Y esto es natural en las campañas ya que se trata de diferenciarse de los demás. Sólo cuando hay un extranjero (como Trump) atentando nuestra dignidad, amistad, soberanía, hay unidad. Pero lo que escuchamos y escucharemos todos los días son declaraciones que defiende a los suyos y atacan a los ajenos. Son épocas de nosotros y los otros.

Pero estudios sobre el comportamiento del consumo de los millenials, muestran que nuestro grupo generacional no es de lealtades hasta la muerte.

Nuestros abuelos o padres decían: “Nací priista y me moriré priista.” “Mi abuelo fue panista, mi padre fue panista y yo también lo seré.” Igual que en el futbol. “Yo soy Chivas forever. Nunca cambiaré.” O sea, en política, futbol y religión prohibido cambiar de opinión. Leal, ante todo. Leal ante la razón. Leal ante el corazón. Leal ante la dignidad. Leal ante la cordura. Pues no…

En religión no aplica porque se trata de creencias, de fe. Pero el futbol y la política no se tratan de fe (aunque a veces parezca).

En el futbol se vale decir yo le voy a tal equipo. Pero reconozco que X o Y equipo esta jugando muy bien. Claro, nunca falla el ardido que no puede aceptar que algún otro equipo lo haga bien.

Pero en política, parece que eso está prohibido. Si eres priista y estás con tus amigos priistas, ni se te ocurra mencionar que te parece chido el impulso a las start ups y tecnología de Anaya. Si eres del Frente, ni se te ocurra decir que tú consideras que Margarita hubiera sido mejor candidata de Anaya. O si eres de Morena, no puedes decir en voz alta (sólo en diálogo interno con tu cabeza) que la verdad es que Meade si se ve un candidato más honesto que AMLO.

Y lo que pasa es que la autocrítica no es parte de las campañas. Sienten que muestran debilidad. O que no están completamente en el barco. Yo creo que se vale decir que votarás por A, B, C o D; pero también se vale reconocer cosas que te gustan de los otros o señalar cosas que no te gustan de tu propio candidato.

Es evidente que cada uno opinará, sentirá y pensará como sus circunstancias lo lleven a hacerlo o como quiera hacerlo. Y es muy respetable los que defienden sus camisetas a capa y espada. Pero para la mayoría de los ciudadanos que no ganaremos un sueldo, un cargo público o algo directamente; pues lo que defendemos son convicciones y pasiones. Y cuando digo pasiones son emociones exponenciadas al mil: no estamos cansados, estamos hasta la madre; no estamos a disgusto, estamos encabronados.

A pesar de estas pasiones, los millenials no somos tan leales como las generaciones anteriores. Las pasiones pasan. Vendrán otras nuevas. Y habrá nuevas ofertas. Y nuevos productos políticos. No estamos casados con algo para siempre. O sea ya no somos forever…