Madero y su proyecto reeleccionista. En Puebla no hay quien le tosa: las versiones de una rebelión silenciosa de la militancia local terminaron en cuento infantil. Con su renovada potencia, impondrá candidatos a diputados federales en 2015 y a minigobernador en 2016 sin escuchar otra voz más que la suya. A nivel nacional, dio un paso gigantesco que le sitúe a partir de hoy como el factótum del partido, con capacidad de poner y quitar, así como la construcción de una plataforma opositora PAN-PRD que pueda competirle en 2018. Nada puede regateársele: jugó, apostó y volvió a ganar.

 

 

El simulacro de oposición interna resultó una vergüenza. Fernando Manzanilla Prieto perdió en su duelo particular contra Eukid Castañón en la batalla de operadores. Mientras la Amenaza Fantasma continúa sumando triunfos a su medallero, el cuñado y ex secretario general de gobierno se estrelló de fea forma contra el sistema que ayudó a construir en 2010. Las crueles matemáticas no dejan lugar a dudas: Francisco Fraile, Ana Teresa Aranda, Manzanilla y Javier Lozano Alarcón fueron arrasados de forma incontestable.

 

 

La madriza fue en sentido literal. Aunque en teoría Manzanilla debía hacerla de cuña en Puebla, enviado con esa misión ex profeso por conocer el territorio y a los actores, no pudo ni con Roberto Grajales, quien se quedó al mando local de la operación luego de que Eukid y Aguilar Chedraui fueron enviados fuera de Puebla.

 

 

Los números dictan sentencia. La fórmula Cordero-Oliva apenas obtuvo 730 votos en la capital, solamente perdió 3 a 1. A nivel estatal fue peor: Gustavo Madero obtuvo 7 mil 400 votos, el 83 por ciento de la votación total. El pobre Ernesto Cordero apenas mil 500, el 17 por ciento. La verdad, hicieron el ridículo.

 

 

Moreno Valle era el dueño del PAN en Puebla y expulsó a varios de sus militantes históricos como Ana Teresa Aranda o Francisco Fraile —el pobre queda con su poco prestigiado disminuido y hasta una denuncia penal en la PGR—. ¿Ahora qué harán ya que es dueño del PAN pero a nivel nacional? ¿Se volverán perredistas, petistas, o de plano se cambiarán de país?

 

 

El triunfo es compartido entre Madero y Moreno Valle con una circunstancia específica: a finales de abril, con un mes ya de campaña interna, el Camino Ganador se despeñaba. Una mala campaña, un mal candidato y una estrategia errónea. Entonces el gobernador poblano se la jugó doblemente: asumió la responsabilidad de la operación en nueve entidades y allá envió a sus operadores a costa de descuidar su propio terruño. Aguilar Chedraui se fue a Oaxaca y pudo poner equilibrio. Eukid se “enfermó” y al desaparecer del mapa político, pudo operar mejor, a su estilo invisible.

 

 

No sólo Moreno Valle se hizo cargo de la operación de nueve estados en los que los números maderistas eran desastrosos. También envió a Marcelo García Almaguer a ayudar a mejorar en la comunicación política del proyecto reeleccionista. No sólo el discurso se estabilizó, sino que equilibró y ganó la batalla en redes sociales que hasta ese momento perdían desastrosamente. Inteligentes videos dedicados estado por estado tropicalizaron el mensaje de Madero.

 

 

Por supuesto que no hay gloria sin riesgo. Pero nuevamente Moreno Valle demostró un hambre de victoria de la que carecen sus opositores, quienes en todo momento evitaron el choque directo con la única fuente que sostenía a Madero. Cordero sí hizo lo propio —pidió su renuncia—, pero Manzanilla y Lozano evitaron rozar al gobernador poblano con el pétalo de una rosa. Les temblaron las piernas y Moreno Valle les olfateó el miedo en el cuerpo.

 

 

Como dictan también las sagradas leyes de la Conquista, el botín se reparte entre los ganadores. Gustavo Madero podrá seguir disfrutando de mil de millones de pesos en prerrogativas entregados por el INE, pero Moreno Valle tendrá excelentes réditos políticos. De entrada, incrustó a Blanca Jiménez en el círculo cercano de la toma de decisiones. Así podrá intervenir en las decisiones panistas, pero también, por ejemplo, en la conformación del nuevo órgano electoral en Puebla previsto para agosto.

 

 

Pero lo mejor de todo es que, en 2015, podrá disponer de la lista de diputados plurinominales de la cuarta circunscripción, así como de lugares de preferencia en las demás para llegar a sus operadores poblanos y de otras entidades a San Lázaro. Con una buena bancada, mantendrá la interlocución directa con el gobierno federal, así como una posición de privilegio en las batallas presupuestales. Créanlo o no, panistas de todos los rincones del país tocan a su puerta para ayudarlo a construir la estructura nacional que requiere.

 

 

Por último, como cereza del pastel, podrá designar sin ninguna interferencia al candidato a minigobernador de 2016, el último riesgo que se atraviesa en su camino. Que nadie lo dude: la victoria de Madero es la victoria de Moreno Valle. Le duela a quien le duela.

 

 

 

 

 

 

 

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