Friday, 17 de May de 2024


Elite política nacional = Escrutinio permanente de medios nacionales




Escrito por  Arturo Rueda
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Pero algo no acaba de acomodarse en el proceso de comunicación como demostró la lenta reacción a la aprobación de la #LeyBala: no solamente la falta de reflejos para acotar la madriza injusta —los puntos polémicos fueron eliminados en el dictamen final que los diputados votaron— por parte de los medios, activistas, organizaciones e intelectuales ligados a la izquierda mexicana. También se mostró la falta de estrategia desde la Secretaría General de Gobierno

Si no es por la construcción de su proyecto presidencial para 2018, por haberse convertido en el agente decisivo de la reelección de Gustavo Madero o por el escándalo de la #LeyBala, Moreno Valle está en todos los medios nacionales. Literalmente, en el ojo del huracán. Ni la presidencia de la Conferencia Nacional de Gobernadores, ni su gestión de casi cuatro años al frente del gobierno poblano, le dieron tanta vitrina mediática. El efecto acumulativo de su creciente influencia nacional ya se siente, con todas las consecuencias que ello implica. Guste o no, el mandatario poblano ya es uno de los 20 personajes preponderantes de la política mexicana. Esa creciente percepción mediática, sin embargo, tiene un origen que a la vez es un riesgo: la curiosidad de muchos estamentos sociales, económicos y mediáticos para saber quién es ese Moreno Valle que puede buscar la Presidencia en 2018.

 

 

Así que de aquí a que ese proyecto continúe consolidándose, el gobernador poblano pasará ineludiblemente por la pasarela de los medios nacionales de comunicación que, con mayor frecuencia, voltearán a Puebla para desentrañar el estilo gubernamental, el talante político, sus tendencias económicas, sus ideas sobre cómo gestionar. Un escrutinio permanente de sus errores, deslices, corrupciones, logros y excesos. A un Animal Político Nacional corresponde el juicio de los Medios Nacionales de Comunicación.

 

 

El morenovallismo, en teoría, estaba preparado para esa circunstancia inevitable de la ascendente carrera política del gobernador. Incluso importó al ex vocero de Javier Lozano Alarcón en la Secretaría del Trabajo, Héctor Alcudia, para atender exclusivamente a periodistas y dueños nacionales de medios de comunicación. Fernando Crisanto fue desplazado de esas funciones, despojado del título de vocero, para permanecer solamente atento a la jauría local cuasi domesticada.

 

 

Pero algo no acaba de acomodarse en el proceso de comunicación como demostró la lenta reacción a la aprobación de la #LeyBala: no solamente la falta de reflejos para acotar la madriza injusta —los puntos polémicos fueron eliminados en el dictamen final que los diputados votaron— por parte de los medios, activistas, organizaciones e intelectuales ligados a la izquierda mexicana. También se mostró la falta de estrategia desde la Secretaría General de Gobierno: pese a que los puntos polémicos fueron eliminados, los diputados no salieron a cantar el logro de dejar satisfechas las peticiones del Nodo de Derecho Humanos o de Artículo 19.

 

 

Los diputados votaron el dictamen de la #LeyBala y se fueron a su casa. El único que reaccionó empeoró las cosas: Franco Rodríguez publicitó en su cuenta de Twitter una versión de dictamen final que, en realidad, tampoco fue el decreto publicado en el Periódico Oficial del Estado. Entonces, creció la percepción de que el Ejecutivo le metió mano a la hora de publicar, violando todo procedimiento legislativo y rasuró el polémico artículo 46.

 

 

El análisis del decreto no deja lugar a dudas: es falso que ocurriera una rasurada del dictamen, una modificación ilegal en la publicación del Periódico Oficial. Hubo por lo menos cinco modificaciones sistemáticas que evidencia la intención de DESARMAR la #LeyBala. Por ejemplo, se eliminó el inciso IV del artículo 9 en el que desapareció como cuarto grado del uso progresivo de la fuerza el uso de las armas de fuego para “legítima defensa de la vida o para evitar afectaciones a la integridad física graves”.

 

 

También a lo largo del capítulo IX del dictamen que a partir de este día entra en vigor, se eliminó de tajo el calificativo de violentas para definir a una manifestación y el artículo 46 fue rasurado para darle más contundencia a la prohibición expresa del uso de armas al dispersar a los manifestantes.

 

 

Pero nadie debe pasar por alto que el escándalo nació con la iniciativa que turnó Moreno Valle al Congreso: un documento que de origen sí exhibía dureza, autoritarismo, especialmente al regular la aplicación de la fuerza a las manifestaciones sociales. La reacción de la chairada nacional fue contundente pero inexacta, carente de rigor periodístico porque nadie buscó el dictamen aprobado. Excepto CAMBIO.

 

 

El morenovallismo, como fuerza nacional creciente, debe acostumbrarse al nuevo escrutinio permanente de los medios nacionales de comunicación. Los reflejos para reaccionar no solamente deben estar más prestos, sino que la estrategia debe cuidarse en toda la línea: desde que se lanza un proyecto, pasando por las cuestiones legales. Al final, Moreno Valle consiguió lo que quería: vitrina mediática y pasarela nacional. Pero tiene su costo: se llama el ojo del huracán.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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