Pertenezco a una generación que con esfuerzos ha podido enfrentar los retos del manejo de los dispositivos inteligentes y con mucha disposición día con día aprende algo de estos y avanza.
Panorama muy distante al de las nuevas generaciones que desde bebés, antes de cumplir su primer año ya andan con tableta o celulares tecleando con entusiasmo.
Algunos de mi generación que están desvinculados de una actividad, se van por la fácil y terminan satanizando a los dispositivos y las redes sociales.
Pero hay que reconocer que gente sin necesidad alguna ha asumido el reto y guiada por jóvenes voluntarios, familiares y allegados, se han puesto las pilas y se dejan guiar, enseñar por parte de jóvenes con sensibilidad para compartir el manejo de “sus tesoros”: una computadora, una laptop, una tableta, un teléfono.
Así, todos quedamos conectados y podemos actuar.
Pero lamentablemente hay gente que no se decide a dar el paso y se va por la fácil, la de satanizar a los instrumentos, las redes y su contenido.
Garrafal error, según escuche a un elemento de la policía cibernética, que invitó a sumarse a la cultura digital para no rezagarse y convertirse en una analfabeta digital con necesidades y pocas posibilidades de tener acceso a la vida contemporánea.
La recomendación hoy es aceptar el apoyo de los jóvenes para ingresar al medio que ofrece información y guía sobre los temas que hacen el día a día.
Los datos del INEGI revelan que apenas el 11 por ciento de la población de 55 años interactúa, estudia, investiga y se comunica por medio de las redes que se han convertido en una necesidad para prevenir fraudes.
Por lo que la recomendación es acercarse al mundo tecnológico para avanzar sin importar los años, y con la finalidad de compartir experiencias de muchos años.
La cultura digital tiene mucha información que permite avanzar, hay que hacerla aliada, no enemiga. Da más de lo que quita.
