Tuesday, 07 de May de 2024


La guerra por la privatización del agua, el eje de la campaña en 2016




Escrito por  Arturo Rueda
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La privatización del agua y los abusos en las nuevas tarifas son temas tremendamente explotables en una campaña electoral porque encuadran perfectamente cómo el gobierno morenovallista se puso al servicio de los intereses de las empresas y no a cuidar el bolsillo de los poblanos. Todo es cuestión de imaginación. Carteles, spots con frases como “¿Pagas 300 por ciento más de agua?... Dale las gracias a Moreno Valle”. El PRI tiene una causa perfecta, aunque todavía le falte capitán

Dando y dando, pajarito volando. El breve pero intenso escarceo entre Rafael Moreno Valle y el PRI-gobierno federal terminó cuando el gobernador poblano se declaró vencido tras la clausura de Profeco a Concesiones-SOAPAP, la empresa a la que se privatizó el servicio de agua por los siguientes 30 años, y giró instrucciones a sus aliados en Jalisco y Nuevo León para que desistieran de la incorporación de las candidaturas comunes a las leyes electorales de esos estados. En respuesta, del mismo lugar de donde salió orden de clausurar, se instruyó a quitar los sellos en Concesiones-SOAPAP. Con un golpe sutil pero efectivo, Peña Nieto detuvo la expansión del virus morenovallista, además de establecer las coordenadas de la batalla en el 2015 y 2016: el señalamiento constante y continuo para hacer responsable al morenovallismo del incremento exponencial de las tarifas.

 

 

A partir de ahora, toda la política poblana debe entenderse en clave nacional: lo que ocurre allá tendrá consecuencias aquí. Moreno Valle se encuentra en plena fase de expansionismo nacional, y como cualquier analista de guerra sabe, la estrategia por excelencia para frenarlo es crear problemas en su base local. Así, continúa vigente la vieja frase del vocero de la Casa Blanca “Tip” O´Neill Jr: All Politics its Local Politics. En otras palabras: lo que entendemos como política nacional sólo es un reflejo de lo que ocurre en escenarios locales, fuera de las grandes abstracciones o ideologías.

 

 

En efecto, hasta la semana anterior el PRI poblano no tenía líder ni bandera con qué enfrentarse al morenovallismo en las elecciones de 2015 y 2016. Ahora, los términos de la batalla electoral han sido fijados desde el gobierno federal con el golpe que dio Profeco, un organismo federal que reveló el flanco más débil del gobernador poblano: la privatización del agua. Se trata de aprovechar la opacidad con la que el gobierno poblano entregó el contrato por 30 años, las condiciones financieras de éste, así como el qué ocurrió con la contraprestación inicial de mil 400 millones de pesos que, en teoría, debió haber ingresado al erario poblano el 16 de mayo.

 

 

La privatización del agua y los abusos en las nuevas tarifas son temas tremendamente explotables en una campaña electoral porque encuadran perfectamente cómo el gobierno morenovallista se puso al servicio de los intereses de las empresas y no a cuidar el bolsillo de los poblanos. Todo es cuestión de imaginación. Carteles, spots con frases como “¿Pagas 300 por ciento más de agua?... Dale las gracias a Moreno Valle”. El PRI tiene una causa perfecta, aunque todavía le falte capitán.

 

 

Pero Moreno Valle es hábil para tirar lastre. Privatizó el agua cuando sentía que Peña Nieto comía de su mano y lo había convertido en su operador. El gobierno federal lo dejó correr. Pero ahora que se avecina una crisis social por los aumentos, y que el tema fue puesto en los medios tras la clausura de Profeco, el gobernador busca cómo aminorar costos. Por supuesto, la primera medida fue apretar a la empresa Concesiones Integrales para obligarla a cancelar los recibos de pago emitidos en junio, y darle a SOAPAP una función reguladora ante los excesos que el consorcio empezaba a cometer.

 

 

Quizá Moreno Valle, si pudiera, echaría para atrás la privatización pero no puede hacerlo porque la indemnización sería multimillonaria, además de regresar los famosos mil 400 millones. Ahora la única salida para evitar que el agua se convierta en un tema de campaña es que la concesión funcione. Es decir, que en efecto se mejore el abasto, las condiciones de pago, las formas de reclamación y sobre todo, la calidad del agua. Así, cuando el PRI quiera explotar el tema en campaña, el morenovallismo podría tener una salida respaldada por el apoyo social. Pero eso luce difícil porque la gente sí resintió el golpe al bolsillo con los aumentos espectaculares.

 

 

Al final, Moreno Valle fue derribado con un toquecito de la Federación, quien volvió a demostrarle su vulnerabilidad, que pueden acabarlo cuando ellos decidan. O eso creen, porque la clausura de Concesiones Integrales llegó tarde, cuando el Congreso de Tabasco ya había votado la aprobación de las candidaturas comunes en su legislación. Es cierto, no las habrá ni en Jalisco ni Nuevo León, pero el gobernador poblano ya les demostró que también tiene metidas las manos hasta el fondo del PRD.

 

 

Así, el toque de trompeta ya dio la salida para la guerra de la privatización del agua. El PRI tiene un tema sólido, contundente, para explotar en los comicios de 2015 y 2016, pero el morenovallismo tiene tiempo para hacer que la concesión funcione y tener respaldo social suficiente. Bastó un pequeño golpe de la Profeco. ¿Qué ocurrirá cuando otras delegaciones federales se sumen a la batalla?

 

 

 

 

 

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