Ya arreglado el lío nacional de Morena y con Mario Delgado sentado con firmeza en la dirigencia, en poco tiempo meterá mano para resolver la anarquía en Puebla, pues es evidente que la función de Carlos Evangelista como delegado ya caducó, y por tanto, se le cayó el feliz negocio de venta de candidaturas que traía de la mano de Edgar Garmendia.

 

La dupla feliz, Evangelista-Garmendia, se autoratificó ayer pasando por encima de la nueva dirigencia nacional de Mario Delgado. No lo saben, pero son cartuchos quemados, muertos vivientes.

 

Según Evangelista, Carlos Evangelista sigue siendo delegado del Comité Nacional de Morena, y en esa posición ratificó a Édgar Garmendia como secretario general en funciones de dirigente. Así lo hicieron saber ayer en rueda de prensa.

 

Suena bien para ellos, pero algo tendrán qué decir Mario Delgado y Citlalli Hernández, quienes deberán poner en orden toda la estructura nacional de Morena, comenzando por las dirigencias en los estados en los que habrá elección de gobernador, y luego, en las que sólo habrá de ayuntamientos y Congreso.

 

En ese sentido, la dirigencia estatal de Puebla no viene en el primer paquete de prioridades de Mario Delgado, y de ello se aprovecha Evangelista para hacer caer más incautos que llenen sus bolsillos diciéndoles que él, junto con Garmendia, decidirán las candidaturas. Tanto de los que quieran reelegirse como de los ayuntamientos donde Morena no gobierna, así como la integración de las planillas de regidores.

 

Ese fue el sentido de la rueda de prensa virtual que hicieron ambos, donde anunciaron que se definirán las candidaturas por encuestas, y en los casos que quieran reelegirse, encuestas dobles para consultar también a la ciudadanía.

 

¿Quiénes habrán de aplicar esas encuestas, con qué empresas, quiénes las pagarán, y sobre todo, quienes decidirán a los ganadores de esas encuestas? Pues Carlos Evangelista, asociado a Édgar Garmendia.

 

Evangelista, esposo de la diputada federal Julieta Vences, no tiene ningún futuro en la dirigencia de Delgado. No definirá ninguna candidatura y es probable que su relevo llegue a finales de noviembre o principios de diciembre.

 

 

Designado por Ramírez Cuéllar, lo más natural es que se vaya con él una vez que fracasó su intentona de reventar la contienda interna de Morena y quedarse al mando de todo el proceso en 2021.

 

Entre los ediles en funciones, así como los diputados locales, es un sottovoce que Evangelista los buscó para anunciarles que si querían reelegirse, tenían que llegar a un acuerdo económico con él porque la cercanía con Luis Miguel Barbosa no les garantizaba nada.

 

Incluso les afirmó que el gobernador sería una figura decorativa sin capacidad de maniobrar en la dirigencia nacional.

 

Todos los acuerdos conmigo, nada con Barbosa, les mandó a decir Evangelista.

 

Como las sandías se acomodan solas de bajada, a la dirigencia nacional llegó un aliado y amigo del gobernador Barbosa. Ahora, quien no tendrá ninguna intervención en las definiciones será Evangelista. Acordar con él será considerado, más que un acto de ingenuidad, un acto de traición.

 

Esa, no otra, es la razón por la que Barbosa prefirió fotografiar y difundir sus reuniones con los dirigentes estatales de Fuerza Social México y Redes Sociales Progresistas antes que recibir a Evangelista y a Garmendia, quienes pretendieron hacer una mesa política de definiciones sin darle su lugar al jefe político del estado.

 

Insisto, serán ingenuos y traidores quienes negocien con Carlos Evangelista, que ya no tiene ningún futuro. Además de que todo dinero invertido ahí será en balde.