Viernes, 26 de Abril del 2024
Jueves, 27 Febrero 2020 02:46

Once upon a time in Puebla…

Once upon a time in Puebla… Escrito Por :   Jose Luis Ramirez

Advertencia. El contenido de esta columna es vulgar y “misógino”. “El Señor Varela y Mr Ñeroman” regresa a Diario CAMBIO porque ni con Nay Salvatori el área de columnistas  tiene raiting. Esta casa editorial me necesita para levantar sus visitas y para decirles a mis asiduos lectores que Puebla se ha convertido en el Ted Bundy de los estados de México.


 

Corría el año 2001 y casi todo era felicidad en la ciudad de Puebla, el PRI estatal vivía su penúltimo reinado de tinieblas a cargo de Melquiades Morales Flores, que por aquellos años continuó con el SUCIO Y ASQUEROSO trabajo de quitarle terrenos a los campesinos de Cholula que inició nuestro actual director general de la Comisión Federal de Electricidad,  Manuel Bartlett, para consagrar lo que hoy conocemos como “La Zona Angelópolis”.

 

A nivel municipal, un hombre llamado Mario Marín o “El Benito Juárez de Nativitas Cuautempan”, como sus amigos lo conocían (o más bien como el PRI nos quería pintar al futuro Gober), pasaba sus días pavimentando calles para que la policía hiciera persecuciones de programa de TV gringa montados en unos Tsuritos destartalados y así perseguir a pillos que se dedicaban a terribles delitos como: grafitear paredes, bajarle al aire a las llantas de los vecinos o robarse mazapanes de alguna miscelánea o perseguir a los señores que regalaban dulces con droga afuera de las escuelas. ¡Qué bonita leyenda urbana!

 

Por aquellos años éramos unos pueblerinos que podíamos salir a la calle con un walkman y un Nokia 3310 a las 12 de la noche y nada pasaba (eso no aplicaba si vivías en Agua Santa), Palacio Municipal y el transporte público eran los lugares más seguros del estado (y eso que existían los camiones Mayorazgo). Padres e hijos podían salir a comprar el pan saltando como caperuzas porque sabían que Puebla era un lugar seguro.

 

Recuerdo las tardes misóginas en la redacción de Diario CAMBIO (cuando éramos felices) buscando fotos de Ninel Conde o Maribelita Guardia para que fuéramos el portal poblano más visitado en el turno vespertino. Esos días quedaron en el olvido y aunque en algunas paredes de esta empresa se conservan posters de la revista H, lo cierto es que ni tiempo da de hacer esas notas porque los feminicidios, asaltos, robo de autopartes, descuartizados y balaceras ya no nos lo permiten.

 

Como muchos lo saben, mi novia es la que maneja cuando salimos a la calle porque yo sólo uso bici y me preocupo por el medio ambiente como los de Coldplay (el paro que usan todos los que están en los colectivos de bicis para no aceptar que son pobres), ella tiene mucho la costumbre de gritarle “¡Fíjate put@!” a cualquier wey que no sigue las normas de tránsito, pero ¿se han puesto a pensar que el wey o vieja al que le están a punto de gritar esa frase, por fuera parece Luisito Comunica pero por dentro es el diablo?

 

A 20 años de esos felices días, Puebla se ha convertido en un territorio incómodo y violento para vivir. La paranoia con la que vive el 85 por ciento de sus habitantes no sólo ha hecho que las calles se vean vacías durante algunos días de la semana, sino que también ha impulsado la compra de armas de fuego, que en su mayoría son compradas en pueblos para luego llevarlas a casa, guardarlas en el clóset y sentir que John Wick los protege y cuando menos se lo esperan esa pistola ya está en la guantera de su auto, si se defienden de un asalto ¡BIEN! Pero ¿y si tuvieron un mal día en su trabajo y se les mete un wey de Uber Eats altanero con su moto y deciden enfrascarse en una pela, usarían esa arma?

 

Hace 20 años la culpa de todo lo que pudiera pasar en cualquier cuestión Estado era culpa de los políticos; que si no había agua, ¡culpa de los políticos!; que si no había espacios dignos para practicar actividades al aire libre, ¡culpa de los políticos!; que si México no llegaba al quinto partido, ¡culpa de los políticos!

 

 

¿Cuándo nos analizaremos como sociedad? ¿Cuándo dejaremos de decirle a nuestros hij@s “¡Si te pagan les pegas!?”. ¿Cuándo dejaremos de querer solucionar todo a madrazos? De que si me dice “tont@” yo le digo “pinche gord@ pendej@”, de que si no tengo dinero le echo la culpa a mi jefe del trabajo y de paso lo culpo de todo lo malo que me pasa en la vida. ¡Nos hace falta humildad y volvernos invisibles de manera inteligente!, porque eso, queridos lectores, ¡eso! es el nuevo método de supervivencia en este Estado.

 

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