Trafican con comida en prisiones del DF


Denuncian reos y los custodios comercialización ilegal de comida


Yáscara López / Agencia Reforma


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El tráfico de comida es un negocio redondo en los reclusorios del Distrito Federal. Los alimentos adquiridos con recursos del erario público para alimentar a reclusos, empleados administrativos y custodios son comercializados, de forma clandestina, en las "tienditas" instaladas en las cárceles.


Con ésto, crece el desabasto para dar las tres comidas en los reclusorios y las tiendas aprovecha para vender los productos hasta al doble del precio de lo que se venden al exterior, informaron reclusos y custodios entrevistados.


Alimentos como el pollo, embutidos, verduras, frutas, abarrotes y el resto de la comida, aseguran las fuentes consultadas, se resguarda en los almacenes de cada penal, pero los encargados surten las tiendas, que se conocen entre la población penitenciaria como Conasupo.


Las tiendas, en todos los casos, son administradas por autoridades penitenciarias. Les llaman así, porque cuando fueron instaladas las administraba la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo), pero cuando se retiró la paraestatal, la infraestructura que ya existía se quedó en las prisiones y el Gobierno de la Ciudad de México retomó su uso.


Otra parte de los alimentos que llega a los almacenes, y que debería utilizarse para alimentar a la población, también se trafica a los concesionarios de las "tienditas", que son pequeños puestos improvisados en todos los dormitorios y que, según las fuentes consultadas, pertenecen a internos o custodios.


Al permiso para instalar las "tienditas" se le conoce como concesión. Los reclusos o custodios que prefieran tenerla deben dar un dinero a autoridades de la cárcel para poder vender. Se calcula que hay alrededor de un centenar en cada reclusorio, pues existen en todos los dormitorios.


"Cada vez que llegan a surtir el almacén, el encargado ya sabe cuánta mercancía debe separar para entregar a las Conasupo's y a las 'tienditas'.


"Los encargados de las tiendas agarran su diablo(para realizar el traslado) y se surten de jamón, salchicha, chicharrón, refresco que llega regularmente llega los lunes, miércoles y viernes, al Reclusorio Preventivo Norte", aseguran custodios y empleados administrativos.


Los comestibles que llegan a los reclusorios son equivalentes a la mitad del dinero que el Gobierno de la capital del País supuestamente pagó para ese rubro.


De ese 50 por ciento que sólo llega, reparten a las tiendas, pero también encargados del almacén, empleados administrativos y hasta custodios sacan una parte para uso personal, en algunos casos los comercializan en el exterior, aseguran los informantes.


Otra parte también se vende a los concesionarios de pequeños restaurantes que están ubicados en las áreas de visita y que ofrecen comida a familiares de reos los días en que autorizan su ingreso. El permiso para vender esta comida, aseguran, lo entrega irregularmente la Subdirección Administrativa de cada uno de los reclusorios de la Ciudad.


Las fuentes consultadas aseguran que son estas áreas administrativas las que principalmente operan el tráfico de alimentos y son dirigidas por el director administrativo del sistema penitenciario de la capital del País.


Los custodios y reos entrevistados aseguran que en el Anexo del Reclusorio Norte el negocio se ha modernizado recientemente, pues las autoridades permitieron la instalación de máquinas, que por siete pesos, distribuyen comida chatarra y también refrescos.

 


 
 
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