Si no logran apropiarse del gobierno de Puebla, los partidarios de Luis Miguel Barbosa han decidido incendiar el estado. Como dirían en Batman: El Caballero de La Noche: hay algunos que sólo desean ver el mundo arder.

  

En vísperas del resolutivo del TEPJF, la clase política vinculada a Morena ha decidido lanzar su resto generando una percepción de ingobernabilidad aprovechando la debilidad del gobernador Gali, a quien se le acaba el periodo sin la certeza de a quién entregará las llaves de Casa Puebla, si a Martha Erika Alonso, a un interino o a nadie.

 

El paro del transporte público, adelantado en exclusiva por CAMBIO, fue un movimiento extremo que enloqueció a la capital, pero cuyo verdadero objetivo no es la autorización del incremento a la tarifa, sino manchar el último informe de Gali previsto para mañana en el Auditorio de la Reforma.

 

Quien avisa no traiciona, y José Juan Espinosa, en el debate que sostuvo con Marcelo García Almaguer en Juego de Troles, adelantó que Morena no dejaría que Gali se despidiera con broche de oro de su miniperiodo.

 

Barbosa, actuando a través de sus alfiles Biestro, José Juan y el diputado federal Alejandro Carvajal, operó el paro del transporte público que desquició a la Angelópolis y causó inconvenientes a miles de poblanos que llegaron tarde a sus trabajos, ocupaciones, escuelas. Lo importante se logró: generar la imagen de ingobernabilidad.

 

Si no logra hacerse del gobierno, Morena quiere incendiar Puebla. Esa es su doctrina. Generar inestabilidad en medio de la ola de violencia que en apenas cinco días cobró más de 28 muertes.

 

Asesorados por el diputado federal de Morena, Alejandro Carvajal, con presencia del ex líder de El Barzón poblano, un pequeño grupo de concesionarios liderados por Ariadna Galicia, se apersonó en la Subsecretaría de la SIMT para hacer un amago inédito en los últimos 20 años en Puebla: aumentar la tarifa del transporte a 15 pesos o enfrentar un paro que desquiciaría a la capital.

 

Como nadie negocia sobre las rodillas, el subsecretario Vivas les planteó esperar a que el próximo gobierno resolviera la situación del aumento a la tarifa, pero la negativa en realidad era el pretexto que necesitaba los ‘morenos’ para desatar el caos.

 

Por medio de mensajes de audio de WhatsApp —publicados por CAMBIO— se esparció la convocatoria que encontró recepción, pues la tarifa de seis pesos se ha vuelto insostenible para los permisionarios.

 

En otros tiempos, antes de ejecutar el paro, Ariadna Galicia hubiera ido a dar a la cárcel porque quién sabe qué oscuros motivos, y desde dentro del penal se le habrían quitado las ganas de hacer paros. Incluso, en un mal momento, Moreno Valle hubiera recurrido a la ‘Ley Bala’ para despejar las calles en caso de haber ocurrido al paro y luego los bloqueos.

 

Pero a 48 horas del Segundo y Último Informe, se prefirió agotar la línea de la negociación, aunque se sabía que ese grupo lo que buscaba no era un incremento de la tarifa, sino la desestabilización. Desde Casa Puebla se prefirió tolerar el paro antes que recurrir a la coerción.

 

El paro liderado por Ariadna Galicia se quitó la máscara cuando, luego de dos intentos frustrados de negociación en SGG con Diódoro, se movilizaron al Congreso del Estado para ser recibidos por una comitiva morenista que los apapachó al grado de reconocer que la fracción mayoritaria exhortaría al gobierno estatal a ¡aceptar el aumento de la tarifa! En detrimento de los intereses ciudadanos.

 

Como por arte de magia, a la concesionaria Ariadna se le quitó el mal humor y salió hablando maravillas de los diputados de Morena en el Congreso local. Hasta los elogió porque le regalaron una botella de agua.

 

Barbosa quiere ver arder Puebla y por ello aprovecha el peor momento de incertidumbre por el contexto de la resolución del TEPJF, así como la debilidad de Gali de cara a su informe, pero también al periodo que se acaba sin tener la certeza de entregar el ‘changarro’ a Martha Erika.

 

Si Puebla no es mía, entonces no será de nadie, parece que dice el ex senador. Esa es su lógica, y todo indica que vivimos los estertores del conflicto poselectoral.