Viernes, 26 de Julio del 2024
Martes, 11 Abril 2023 01:10

La fe que salva

La fe que salva Escrito Por :   Irma Sánchez

Los sociólogos sostienen que no importa en quien se crea, lo importante es que el individuo tenga en quien confiar y a quien encomendarse.


 

La pandemia puso a prueba a todos.

 

Tras una ola de bajas en todas las familias, la sociedad regresó a su fe.

 

Así se comprobó.

 

Ante el panorama desolador en todos los órdenes, la gente buscó en quien confiar sus penas.

 

La sociedad distante a las religiones desempolvó a sus santos y volvió a encomendarse.

 

El fenómeno se produjo en todas las religiones y creencias.

 

Por lo que se refiere a la católica, pese a que los templos permanecieron cerrados, no faltó el espacio para orar, para encomendarse y buscar la bendición cuando fue posible interactuar con un religioso.

 

Ese reencuentro con la fe, con el ser supremo, ésta semana santa se confirmó en todos los templos repletos y en todos los oficios.

 

Los sociólogos sostienen que no importa en quien se crea, lo importante es que el individuo tenga en quien confiar y a quien encomendarse.

 

Por eso se considera que el retorno a la fe, es sano para el hombre y para la sociedad, que hoy tiene a quien encomendarse.

 

Se cita que mientras los mayores regresan y abrazan su religión, los más jóvenes se declaran agnósticos, comúnmente llamados ateos.

 

Ese núcleo de la población se considera que cuando llegue a la cuarta década de la vida, optará por alguna de las religiones, pero definitivamente no seguirá a la deriva, de acuerdo a las experiencias.

 

El fenómeno no es privativo de México, se da en cualquier latitud y es cíclico con jóvenes ateos y adultos con retorno a una religión.

 

Por hoy se destaca que pasada la semana santa, el balance confirma la necesidad de la sociedad de tener una religión para confiar sus bajas, rescatar la fe en el mismo hombre.

 

Por todo esto se reconoce la libertad de culto del que gozan la totalidad de las sociedades, y se reprueba lo que ocurre en países como Nicaragua, en donde se persigue y encarcela a los practicantes de la religión católica.

 

La pregunta es ¿Qué le queda a una sociedad condenada por su fe?

 

O más bien ¿Qué le queda a un sistema que condena por la fe de sus gobernados?  

 

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