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Miércoles, 29 Agosto 2018 03:05

Moreno Valle se pronuncia contra el continuismo... en el PAN

Moreno Valle se pronuncia contra el continuismo... en el PAN Escrito Por :   Gabriel Sánchez Andraca

El ex gobernador del estado Rafael Moreno Valle dejó sorprendidos a los que vieron la entrevista televisiva que se le hizo en la capital del país, a raíz de que no logró la coordinación de la fracción panista del Senado de la República por las maniobras del grupo de Ricardo Anaya, que parece controlar todo en el PAN.


 

         Dijo que las consecuencias de esa política de cerrazón, para que nadie más que quienes integran el grupo anayista ocupen posiciones de mando dentro del partido, son los resultados de las elecciones del primero de julio pasado, en las que Acción Nacional tuvo una derrota histórica.

 

         El “continuismo” en el poder que practica el grupo anayista, expresó, es el responsable de la división del partido y de las derrotas que sufrió en las últimas elecciones en la capital y en todo el país.

 

         Las palabras de Moreno Valle fueron dichas con mucha enjundia: defendió la democracia y criticó que un solo grupo pretenda decidirlo todo dentro del partido, anulando a los nuevos valores que quieren participar, pero no los dejan. Tan, tan.

 

         En un artículo publicado el lunes en el diario nacional La Jornada, el conocido político oaxaqueño José Murat, ex gobernador de su estado, afirma que si los tres partidos tradicionales , PRI, PAN y PRD, no entienden el mensaje que envió la ciudadanía el primero de julio pasado a través de su voto, estarán en peligro de extinción.

 

        Para evitar su desaparición deberán volverse democráticos. Dice que los tres partidos tienen que revisar su presente para tener oportunidad de un futuro.

 

         Sería un grave error, dice, no entender el mensaje de sus propios cuadros y de la ciudadanía y asumir que no pasó nada, que el resultado fue un accidente pasajero, en una suerte de autismo político o psicología de negación.

 

         Señaló que para el PAN el primer reto sería reconstruir la dañada unidad interna, luego de una serie de defecciones, exclusiones y expulsiones. En otras ocasiones, en los años 90, el PAN, dice, ha sido capaz de reagruparse y emprender el vuelo.

 

          Considera que en el PRD el reto es mayor, luego del desmembramiento de sus cuadros a favor de Morena y los cuestionamientos internos por la integración de sus cuadros parlamentarios, pero la crisis también es una gran oportunidad para revisar lo que no ha funcionado y emerger como una importante fuerza política para coadyuvar a la construcción del México del futuro.

 

          Y con respecto al PRI, su partido, dice que el desafío es erigirse nuevamente desde sus fuertes bases sectoriales y territoriales, sumando, ahora sí, a los estratos emergentes ciudadanos para defender con una buena posición de legitimidad y fuerza un nuevo proyecto de nacionalismo y modernidad desde los valores de la socialdemocracia.

 

          Hay, pues, una opinión generalizada sobre la necesidad de que los partidos políticos principales de este país se renueven, se reinventen y salgan con nuevos bríos y nuevas ideas a reconquistar las posiciones que perdieron en las pasadas elecciones, que como dijo Juan Zepeda, el ahora coordinador de los senadores del PRD: “El primero de julio nosotros esperábamos un ‘tsunami’, pero nos cayó una ‘bomba atómica’”.

 

         ¿Y los partidos de la llamada ‘chiquillería’? Esos realmente no existen. Son membretes que están sólo para hacer alianzas con los partidos principales e históricos, a fin de mantener su registro.

 

         Son tan débiles estructural y organizativamente hablando que dos de ellos, pese a sus alianzas, tuvieron que abandonar la escena política después de las elecciones del primero de julio, por no haber alcanzado la mínima votación exigida por la ley, para conservar dicho registro.

 

         Son organizaciones que en algunos casos tienen dueño y que reciben millones de pesos de subsidio del gobierno federal y de los gobiernos de los estados, que son tomadas como negocio privado de sus propietarios o de sus dirigentes.

 

            ¿Sabe usted cuántos votos obtuvieron los candidatos de oposición en las más importantes elecciones de presidente de la República de la historia reciente de México?

 

            Juan Andreu Almazán, que compitió en 1940 contra Manuel Ávila Camacho, tuvo 151 mil 101 votos, contra dos millones 476 mil del candidato ganador.

 

            Ezequiel Padilla, oponente de Miguel Alemán Valdés en 1946, obtuvo 443 mil 357 votos, contra un millón 786 mil 901, del primer candidato priista.

 

            En 1952 Miguel Henríquez Guzmán, contrincante del priista Adolfo Ruiz Cortines, tuvo 579 mil 745 votos, contra dos millones 713 mil votos de quien resultó triunfador. En esas elecciones por primera vez participó el PAN con candidato a la Presidencia de la República y fue Efraín González Luna, el abanderado de ese partido fundado en 1939 por Manuel Gómez Morín. González Luna obtuvo sólo 285 mil 555 y Vicente Lombardo Toledano, candidato del Partido Popular, fundado por él, sólo alcanzó 72 mil 482 voto.

 

            Ya en las elecciones de 1958, Adolfo López Mateos obtuvo seis millones 767 mil votos y Luis H Álvarez, el segundo candidato del PAN, 705 mil 303.

 

            Díaz Ordaz tuvo en 1964 ocho millones 368 mil votos y su contrincante panista, José González Torres, un millón 34 mil votos. Luis Echeverría tuvo en 1970 11 millones 708 mil votos y el panista Efraín González Morfín, un millón 945 mil votos.

 

            López Portillo no tuvo contrincantes y obtuvo 15 millones 437 mil votos y seis años después, Miguel de la Madrid ganó con 16 millones 145 mil votos, contra tres millones obtenidos por el panista Pablo Emilio Madero y 822 mil del izquierdista Arnoldo Martínez Verdugo.

 

            Carlos Salinas ganó con nueve millones 641 mil votos a Cuauhtémoc Cárdenas que obtuvo casi seis millones de votos. En las elecciones del 94, Ernesto Zedillo ganó  con 17 millones 337 mil votos a Diego Fernández de Cevallos del PAN, que alcanzó una votación de nueve millones 224 mil y a Cuauhtémoc Cárdenas que tuvo una cantidad muy similar a la que había obtenido en la elección anterior, casi seis millones.

 

            Nada que se parezca a la votación obtenida en este 2018 por Andrés Manuel López Obrador, con más de 30 millones de votos. Un récord indiscutible.

 

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