Viernes, 26 de Abril del 2024
Lunes, 12 Marzo 2018 02:34

El tsunami de López Obrador y cómo afecta a Puebla

El tsunami de López Obrador y cómo afecta a Puebla Escrito Por :   Arturo Rueda

Tony Gali, un candidato sumamente popular, en una elección en la que la participación no llegó al 50 por ciento, y sin jugarse diputados locales y alcaldes, obtuvo poco más de 800 mil votos. Alonso Hidalgo no es ni remotamente popular, pero cuenta con una estructura que la hace estable entre los 800 y 900 mil votos. Así que la jugada es clara: detener la participación e inmovilizar al electorado promorenista


Pasan los días, las semanas, los meses, y entre más se acerca la fecha de la elección presidencial, se confirma la factibilidad del ‘tsunami’ lopezobradorista que varias analistas comenzaron a vislumbrar en diciembre del año pasado, cuando se agotó el entusiasmo que generó el destape de José Antonio Meade, un fuego fatuo, un globo inflado incapaz de existir en la contienda pese a la exitosa campaña negra contra Ricardo Anaya.

 

No hay encuesta que no refleje el crecimiento sostenido del tabasqueño, mientras Anaya y Meade disputan el segundo lugar como perros callejeros. Conforme al sondeo de México Elige, la campaña negra por el lavado del dinero en contra del panista fue exitosa porque logró frenar su tendencia al alza. Pero ese éxito se ensombrece cuando el casillero del ex secretario de Hacienda refleja cuatro caídas al hilo desde el impulso extra que recibió con la cargada mediática de su destape.

 

Con el uso faccioso de la PGR, aprovechando los líos patrimoniales del queretano, Peña Nieto ha logrado evitar que Anaya se le escape al PRI en la contrarreloj que viven ambas fuerzas políticas. Pero el mexiquense se metió solito en la trampa más dramática que puede ocurrirle a un hombre de poder: no elegir a quién poner, sino elegir con quién es mejor perder.

 

Conforme a los últimos acontecimientos, parece que Peña Nieto prefiere perder con López Obrador que con Anaya. Así lo interpretan desde el CEN del PAN: la metralla contra el candidato del Frente no tiene por objetivo que Meade crezca en las encuestas y se vuelva competitivo. Se trata de despejarle a López Obrador las piedras que le quedan en su camino fulgurante a la Presidencia.

 

Si esta hipótesis es real, tampoco sorprende el impacto que genera en el proceso por la gubernatura poblana con base en la tesis de que si López Obrador crece, también sus candidatos de Morena al senado, diputados federales, gobernador, y por último a presidentes municipales y diputados locales. Es decir, desde el proceso nacional no hay barreras de contención a la tendencia al alza de los morenistas.

 

En este momento, si tomamos las dos últimas encuestas publicadas -México Elige y Parametría-, López Obrador anda rondando el 40 por ciento de votación efectiva -porcentaje mayor con el que ganó Peña Nieto en 2012, a una distancia sideral de Felipe Calderón en 2006 y un ‘chirrín’ menos que los 42.5 por ciento con los que ganó Vicente Fox en 2000-.

 

Aplicado ese escenario a Puebla, López Obrador anda ya entre el millón 100 mil y millón 200 mil votos. El problema para el morenovallismo es este: entre más crezca la participación ciudadana calculada en 64 por ciento, todos esos votos se van a los candidatos de Morena, no a los Frentes y muchos menos a los ‘esquiroles’ Michel Chaín del Verde y Alejandro Romero Carreto de Nueva Alianza, contratados para acuerpar a Martha Erika Alonso y atacar a Luis Miguel Barbosa cuando sea pertinente.

 

El morenovallismo sabe que no tiene para dónde crecer, pues su base electoral se limita a los que puedan movilizar sus partidos políticos, incluidos los satélites. Sin entusiasmo popular, el techo de Martha Erika Alonso se ubica por ahí de los 900 mil votos, y eso sumando todo lo que dé las candidaturas comunes.

 

Tony Gali, un candidato sumamente popular, en una elección en la que la participación no llegó al 50 por ciento, y sin jugarse diputados locales y alcaldes, obtuvo poco más de 800 mil votos. Alonso Hidalgo no es ni remotamente popular, pero cuenta con una estructura que la hace estable entre los 800 y 900 mil votos. Así que la jugada es clara: detener la participación e inmovilizar al electorado promorenista.

 

La elección federal parece resuelta: Peña Nieto prefiere perder con López Obrador que con Ricardo Anaya. Pero a Moreno Valle parece que esa pregunta no le ha pasado por la cabeza, pues considera que su estructura le da para sacar el triunfo de Martha Erika Alonso aún in extremis. Pero si las tendencias continúan como van, quizá ese amargo dilema se le tenga que presentar: elegir con quién conviene perder. Si con Enrique Doger o con Luis Miguel Barbosa. Pero ese análisis será motivo de otra entrega.

 

 

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