Saturday, 18 de May de 2024


La velocidad del cambio: nada dura debido a la Revolución de las Expectativas de Konzevik




Escrito por  Arturo Rueda
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Esta teoría también explica los movimientos juveniles en el mundo que ocurrieron con la Primavera Árabe, los indignados de España y Wall Street, y también podría explicar la irrupción de la juventud mexicana a partir de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y el riesgo de tener en las calles a miles de jóvenes que son millonarios en expectativas pero pobres, pobrísimos, en realidades. También, pese a que su victoria electoral no tiene ni tres años, a Peña Nieto lo reprueben ampliamente en su desempeño como presidente

En un repertorio inusualmente mediocre para el nivel de personajes que ha visitado La Ciudadde las Ideas, dentro de lo poco rescatable en la edición 2014 será la visita, por tercera vez, de David Konzevik, ilustre creador de la Teoríade la Revolución de las Expectativas, imprescindible para entender la vorágine del mundo posmoderno. La primera elaboración de ella, presentada cerca del año 2000, establecía que “una vez que la información es instantánea, tenemos que replantearnos las cosas. Los pobres de hoy son ricos en información y millonarios en expectativas. Trate mal a un cliente y podrá verlo convertido en su mayor competencia. En el momento que tengo acceso a toda la información, mi vida cambia radicalmente. La comunicación instantánea parece poner en jaque el sistema de poder tradicional”.

 

 

La instantaneidad de la información que hoy nos provee el nuevo sistema de medios digitales, así como las redes sociales, ha barrido con los sistemas tradiciones de control. Nada perdura: ni una exclusiva, ni el prestigio político, ni las ideologías, partidos, asociaciones. Todos los éxitos son fugaces, así como las victorias. Pero se trata de un espiral de deterioro que nada resiste, lo que nos lleva a generar nuevas expectativas que luego, otra vez fugazmente, se ven derrotadas.

 

 

Un ejemplo de ello es el conocimiento: hace un siglo se calculaba que el corpus de conocimiento de un área de ciencias naturales o sociales permanecía estable a lo largo de 40 años, el mismo tiempo que duraba una vida profesional. Según Konzevik, ahora el corpus de conocimiento se renueva cada cuatro años, lo que obliga a un replanteamiento velocísimo de los planes de estudio, así como la necesidad de estudiar maestrías o especializaciones para seguir el ritmo de la elaboración del conocimiento. Otra vez, nada dura, ni permanece.

 

 

El mismo efecto se da en la política. Pongamos el ejemplo de Obama en Estados Unidos: en 2008, unánimemente era visto como la esperanza mundial para reorientar a la potencia hegemónica. Sus discursos eran alabados de forma global, su modelo de campaña y recolección de fondos fue objeto de estudio en la academia. El primer Presidente negro en Norteamérica abría una nueva etapa en el respeto a los derechos civiles y humanos. Apenas seis años después, Obama está hecho polvo: en las elecciones del martes perdió el control de la Cámara de Senadores y se confirmó que los demócratas continuarán siendo minoría en la de Representantes.

 

 

Con minoría en ambas cámaras, a Obama solo le queda languidecer en los dos años que restan a su mandato. ¿Hizo algo muy mal que le mereciese el castigo del electorado? ¿Hubo torturas o desmanes como en Abu Ghraib? ¿Provocó alguna guerra como Bush? No. Simplemente los electores lo han castigado porque no estuvo a la altura de las expectativas que ellos mismos generaron.

 

 

La crisis de Obama es un espejo en el que se ven todos los políticos del mundo, incluidos los mexicanos y los poblanos. Durar es realmente difícil y estar sometido al desgaste instantáneo de las redes sociales, un infierno. El prestigio construido en años, gracias a la viralización, puede derrumbarse en horas.

 

 

La misma teoría de la Revolución de la Expectativas se aplica a las empresas, globales, nacionales, locales o megaemporios. La tesis es que los consumidores nos sofisticamos a diario. Ya no nos conformamos con un teléfono para comunicarnos, ahora queremos que sea agenda, cámara, que nos conecte a internet, que tenga un diseño de vanguardia. Día a día nos volvemos más exigentes. La Globalización es el paraíso del consumidor, pero el infierno del empresario. Hay que repensar lo pensado y pensar lo no pensado. Así, por ejemplo, Apple, Samsung, Sony, cada cierto tiempo nos presentan el mismo producto, pero ahora mejorado, en una nueva versión, con otras características, Iphone4, Iphone 4S, Iphone 5, Iphone 5C, Iphone 5S, Iphone 6, Iphone 6 VIP y así al infinito.

 

 

Los medios de comunicación no se escapan tampoco a esta revolución. De entrada, el concepto de exclusiva o breaking news ha desaparecido. Tan pronto uno la sube a un portal o lanza un tuit, es replicado instantáneamente hasta el infinito por otros portales o cuentas. El bombardeo noticioso minuto a minuto provoca una competencia que, a menudo, resta calidad a lo que era el periodismo de antaño, así como precisión. La sobre exposición de las figuras políticas, a menudo, solamente abona a su desgaste, pero la retroalimentación que dan las redes sociales le dan a los medios la oportunidad única en su historia de interactuar con su audiencia.

 

 

La Revoluciónde las Expectativas de David Konzevik también explica los movimientos juveniles en el mundo que ocurrieron con la Primavera Árabe, los indignados de España y Wall Street, y también podría explicar la irrupción de la juventud mexicana a partir de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y el riesgo de tener en las calles a miles de jóvenes que son millonarios en expectativas pero pobres, pobrísimos, en realidades. También, pese a que su victoria electoral no tiene ni tres años, a Peña Nieto lo reprueben ampliamente en su desempeño como presidente.

 

 

En verdad, no se lo pierda. Viernes de 14:30 a 15:30, David Konzevik, el único pensador que está entiendo la velocidad del cambio. Y casi lo único que vale la pena de esta edición 2014 de La Ciudad de las Ideas.

 

 

 

 

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