Puede ser una exageración, pero no lo es: Francisco Romero Serrano, el titular de la ASE, pinta para convertirse en un Eliot Ness de la política poblana. Su amplia experiencia como contador público, con un despacho prestigiado por muchos años, lo llevaron a la Auditoría Superior para luchar contra la corrupción.
Cazar a los corruptos no iba a ser una tarea fácil, pues a lo largo del periodo morenovallista, se recurrió a numerosos subterfugios legales en forma de decretos para delegar las firmas a funcionarios menores en los asuntos de peso.
Así pensaban en diluir el riesgo legal: si se iban a la cárcel, si había responsabilidades administrativas, los culpables iban a ir puros peces menores. Charalitos. El subdirector de tal área, el jefe de departamento.
Desde esa perspectiva, en efecto, nadie importante iba a pisar la cárcel. La cruzada contra la corrupción de Luis Miguel Barbosa iba a fracasar. Los asesores jurídicos, en varias ocasiones, se toparon con puertas cerradas que siempre conducían a los charalitos.
Pero Romero Serrano encontró la forma de jalar la cuerda. Y lo hizo de la misma forma en la que Eliot Ness logró encerrar al mafioso Al Capone en Estados Unidos: los asuntos fiscales.
En la década pasada, todavía ocurre, proliferó una forma novedosa de eludir al SAT y rebajar las cargas fiscales: el uso de las facturas falsas, en el sentido de que empresas fantasmas emiten comprobantes fiscales por servicios o ventas nunca realizadas.
La práctica la diseñaron los empresarios para rebajar sus obligaciones fiscales, pero pronto los políticos echaron mano de ella para, literalmente, saquear el erario público.
Específicamente, ediles y titulares de áreas gubernamentales, ante la imposibilidad de hacer retiros bancarios a lo bruto —son rateros pero no pendejos— recurrieron al uso de facturas falsas, alterando procesos de licitación o adjudicación.
¿Qué se necesitaban 5 o 10 millones de pesos? Pues a comprar facturas falsas y con ello a amparar la salida de los dineros.
Sucesivas reformas fiscales en la Ley de Ingresos han buscado acotar la práctica, hasta que se definió a los EFOS como las empresas fantasmas que emiten facturas chuecas, creando un listado público de empresas de acuerdo al artículo 69-B del Código Fiscal de la Federación.
Un listado que se amplía de forma recurrente previa publicación en el Diario Oficial de la Federación una vez que se han agotado los procedimientos jurídicos para declarar la falsedad de sus empresas. Un listado que es público.
¿Qué hizo Romero Serrano con su experiencia de contador?
Comprobar cuáles de esas empresas falsas consignadas de acuerdo al 69-B habían emitido comprobantes fiscales falsos en beneficio de qué ayuntamientos o entidades gubernamentales. Cruzó datos.
¡Bingo!
Ahí surgieron las irregularidades millonarias que provocaron la denuncia, hasta el momento, de 21 ex alcaldes que realizaron operaciones simuladas, aunque los sabuesos de la ASE continúan su cacería.
De esa práctica ilegal también se deriva la denuncia en contra del rector Alfonso Esparza por el uso de facturas falsas por más de 160 millones de pesos.
Se trata de un círculo perfectamente cerrado, porque el SAT ya las colocó en el listado definitivo del 69-B. Ya es imposible demostrar la inocencia. Es cárcel directo.
Se viene el agarrón, arranca la rebambaramba.
Que nadie dude que Romero Serrano es todo un Eliot Ness: sabe que la debilidad de todos se encuentra en el fisco, los impuestos y las facturas falsas. Un caminito que surge de su amplia experiencia como contador público.
Agárrense porque esta es la primera lista, pero no la última.
Leoncio Paisano Arias
Juan Navarro Rodríguez
Juan Enrique Rivera Reyes
Marcos Pérez Calderón
Manuel López Madero
Antonio Aguilar Reyes
Gabriel Alvarado Lorenzo
Rafael Valencia Ávila
José Juan Espinosa Torres
Víctor Vargas García
Matilde Demetrio Vallejo Juárez
Fermín González León
Edwin Mora Caballero
Ernestina Fernández Caballero
Edgar Antonio Vázquez Hernández
Marcos Flores Morales
Inés Saturnino López Ponce
David Edgardo Huerta Ruiz
Cirilo Trujillo Lezama
Gustavo Salomón Lara Torres
Pablo Pérez Maceda