Góngora se rebeló al pacto Marín-Calderón

 

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Selene Ríos Andraca / Edmundo Velázquez

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Y de pronto el ministro Genaro Góngora rompió la censura, quebrantó las reglas de solemnidad del pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y en cadena nacional reprodujo íntegra la polémica conversación entre el gobernador Mario Marín y el empresario Kamel Nacif, con todo y sus “mamadas”, con todo sus “jijos de la chingada” y sobre todo, con un énfasis irónico en el “coscorrón” a la “vieja cabrona”.


No faltó el héroe chinga’o, ni el góber precioso que provienen de ese diálogo que detonaron el 14 de febrero de 2006, La Jornada y W Radio que dejaron al descubierto la conjura de las autoridades poblanas y del “Rey de la Mezclilla” para amedrentar y violentar las garantías individuales de la periodista Lydia Cacho.


Góngora, con la paciencia que le caracteriza en el pleno, comenzó su postura relatando un pequeña historia: “Son vísperas de la navidad de 2005 (…) una secretaria enlaza telefónicamente a dos personajes: “Quiúbole, Kamel…”


Esa conversación hacía meses que, a excepción de W Radio, no podía ser escuchada en ningún medio electrónico desde que Víctor Trujillo la transmitió en su “Notifiero” y se ganó una sanción administrativa de parte de la SCT federal, evidenciando así el acuerdo entre Mario Marín con Felipe Calderón.

 

Ese mismo pacto que desapareció al famoso, aclamado y repudiado góber precioso de la radio y televisión, hasta que Góngora Pimentel ante los dioses del Olimpo del Derecho en el país, en el pleno del máximo tribunal de justicia de México, trajo a la memoria al héroe y al precioso.

 

 

 

 


 
 
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