Toma Cristina el mando


Recibe de su marido bastón de mando; rinde homenaje a las Madres de la Plaza de Mayo

 

Alejandro Pairone / Agencia Reforma

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Lágrimas y política fue lo que abundó ayer en la ceremonia de asunción de la Presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, donde en un hecho inédito de la historia democrática, el marido le pasó el mando a la esposa.


Fue una ceremonia emotiva que estalló cuando todos los asistentes se pusieron de pie para ovacionar a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, esas viejecitas que enfrentaron a la dictadura y ayer lloraban inconsolables ante ese homenaje.


"Cuento con el ejemplo de Eva Perón, pero también con el de unas mujeres de pañuelos blancos que se atrevieron a donde nadie lo hacía: las Abuelas y la Madres de la Patria", soltó Cristina, y la ovación prolongada hizo llorar a todos.


Aplaudían, y de pie, la Presidenta y su marido, Néstor Kirchner; los miembros de la Corte Suprema de Justicia; todos los legisladores, todos los Presidentes suramericanos e invitados especiales, y hasta los jefes de las Fuerzas Armadas.


La mención distó de ser inocente, y vino tras la reivindicación de la militancia política de los años setenta y un reclamo a la Justicia para avanzar en las causas por violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura.


Igual, varias veces en su discurso Cristina tomó aire para frenar lágrimas que se acumulaban evidentes en sus ojos cargados de rimel, y que habrían de estallar en breve llanto horas más tarde cuando subió al escenario de un festival musical realizado frente a la Casa de Gobierno.


Más temprano había ingresado a la Asamblea Legislativa ante la que prestó juramento con un gesto adusto para evitar el llanto que, por el contrario, no reprimieron su madre, su hija y varias decenas de legisladores, funcionarios y dirigentes sociales.


En la calle, varios miles cantaban y seguían el acto por pantallas gigantes bajo un cielo tan azul como inesperado luego del tornado que azotó Buenos Aires al amanecer, que derribó árboles y voló techos en un presagio de catástrofe que luego mutó hacia la tarde soleada.


Eran militantes de organizaciones políticas, sociales y sindicales que adhieren al proyecto oficial, pero también acarreados desde los barrios pobres de la periferia de la ciudad.


Adentro la emoción y la política seguían su curso vertiginoso en un discurso fundacional de 40 minutos que Cristina improvisó completo sin siquiera un acordeón, y sin acomodarse ni una vez su vestido entallado y el ensamble con encaje color marfil que lo cubría.


En un pasaje, por ejemplo, directamente acusó a Uruguay de haber violado el tratado bilateral por la soberanía compartida de un río homónimo, y lo hizo mirando a los ojos del Presidente Tabaré Vázquez, al que además le prometió sinceridad y fraternidad.


"América latina es nuestra casa, que además tiene nombre de mujer, y el Mercosur es nuestro espacio al que esperamos se incorpore en breve Venezuela para cerrar el ciclo energético, porque energía y alimentos son la clave del futuro que ya es presente", proclamó.


Lo hizo después de reivindicar el multilateralismo y cuestionar la unilateralidad estadounidense que definió como “funcional al terrorismo”.


En ese mismo discurso celebró el acompañamiento de los presidentes suramericanos que el día anterior habían firmado la constitución del Banco del Sur, los mencionó uno a uno


Fueron todas definiciones de un discurso muy político, enfático y con toques de tono fundacional que no le impidieron, empero, tomar el micrófono unas horas más tarde para cantar y bailar con los músicos frente a la Casa Rosada.


Tomada de la mano de la popular Mercedes Sosa, entonó completa "Dale alegría a mi corazón", de Fito Páez, mientras su marido y el Vicepresidente, Julio Cobos, le hacían de coro.


Apenas unos segundos antes, junto al doble ganador del Óscar, Gustavo Santaolalla, y un grupo de artistas, desafinó sin ruborizarse al cantar la emblemática "Himno de mi corazón" tomados de la mano con los brazos en "V", ondulantes y festivos casi como descarga tras un día de tantas lágrimas y política.


 
 
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