Tuesday, 16 de April de 2024


El CSI morenovallista: que Chalchihuapan sea tan sucio como caso Colosio o La Paca




Escrito por  Arturo Rueda
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Desangrado mediáticamente, herido políticamente, el Góber Bala juega una última carta: hacer de la investigación un pantano. Tal como ocurrió con el asesinato de Colosio, años de investigaciones, pruebas forenses, diligencias judiciales, fabricación de culpables, peritajes a medias. Y vuelta a empezar. O como las investigaciones de “La Paca”, la vidente que ayudó a la PGR a “descubrir” el cadáver de Manuel Muñoz Rocha en el rancho El Encanto. Solamente que “La Paca” de esta historia es Juan Pablo Piña

Como no puede limpiarlo sin desplomarse, Rafael Moreno Valle ha decidido ensuciar de todas las formas posibles la investigación de la muerte del niño José Luis Tehuatlie. Al paso que va, los casos de “La Paca” o Colosio se van a quedar cortos. Condenado en el tribunal de la opinión pública, enreda y se enreda con cada versión de la verdad oficial que da a los medios nacionales con los que se entrevista. La estrategia comunicativa es clara: crear polarización y confusión sobre los hechos, de tal forma que la audiencia nacional termine dándole el beneficio de la duda. Hasta el momento, sólo dos periodistas, de los más desprestigiados del país, le creen: Pascal Beltrán del Río y Carlos Marín. Y muchos de los que lo han visto o entrevistado en la última semana, de plano no se cortan en afirmar que no le creen nadita.

 

 

Un ejemplo es la periodista Lourdes Mendoza, quien lo entrevistó para Proyecto 40 en sus oficinas de Torre Iusa, el martes pasado. Le dijo una barbaridad insostenible: que si no se encontró pólvora en la herida mortal del niño de Chalchihuapan, fue porque “la lavaron”. Así de absurdo anda el gobernador, desesperadito y en extremo nervioso —como ya lo han exhibido los medios nacionales—, pidiendo apoyo a quien se le atraviese enfrente en postura de falsa humildad. Juega a hacerse el tonto o a hacernos tontos.

 

 

Moreno Valle siente que protagoniza un capítulo de CSI región 4. Su versión personalísima de la famosa serie detectives forenses. Se cree un Gil Grissom que lo mismo hace experimentos con cabezas de marrano apoyado por su fiel Piña Kurczyn que ofrece peritajes inexistentes de la PGR. También ha editado videos para mostrar el lado humano de los pobrecitos policías lesionados por los criminales campesinos que portaban piedras de “gran calibre”. Difundir la primera declaración de la mamá del niño, Elia Tamayo, afectada por la impresionante lesión del hijo, es una abominación. Y también se ha servido del erario para pagar una campaña negra millonaria en redes sociales de forma anónima. Recurrir a libelos electrónicos es el síntoma de la mayor desesperación.

 

 

Batalla de percepciones, el gobierno echó su resto a lo largo de la semana para aplastar la versión real de los hechos. Pero su storytelling simplemente no puede. No puede ante los videos que demuestran que la agresión la comenzó la Policía, especialmente el último presentado por CENTRAL. No puede ante el hecho de una madre que vio morir a su hijo, no tendría por qué encubrir a los asesinos por más pobladores de Chalchihuapan o compinches ideológicos que sean. No puede convencer a nadie de que unos pobres policías armados y entrenados fueron superados por malvados campesinos provistos de piedras y palos. No puede porque en sus entrevistas con medios nacionales —a los locales no los pelan— se contradicen, como Carrancá diciendo primero que la herida mortal la causó un cohete, y luego que siempre no, que fue la onda expansiva.

 

 

El choque de ambas verdades, la oficial y la real, duró toda la semana. Y por un momento pareció que la capacidad de cabildeo y monstruosas cantidades de dinero iban a voltear la tortilla a favor del Góber Bala. Pero no: al final se impuso la verdad periodística de los hechos, que al final es la verdad histórica. Los policías dispararon proyectiles a quemarropa, como ya lo habían hecho en 2011, y fueron esos disparos lo que causaron la herida mortal del niño héroe de Chalchihuapan. La condena de la opinión pública es unánime, a excepción de Pascal Beltrán del Río y Carlos Marín. Vaya, hasta Carlos Loret se sumó a pegarle a la piñata.

 

 

Moreno Valle se desangró mediáticamente, pero ahora su derrota también es política. Gustavo Madero no ha movido un dedo en su favor, y aunque el Góber Bala fue a pedir el respaldo a los senadores panistas, éstos le pidieron esperar a que se presenten los supuestos peritajes de la PGR que lo van a exonerar. En medio de la debilidad, el gobierno federal movió ficha y ordenó a Emilio Gamboa el exhorto en términos violentísimos que señalan directamente a Moreno Valle como el responsable del crimen.

 

 

Desangrado mediáticamente, herido políticamente, juega una última carta: hacer de la investigación un pantano. Tal como ocurrió con el asesinato de Colosio, años de investigaciones, pruebas forenses, diligencias judiciales, fabricación de culpables, peritajes a medias. Y vuelta a empezar. O como las investigaciones de “La Paca”, la vidente que ayudó a la PGR a “descubrir” el cadáver de Manuel Muñoz Rocha en el rancho El Encanto. Solamente que “La Paca” de esta historia es Juan Pablo Piña. O en el Lydiagate, cuando Marín se apostó al carpetazo de la Suprema Corte de Justicia y tomó aire durante un año de pesquisas.

 

 

Moreno Valle no ignora que la verdad jurídica es sustancialmente diferente al juicio de la opinión pública. Derrotado en la segunda, espera anclarse en la primera encontrando un asidero legal, un clavo ardiente al que aferrarse. Así podrá resistir para terminar su sexenio, dos años y medio, en un clima de descomposición social. Jura y perjura que desde Los Pinos no le pedirán la renuncia, que Peña Nieto no le conviene la ingobernabilidad de la entidad si él se va, que el PAN nacional se opondrá, que en su ausencia el lopezobradorismo crecerá.

 

 

Y todas son muy buenas razones. Sólo hay un problema: perdió el control de la crisis, dejó que llegará hasta él por no cortar las cabezas de Facundo y Maldonado, y a la deriva, cualquier cosa puede pasar. Esa es la realidad. Sin asidero, sin voluntad de negociar con sus opositores, sin una base local que lo defienda, cualquier día de estos Peña Nieto se puede amanecer con la idea de que es momento de deshacerse de Moreno Valle.

 

 

 

 

 

 

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