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Lunes, 29 Enero 2018 02:50

Doger aterrizó: que Dios nos agarre confesados

Doger aterrizó: que Dios nos agarre confesados Escrito Por :   Arturo Rueda

Doger es un fajador y a la militancia le encanta tener a alguien que va a responder golpe por golpe. Si se meten con su familia, responderá en los mismos términos. Y su campaña no se basará en indirectas, sino en ataques con nombre propio. Tanates es lo que no le falta


La contienda por Casa Puebla, ya con la incorporación de Enrique Doger Guerrero como candidato tricolor, luce cardiaca y sin favorito. A diferencia de lo ocurrido en 2010 y 2016 cuando tuvimos una carrera de dos, en 2018 serán tres corredores con niveles de posicionamiento semejante que los hace arrancar en empate técnico.

 

Por supuesto, cada bando tiene sus pros y sus contras.

 

Marta Erika Alonso tendrá a su favor el aparato de gobierno, las instituciones electorales, el apoyo de varios partidos, la ingeniería electoral y mucho mucho dinero. Pero la marea social del descontento contra la reelección marital está en su contra. Moreno Valle es una losa que carga sobre su espalda.

 

En 2010 también Javier López Zavala tenía todo a su favor, pero con la marea en contra de la corrupción marinista terminó por hundirse cuando un discurso efectivo catalizó el descontento. Y eso que Zavala sólo era el hijo putativo de Mario Marín.

 

Su desempeño como candidata, además, es un enigma pues nunca ha sido abanderada ni siquiera a regidora o presidente municipal. Javier Lozano le disparó el primer dardo envenado: no tiene experiencia en la administración pública.

 

Si no fuera por el empuje de Andrés Manuel López Obrador, el senador Barbosa ni siquiera existiría en la contienda. Sus cargos de elección popular siempre han sido plurinominales, su posicionamiento es escaso, además de que fue cómplice en la construcción y consolidación del morenovallismo y sus formas autoritarias de ejercer el poder.

 

Su enésima traición lo acercó a López Obrador y aunque sus recursos políticos, financieros y humanos son escasos, ya es un finalista gracias al empuje de la campaña presidencial del tabasqueño. Hasta el último segundo, aun con la campaña más mediocre, tendrá posibilidades de llegar a Casa Puebla.

 

Doger llega tarde a la contienda, no por su culpa sino por las dudas, negociaciones, acuerdos de Meade, Peña Nieto y el CEN tricolor. Pero es el candidato que el priismo poblano deseaba como prueba de que no hay arreglo y la batalla será real.

 

Su lastre es el PRI, pero aun con esa marca ganó elecciones complejas en 2004 como alcalde y 2012 para diputado federal. A diferencia de sus rivales tiene más experiencia tanto en áreas de gobierno como en el golpeteo mediático. Nadie duda que se va a tirar a matar y dado su historial de diferencias con Mario Marín, difícilmente será infectado con el virus que aniquiló a Zavala y a Blanca.

 

Su candidatura es un acto de valentía, aunque algunos dirán que es kamikaze puro. Pero frente a los miedos de Estefan y el enanismo de Lastiri, se convirtió en la única opción válida a los ojos de Peña Nieto y Meade pese a que no tenía padrinos interlocutores.

 

Doger es un fajador y a la militancia le encanta tener a alguien que va a responder golpe por golpe. Si se meten con su familia, responderá en los mismos términos. Y su campaña no se basará en indirectas, sino en ataques con nombre propio. Tanates es lo que no le falta.

 

La última encuesta estatal de Mas Data, midiendo a los tres posibles candidatos, reveló un empate técnico que se extenderá a lo largo de la campaña sin que ninguno pueda despuntar.

 

Así es el resumen del 2018: Martha Erika puede perder. Barbosa puede ganar. Y Doger va a meterse entre ambos para abrirse paso golpe a golpe hasta convertirse en una opción pese al partido que lo postula.

 

La elección 2018 va a ser una pesadilla más parecida a la guerra de trincheras que a los bombardeos de 2016. Y es que Tony Gali sólo hay uno. Que Dios nos agarre confesados.

 

 

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