Jueves, 18 de Abril del 2024
Jueves, 09 Septiembre 2021 01:52

Crónica desde un universo paralelo. (Basada en la versión oficial)

Crónica desde un universo paralelo. (Basada en la versión oficial) Escrito Por :   Francisco Baeza Vega

En la opinión experta de Clarence Prevost, Zacarias Moussaoui no era el típico ricachón que habiendo disfrutado de casi todos los lujos que el dinero podría comprar se enrolaba en la Pan Am International Flight Agency para cumplirse un penúltimo capricho; el franco-marroquí de 33 años no tenía nociones ni conocimientos sobre aviación, ni había volado nunca un avión pero se había inscrito en el curso más pro para pilotos de Boeing 747-400, el cual había pagado con billetes de US$100. Preocupado por el comportamiento de su alumno, el instructor contactó a la policía local.


 

No fue necesario recurrir al waterboarding ni quemarlo o sodomizarlo con luces químicas, ni siquiera el tehuacanazo de rigor, bastó con el calor de la bombilla de 60 W de una celda en la comisaría de Eagan, Minnesota sobre su rostro cachetón. Zac cantó como un bribón; confesó su participación en una conspiración terrorista contra intereses estadounidenses, su afiliación a al-Qaeda y el nombre de sus cómplices. La información proporcionada por el detenido condujo al arresto a mediados del mes pasado de una veintena de terroristas, entre ellos, otros aprendices de piloto. Entre sus pertenencias se encontraron cúteres, bombas falsas y boletos de avión para el próximo martes, 11 de septiembre.

 

El atentado frustrado en suelo estadounidense, el cual de haberse llevado a cabo hubiera causado una carnicería, miles de muertos y heridos, y miles de millones de dólares en daños, ha motivado parte de George W Bush un castigo ejemplar: tan pronto la CIA presentó pruebas más o menos convincentes de los vínculos entre los arrestados y la organización de Osama bin Laden, el presidente autorizó una lluvia de tomahawks sobre sus campamentos en Afganistán y, al mismo tiempo, ordenó (re)armar hasta los dientes a la Alianza del Norte a fin de que los muyahidines dirijan el esfuerzo bélico para derrocar al régimen talibán y privar a los terroristas de su santuario.

 

La inédita pero limitada repuesta, sin embargo, no parece haber satisfecho a los halcones de la administración Bush, quienes no disimulan sus ganas de hincar el diente en estratégico centro de Asia. El presidente, quien carece de la legitimidad que sólo unas elecciones limpias podrían haberle conferido, no obstante, no tiene músculo para involucrarse en semejante aventura militar; aunque quisiera, necesitaría algún evento verdaderamente dramático que conmoviera el corazón de la opinión pública y le asegurara el respaldo irrestricto de las fuerzas políticas nacionales y de sus aliados internacionales para animarse a meterse en la trampa de otro potencial Vietnam.

 

Bush, además, tiene preocupaciones más urgentes que iniciar una guerra en un país que difícilmente puede ubicar en el mapa: en los albores del nuevo milenio, ganada la Guerra Fría, su objetivo primordial es obstruir por todos los medios a su alcance el surgimiento de otro adversario que pueda desafiar la hegemonía global del ‘Tío Sam’. Hoy, la principal amenaza para Estados Unidos es China, cuyo impresionante despliegue económico, tecnológico y, en menor medida, militar, la convierten, a su juicio, en su nuevo competidor estratégico. En Washington, las posibles alianzas sino-rusa y sino-germana inquietan más que la sino-islámica que presagia el muy leído Huntington.

 

En los últimos años, la tensión entre estadounidenses y chinos ha ido in crescendo: episodios gravísimos como el bombardeo de la embajada china en Yugoslavia, en 1999, el derribo de un EP-3 estadounidense sobre el mar del Sur de China, en abril e incidentes similares en otras latitudes y, sobre todo, la crisis de pronóstico reservado entre Beijing y Taipei, la cual estos días se ha complicado por la visita con pinta de provocación del presidente taiwanés a la capital estadounidense, los tienen al borde de la guerra. No desperdicie sus misiles en Something'-istán, Mr., tal vez los necesite más adelante.

 

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