Desde que en 2018 se revelaron las pláticas con Margot Robbie para protagonizar Barbie, mucha gente se mostró dudosa sobre el tema y el abordaje de una película que, en principio, parecía no dirigirse a todo el público. Y es que el tono vistoso de la cinta: colores pastel, glamur y una industria que poco a poco empieza a presentar largometrajes que más parecen comerciales, inflaba las suposiciones de que sería otra película más para generar dinero.
Pero mantener esta postura, entre otras cosas, significa seguir dividiendo al cine “comercial” del “arte”; y sí, coloco comillas porque hace un tiempo, considero, que esa distinción es más un problema que una solución, o cuando menos nubla el criterio de los espectadores. Me parece, pues, que Greta Gerwig, directora de Barbie, pero que ha dirigido otras cintas con tanta carga emocional como Lady Bird (2017) o actuado en otras más como Mujeres del Siglo XX (2016), logró nadar correctamente en cada parte.
Recordemos que, desde su nacimiento, el cine se dividió entre hacer dinero y transmitir emociones y hasta la fecha sigue luchando consigo mismo por no reconocer esa contradicción; Barbie dialogó con cada parte, pues, por un lado, en su primer fin de semana lleva recaudados cerca de 330 millones de dólares y, por otro, muchos se detienen a hablar de las emociones que puso en pantalla, a tal grado de hacer llorar a varias personas.
A Gerwig le fascina hablar de emociones, es algo que ha trabajado prácticamente en todo proyecto cinematográfico al que ha llegado. Y para no citar todas las películas, quisiera recordar únicamente, pero de manera especial, a Lady Bird. En la cinta de Barbie, gran parte de la trama se basa en la relación entre una madre y su hija, problemática en un sentido, pero al final termina siendo un hilo conductor de la narración. En determinado momento, Barbie hace un ejercicio de meditación para ver si su corazón le dice cómo arreglar el problema en el que se encuentra sumergida, y lo primero que ve son recuerdos de una relación entre una madre, interpretada por America Ferrera, y su hija, interpretada por Ariana Greenblatt; de forma que es tal el grado de emotividad, pese a que las dos no tienen buena relación, que de la nada empieza a llorar, sólo para ver a una mujer anciana a la que le dice lo bella que es. Pues bien, en Lady Bird sucede algo similar, la protagonista interpretada por Saoirse Ronan, pese a tener problemas de ego y discusiones con su madre, durante toda la cinta le dice lo mucho que la ama y la defiende de aquellos que consideran que es mala.
La relación entre la madre e hija se magnifica en Barbie no como mero hecho al azar, es más bien la antesala a la tregua y la confianza entre ambas, pues cuando la madre pierde la esperanza ante el reino patriarcal que Ken tomó del mundo real para instalarlo en Barbieland, es la hija quien le da la confianza y la serenidad para no darse por vencida. En ambas cintas se toca con mucha sensibilidad la confianza entre madre e hija, pese a las discusiones que puedan mantener y que pueden hacer creer lo contrario.
De esta manera, y regresando a la idea principal, si lo que se quiere ver en cintas comerciales es que ahí no se puede generar una historia, en la medida en que es posible en la industria cultural, entonces Barbie puede gozar de no reducirse a ello. Las cintas taquilleras difícilmente van a dejar de existir, pero hay directoras como la propia Gerwig que no se dejan influenciar por el apartado comercial que supone el cine de Hollywood hoy en día; al contrario, vierten temas actuales con taquilla; talvez incluso el cine no llegue a eliminar su propia contradicción. Barbie será de esas cintas que se pongan ante el gran público y remuevan conciencias para cualquier dirección, esto es, dejar de ensalzar los propios prejuicios y proponer de nueva cuenta una tabula rasa a los espectadores, ver cine por ver, dejar que aflore el llanto y hacer un llamado al pensamiento crítico, pasar un buen rato distrayéndose, pero recordar que allí afuera hay un mundo que tiene sus propias complejidades y que siempre es bueno es recodar a través del cine.
