Estos días hay que demostrar la calidad humana con la gente que tiene que trabajar en la vía pública bajo candentes rayos del sol y a temperaturas de más de 30 grados, al menos en nuestra ciudad de Puebla.
Para ellos usted y yo bien podríamos salir a la calle con botellas de agua, frutas, con las gorras arrumbadas en casa, para compartir lo elemental que a usted le sobra frente a la necesidad de ellos.
Decía la hermana Teresa de Calcuta, “darlo todo hasta que quede bien repartido”, porque nadie es tan rico que no necesite de los demás y nadie es tan pobre que no tenga qué compartir.
Unos dulces, unas galletitas siempre se pueden compartir, al igual que unas camisas y blusas de manga larga que hace un año ya no usamos y que le hacen falta a mucha gente para quedar a salvo de la agresividad de los rayos solares.
Es hora de comenzar.
El sentido de las inversiones
Blas Cernicchiaro Maimone es un empresario con una visión y convicción especial para hacer negocios.
No le preocupa el retorno en una inversión, sino la satisfacción de contribuir a rescatar aquello que forma parte de un patrimonio colectivo.
Cuando decidió hace 30 años hacer del casco de la Hacienda La Noria, un complejo gastronómico y cultural, tenía además de ilusiones, una visión y una meta para compartir con los poblanos y visitantes.
Cuando abrió las puertas del restaurante, ofreció una carta con los platillos y antojos que más disfrutan los poblanos, pero además elaborados al pie de la letra siguiendo las recetas de mayor tradición que forman parte del patrimonio gastronómico de las familias poblanas.
Con tal gusto decidió la carta de alimentos, que lanzó la famosa torta con huevo estrellado que se colocó en la preferencia de los poblanos que no solo iban a disfrutarla cómodamente en una mesa, sino que las encargaban por el toque que le daban inigualable.
Otro de los platillos favoritos al día de hoy es el de antojitos ofrecidos en miniatura, al que ni los que están a dieta pueden pasar por alto.
En sus salones y terrazas ahora tan de moda concurren a disfrutar de un verdadero banquete de platillos poblanos, lo mismo financieros, que grupos de señoras de fiesta, religiosos, empresarios, profesionistas, intelectuales, artistas, políticos, etc. etc.
Blas Cernicchiaro otro día tuvo la oportunidad de rescatar una vieja casona en el corazón del turístico Barrio de los Sapos, y creó el concepto de Restauro, hotel y restaurante que dentro de sus instalaciones recrea los espacios del siglo pasado.
Siempre con una visión especial, en una tercera etapa consigue en la 3 Sur 108 un viejo inmueble en ruinas, denominado La Colecturía, en donde hace tres siglos se recolectaba el diezmo agropecuario del obispado.
En este hoy además de ofrecer servicio de alimentos a la carta, se impulsa un programa de huertos con invernadero para asegurar a los comensales los alimentos mejor preparados con productos del huerto a la cocina y a la mesa.
En estos proyectos Blas ha sabido integrar un buen equipo de trabajo con arquitectos, artistas como el maestro José Lazcarro y Raymundo Sesma, que han sabido darle un toque especial desde a los platos, la vajilla completa, la curación de los espacios, el ambiente y un todo que los hace diferentes, no uno más.
Con poblanos de esta talla la generación en turno está dejando huella.
 
               
	   
															