Condición humana.
Estos días la iglesia católica y los católicos –unos buenos practicantes y otros convenencieros– seguimos paso a paso la pasión y muerte de Jesucristo.
Luego de la Cuaresma llegamos al Domingo de Ramos, y recordamos al hijo de Dios victorioso en su entrada triunfal a Jerusalén, en un ambiente de algarabía en el que los vítores están presentes y hay reconocimiento.
Pasaje que hoy en día lo vivimos en el terreno político con los candidatos que ya hicieron la intercampaña y pese a todo lo que les han dicho en las redes, a donde llegan y se presentan son recibidos con aplausos y vítores de parte de sus seguidores o acarreados.
¡Oh el candidato!
A lo largo de su campaña deja que los niños y los ancianos se acerquen a él, para aprovechar selfies y todas las fotografías que se pueden hoy con el maravilloso smartphone.
Oh mira, ni más ni menos que ¡¡¡con el candidato!!!
Y si ese candidato llega, la actitud cambia, tanto de su parte, convertido en servidor público, como por parte de quien lo elogió.
Y aquí vuelve a repetirse la historia, se le pide, se le exige y finalmente se le condena, se le apedrea, se le insulta, como a Jesucristo en los momentos de su pasión y muerte.
Con la diferencia de que en el caso de los actores políticos todo ese ambiente de animadversión hoy con las redes sociales no sólo los coloca en el banquillo de los acusados, sino que hasta los linchan mediáticamente.
Unos huyen y ponen tierra y litorales de por medio.
En tanto, otros no logran poner distancia y con menos suerte son atrapados por la mano justiciera que los exhibe y finalmente enjuicia y aparta del conglomerado de la sociedad que los señala con el índice de fuego.
Historias similares, sin defender a nadie.
Conscientes de que ningún candidato tiene una varita mágica para trabajar, combatir rezagos, poner orden y hacer justicia, en un país en el que su sociedad quiere un cambio, y está indecisa, no sabe si “malo conocido” o bueno por conocer”.
Observe, escuche, analice, antes de tomar la decisión más importante del uno de julio…
¡No sacrifique!
¡No castigue!
¡Sólo decida!