En esta ola de violencia irracional que azota a México, un país de mierda en la que tres jóvenes con carreras prometedoras tuvieron la mala suerte de encontrarse con un grupo de malvivientes en Huejotzingo, Puebla tiene la suerte de que tendrá al frente de la Fiscalía General del Estado (FGE) a Gilberto Higuera Bernal.
Cantado vale doble: desde este espacio señalé que no había mejor candidato a Fiscal General del Estado, y casi dos meses después, Higuera Bernal fue prácticamente votado por unanimidad. Nadie, pese a la crisis del multihomicidio, tuvo argumentos para denostar o manchar una carrera que ha sido impecable desde que llegó a Puebla en 2018 para sustituir a Víctor Carrancá, personaje de ingrata memoria.
El gobernador Barbosa y Gilberto Higuera Bernal se conocieron hace años en las grandes ligas de la política nacional, cuando el primero era senador y el segundo subprocurador de PGR. Trabaron amistad, forjaron una relación política que incluso se volvió personal. Años después, sus destinos volvieron a cruzarse en Puebla.
Aparentemente manchado por su origen morenovallista, Barbosa comenzó a trabajar con Higuera sin prejuicios desde que tomó protesta como gobernador, y tuvo varios meses para calar al sinaloense y comprobar si debía quedarse con él o explorar una nueva ruta, pues prisa no había, ya que al periodo del corrupto Carrancá todavía le quedaba tiempo.
En algún punto de finales de 2019, Barbosa se convenció de que Higuera Bernal debía ser su fiscal, pues compartían un punto común: el convencimiento de que la Fiscalía no podía ser un instrumento para venganzas ni infamias. Quien conoce a Higuera, sabe que no es ni un felpudo ni un tapete que brinca como perro faldero ante las órdenes del gobernador y se muestra dispuesto a cometer cualquier clase de tropelías.
Es una verdad incontrovertible: Gilberto Higuera Bernal no es Víctor Carrancá. Es decir, ni es mendaz ni es corrupto ni infame y mucho menos felpudo.
Por supuesto, el gobernador tenía la tentación de buscar un #FiscalCarnal. Un sujeto sin prestigio, dispuesto a obedecerlo hasta la ignominia, capaz de cargar cualquier oprobio, de instaurar causas penales sin fundamento ni base legal tanto para destruir prestigios, doblegar carreras políticas y perseguir a los críticos y los incómodos. Todo eso es tarea sencilla para los reptiles.
Construir un #FiscalCarnal, imponerlo, garantizaba docilidad en el personaje, pero no calidad ni legitimidad en el ejercicio de una posición crítica en estos momentos. Frente a la tentación del felpudo, Barbosa optó por el camino más complejo pero que a largo plazo dará mejores resultados.
Alejado de la tentación, Barbosa envió una terna al Congreso local que en sí misma era un mensaje, un traje bien confeccionado para el cuerpo de Higuera Bernal, pues los otros dos integrantes ni siquiera tenían las certificaciones solicitadas por el SNSP.
En los últimos días, la ola de feminicidios y homicidios violentos, como la violencia irracional que le quitó la vida a los tres universitarios y al chofer Uber en Huejotzingo, se llegó a pensar que podría haber un cambio de movimientos. No lo hubo porque la decisión estaba tomada.
Como no era un #FiscalCarnal, la votación de Higuera Bernal fue un trámite porque nadie pudo objetar su designación hasta 2027. El PAN porque conoce su origen morenovallista, y Morena porque es el fiscal que deseaba el gobernador. Ni siquiera los cucarachos se pusieron rebeldes. Héctor Alonso dio su anuencia en tribuna y José Juan dio un rodeo, se fue de lado y desapareció del pleno a la hora de la votación.
Ahora, Barbosa tiene un fiscal, al que quería, pero Puebla no tiene un #FiscalCarnal, es decir, un personaje reptil dispuesto a cometer cualquier tropelía o agravio con tal de quedar bien. En estas horas críticas de indignación, hubo un buen mensaje.
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Un encuentro aséptico, higiénico. Un apretón de manos higiénico selló el primer cara a cara entre el gobernador Barbosa y el rector Esparza.
Sin aspavientos ni reclamos, cada quien definió sus posturas sobre la inseguridad delante de la comitiva de estudiantes y del rector de la UPAEP.
Ni Esparza tocó el tema de la autonomía universitaria ni Barbosa la iniciativa del Órgano de Control. Para otra fecha quedarán sus diferencias. Ambos se concentraron en atender la crisis de indignación de los universitarios.
Y cada quien se marchó en santa paz.