Friday, 26 de April de 2024


G20, un teatro guiñol




Escrito por  Guillermo Barba
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Este domingo terminó un encuentro más de los ministros de finanzas y banqueros centrales del G20, celebrado el fin de semana en Australia. Este grupo es un foro cuyos miembros, incluyen a las 19 mayores economías del mundo más la Unión Europea.

En su comunicado oficial, el G20 sigue dando muestras de que se comporta solo como un teatro guiñol, en el que los que mueven los hilos, están muy contentos haciendo que esos líderes financieros repitan sin cesar el discurso que les han diseñado.

 

 

Lo malo es que esas palabras se transforman en equivocadas acciones políticas y económicas que no nos conducen a una salida real de la crisis que inició en 2008, cuyos orígenes reales por cierto, se remontan tan lejos como a la desmonetización de la plata en el siglo XIX, y a la del oro en el siglo XX.

 

 

En este largo proceso, que un científico monetario como el Prof. Antal E. Fekete considera un hecho artero y planificado, el concepto de crédito fue entremezclándose con el de dinero hasta fusionarse por completo. Por eso hoy el “dinero” es en realidad dinero fíat, es decir, un papel o dígitos en cuentas bancarias que no son otra cosa que una deuda, pero que a la gente se le educa para que crea que es dinero de verdad.

 

 

La diferencia estriba en que ese dinero de verdad es un extintor de deuda, un pago en sí mismo.

 

 

Por ello el oro y la plata sí lo son, pues quien los recibe se da por pagado con una mercancía de valor real que puede atesorar para siempre. Esto no sucede con el “dinero” de papel del que las personas tienen que deshacerse lo más pronto posible, pues su valor aparente disminuye a gran velocidad y no puede ser guardado por mucho tiempo. Los gobiernos corrompen su propia divisa.

 

 

Por todo ello, la idea de impulsar la economía con deuda, consumo y crédito que se expanden de manera exponencial, solo puede existir en un sistema de dinero fíat, pues a diferencia del oro y la plata, este sí puede ser creado ilimitadamente a costa de sus defraudados tenedores, y de todos los que día con día se esfuerzan cada vez más por ganar cada vez menos de ese falso dinero.

 

 

Hoy vivimos la fase final de este largo experimento universal de dinero fíat y deudas al infinito, pues alcanzamos el punto en el que ya ni siquiera con dosis históricas de “estímulos monetarios” –eufemismo que se refiere a la impresión masiva de billetes- en las economías más grandes del orbe, ni con permanentes déficits fiscales, es posible seguir expandiendo el crecimiento económico.

 

 

Así lo confirma una vez más el propio G20, que en su declaratoria asegura que “A pesar de estas mejoras recientes, la economía global continúa lejos de alcanzar crecimiento fuerte, sostenido y balanceado. Estamos de acuerdo en que la economía enfrenta todavía debilidades en algunas áreas de la demanda, y que el crecimiento está aún por debajo de las tasas necesarias para que hacer que nuestros ciudadanos regresen al empleo y cumplan sus aspiraciones de desarrollo”.

 

 

El punto 3 del comunicado continúa haciendo explícitas sus falsas teorías: “Reconocemos que la política monetaria debe seguir siendo acomodaticia en muchas economías avanzadas, y que debe normalizarse a su debido tiempo, mismo que estará condicionado a la perspectiva de estabilidad de precios y crecimiento económico.” Énfasis agregado.

 

 

En pocas palabras, el G20 renueva votos en su compromiso de estimular la demanda global por medio de más “flexibilización cuantitativa”, y se fija como meta un crecimiento del PIB colectivo de más de 2 por ciento durante los próximos 5 años, o sea más de dos billones de dólares en términos reales.

 

 

Para lograrlo, el G20 dice además que tomará acciones concretas como “incrementar la inversión, elevar el empleo y la participación, incrementar el comercio y promover la competencia además de las políticas macroeconómicas.”

 

 

Todo ello nos habla de que las erradas teorías monetaristas y keynesianas se encuentran al mando: las primeras, dominando bancos centrales, y las segundas, gobiernos de estos países. Un intento de planificación central evidente, ha sustituido al libre mercado.

 

 

No han sido suficientes todos estos años de fracasos en levantar el crecimiento económico mundial, para darse cuenta de que si siguen empleando las mismas políticas obtendrán siempre idénticos resultados: más deuda, dispendio, burbujas de activos (índices bursátiles, bonos, divisas, etc.) y acumulación de oro y plata en manos privadas, pero menos producción, empleo y desarrollo.

 

 

La “debilidad” de la demanda como la llama, y su temor a las “presiones deflacionarias”, son síntomas de un mal mayor y no la causa de la enfermedad económica, pero eso no es capaz de verlo el G20.

 

 

De este modo, los países miembros –incluido México, se han convertido en meros títeres de las malas ideas impuestas por una élite, que tras bambalinas, continúa beneficiándose del statu quo y de su brazo ejecutor: el dinero de papel.

 

 

Por eso veremos pasar decenas de encuentros y cumbres, pero que no traerán cambio alguno de fondo. El G20 y otros foros, seguirán repitiendo lo mismo como si de rezos inmutables se tratara. Solo cavan más profundo el agujero donde estamos.

 

 

Mientras tanto, esa misma élite a la que hemos aludido, seguirá solapando la colosal transferencia de oro de Occidente hacia Oriente –en particular hacia China, para empoderarse a tiempo y otra vez sacar provecho del nuevo sistema que resurgirá de las cenizas del actual, cuyo final trágico, es inevitable.

 

 

En ese reinicio, como hemos adelantado, quedará claro que no hacía falta más deuda, consumo y crédito, sino lo opuesto: más ahorro, austeridad y formación de capital. Para entonces, las naciones que sí lo hicieron y atesoraron dinero auténtico, el oro, pondrán las nuevas reglas, desplazarán al dólar y serán las voces más fuertes en el Fondo Monetario Internacional.

 

 

Ojalá que dentro de la academia y la intelectualidad, las pocas voces que hoy criticamos y cuestionamos a las corrientes predominantes, seamos acompañados. La auténtica solución a las tribulaciones económicas que nos aquejan, pasan por dejar de lado los viejos dogmas que nos trajeron hasta aquí, y construir sobre cimientos sólidos.

 

 

De no hacerlo, el cáncer del dinero fíat que corrompe el presente de nuestra sociedad, a la par que carcome el progreso y futuro de la humanidad seguirá avanzando, condenando a cientos de millones de personas a un final que no merecen, pero del que no los podremos salvar.

 

 

 

 

 

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