Saturday, 04 de May de 2024


Morenovallistas, paren su euforia, demanda el CEN del PRI: sus razones




Escrito por  Arturo Rueda
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Pero lo peor es la falta de compromiso y disciplina de los propios priistas, temerosos de enfrentar al aparato morenovallista. Dos ejemplos: pese a tener la candidatura en la mano, Nancy de la Sierra y Carmenchú Izaguirre declinaron de plano para ir por Teziutlán y Tehuacán, y ya le comunicaron al CEN que mejor no, que prefieren quedarse cobrando en el erario federal muy cómodamente como delegadas de Prospera y Relaciones Exteriores. O sea, “le sacaron”

Que le bajen a la euforia los morenovallistas, advierten desde el CEN tricolor, porque la candidatura de Ana Teresa Aranda bajo las siglas del PRI-PVEM es la primera, pero no la última de las sorpresas que tienen preparadas desde Insurgentes Norte para poner piso parejo en la contienda. Sin dejar de reconocer la ventaja momentánea de la que gozan los morenovallistas, los estrategas del tricolor piden considerar varios elementos de coyuntura política, historia electoral, cálculos de participación, capacidad de movilización de estructuras y agenda mediática, antes de realizar un juicio arriesgado sobre el número de distritos que pueden ganar y perder. El medio, sin embargo, es el mensaje: colocar en la batalla a “La Doña” es un correo agresivo, indicativo de que no hay acuerdo ni por accidente.

 

 

La primera razón que maneja el CEN para calmar la euforia tiene que ver con la historia electoral: según sus cuentas, en 2009 se llevaron el carro completo, y en 2012, obtuvieron 12 de los 16 distritos. La tendencia, según sus operadores, es que por lo menos obtengan 10 distritos electorales, entre ellos cuatro que nunca han perdido: Huauchinango, Izúcar de Matamoros, Ajalpan y Zacapoxtla, ni aún en la catástrofe de la elección federal de 2006.

 

 

Esta tendencia histórica, dicen, se reafirma por el hecho de que a diferencia de lo ocurrido en los comicios locales 2010 y 2013, cada partido se enfrentará por sí mismo, y no una alianza en contra del PRI. Es decir, el morenovallismo no podrá aplicar la exitosa fórmula de todos con el PRI. Un ingrediente extra es que sus aliados tradicionales como Nueva Alianza y el PRD tendrán que trabajar por su propia supervivencia, por lo que no podrán desviar operadores ni liderazgos a reforzar a los candidatos panistas, excepción hecha en el Distrito XIV en el que el morenovallismo será representado por Gerardo Islas.

 

 

Como en un curso de superación personal en el que aplican las lecciones de Paulo Coelho, los priistas se dan ánimos con más argumentos. Por ejemplo, que las elecciones intermedias son de estructuras, caracterizadas por una baja participación de los electores. En esta ocasión, las encuestas muestran una tendencia a la baja, pues ni siquiera cuatro de cada 10 ciudadanos planean acercarse a las urnas, resultado de la decepción que permea a todo el sistema político. Lejos de verlo como una desventaja, los tricolores lo ven como una oportunidad, pues los críticos de Peña Nieto no expresan intenciones de salir a votar.

 

 

De esa forma, los comicios de 2015 en Puebla se van a definir por el voto duro de los partidos, territorio en el que el PRI es más fuerte. Y por si hubiera dudas, ya se hacen suculentos ofrecimientos a los panistas resentidos que quedaron fuera de cualquier oportunidad con el “toma todo” morenovallista, especialmente de la base panista dura. En esa lógica debe entenderse la eventual candidatura de Ana Teresa, quien en el Distrito XI fracturaría un bastión azul, abriendo posibilidades de recuperar cuando menos dos demarcaciones de la capital.

 

 

Ensimismados en su optimismo, César Camacho e Ivonne Ortega no quieren ver los “asegunes” de sus teorías. Uno, que la imbatibilidad del PRI en elecciones federales es falsa. En 2006 perdieron 12 distritos y en 2012, su candidato presidencial fue superado por Andrés Manuel López Obrador pese a que ganaron 12 distritos.

 

 

Pero lo peor es la falta de compromiso y disciplina de los propios priistas, temerosos de enfrentar al aparato morenovallista. Dos ejemplos: pese a tener la candidatura en la mano, Nancy de la Sierra y Carmenchú Izaguirre declinaron de plano para ir por Teziutlán y Tehuacán, y ya le comunicaron al CEN que mejor no, que prefieren quedarse cobrando en el erario federal muy cómodamente como delegadas de Prospera y Relaciones Exteriores. O sea, “le sacaron”.

 

 

Otros de plano prefieren negociar por abajo del agua: Fernando Morales, que ya se impuso a Néstor Camarillo en Ciudad Serdán, tiene una reconocida cercanía con el gobernador. Con la mediación de su concuño Gali, Estefan Chidiac ya se acercó a Casa Puebla para dar garantías de estrecha colaboración en San Lázaro si no lo madrean en la campaña. Y Carlos Sánchez hizo lo mismo luego de derribar a Janet González para imponer a su esposa Angélica Salazar, y que sus dos únicas peticiones son que Eukid ya no le vuelva a gritonear y que sus cuentas públicas sean aprobadas por favorcito.

 

 

¿Poner piso parejo? A menos que el CEN tricolor prepare un golpe mediático de proporciones importantes, no se ve cómo, ya que ni siquiera la mayoría de los medios locales le darían seguimiento. Y francamente, lo de Ana Teresa suena más a disparate producto de la desesperación que a una idea genial, pues los mejores años de “La Doña” para recorrer calles y pedir el voto, pasaron hace mucho.

 

 

De esta manera, el PRI de César Camacho e Ivonne Ortega le apuesta a lo mismo de siempre: baja participación y voto duro. Son sus dos únicas armas. A la mera hora, van a tener que ir a tocar la puerta de Casa Puebla para pedir un acuerdo y no quedar en ridículo.

 

 

 

 

 

 

 

 

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