Con el domingo de elecciones y el ambiente del campeonato mundial de futbol pareciera como si la población hubiera retomado “la mexicanidad”, es decir, el sentimiento de considerarse parte de la nación mexicana; lo cual sucede a cuenta gotas, en pocas ocasiones en nuestro país, pues, desafortunadamente, es un sentimiento que se ha abonado por muchos años a causa del sistema, sobre todo el educativo, y por lo recordado y explicado minuciosamente en la emblemática obra ‘El laberinto de la sociedad’ de Octavio Paz, a saber: el “malinchismo”, que expresa el sentimiento de que ser mexicano es un pesar, que pareciera que se trata de una desgracia y, por ello, hay que pasarlo a segundo término, no repetirlo todos los días, pues lo extranjero, lo de afuera siempre es mejor. Entonces, es necesario que sucedan este tipo de eventos extremos (elecciones, campeonatos mundiales de futbol o, bien, las olimpiadas e, incluso, lo que nos tiene guardado la naturaleza, como las tormentas y los terremotos) para que, sintiéndonos solos en este universo depredador, optemos por retomar nuestra mexicanidad y, de paso, la solidaridad con nuestros semejantes.

En el caso de las elecciones, lo que nos unió fue la invitación a que todos fueran a votar —como si no se tratara de una obligación constitucional— y esto, a primera impresión, parece optimista y de buenos sentimientos, pero si lo analizamos concienzudamente, que el propósito sea nada más el invitar a que las personas acudan a votar es dramático desde varios puntos de vista. Si lo observamos desde la óptica jurídica, es claro que acudir a votar es simplemente una obligación constitucional, pero de la cual no existe una sanción por el incumplimiento; por ende, la ausencia de castigo puede ser una de las razones por las cuales en muchas ocasiones el índice de participación de la población es muy bajo. Por el contrario, vemos que en otras naciones hay sanciones legisladas por el incumplimiento a acudir a votar.

Desde la denominada sociología jurídica, se aprecia que el no acudir a votar es parte de nuestra cultura, pues el incumplimiento a las obligaciones jurídicas es algo que nos distingue, no nada más aquí en México, sino en toda América latina. Es evidente que en nuestra propia naturaleza, normalmente cuando existe una obligación, sobre todo del Estado, ella se toma como una imposición y, por ello, se incumple, se evade o se esquiva. Sin embargo —como bien lo concluye el profesor Carlos Santiago Nino en su obra ‘Un país al margen de la ley’—, el incumplimiento no es por alguna razón o justificación, sino que es simplemente por oponerse. A esto lo denomina: “anomia boba”. Así, pues, no votar es algo muy propio de esa oposición a lo oficial. Ahora bien, al parecer hoy no sucedió de esta manera, la reacción fue distinta, pues bajo la idea de que la ausencia de asistencia era a lo que apelaba el sistema, por esa oposición cultural a lo oficial, la población acudió a elegir.

Y si esa cordial invitación a acudir a votar la observamos desde la óptica de la democracia, es claro que demuestra que estamos aún en los albores de un sentimiento democrático dentro de la población, pues todavía asumimos que no es efectiva nuestra decisión y, por ello, existe una renuencia a votar. Aquí basta con recordar la sentencia de Eduardo Galeano: “En América latina se elige, pero no se vota” (Galeano, Eduardo, 2013); sin embargo, ahora habrá que inculcar, para que avance un sistema democrático, lo que el profesor español Daniel Inerarity respecto a la democracia sostuvo: “El objetivo de la política es conseguir que la voluntad popular sea la última palabra […] Hay que diseñar los sistemas políticos de manera que los malos gobernantes no hagan demasiado daño, el mejor aprendizaje que podemos obtener de los fracasos de nuestras tecnologías que deberían estar configuradas para que equilibren la docilidad a nuestras órdenes con la resistencia frente a ellas.” (Innerarity, Daniel. ‘Política  para perplejos. Barcelona: Galaxia Gutemberg, 2018). Pues bien, esperemos que la mexicanidad sea permanente y no se requiera de eventos extraordinarios como ha sucedido en los últimos años.