Inconcluso el nuevo trazo en la carretera de la muerte


La SCT despilfarró más de 70 millones de pesos para obras en la Azumbilla-Tlacotepec de Díaz, pero la carretera aún es peligrosa


Ninguna autoridad se ha ocupado de llevarse del lugar la chatarra del camión de la ruta Tlacotepec-Tehuacán que fue enterrado el 4 de julio de 2007, por lo que el latón retorcido y oxidado es un recordatorio latente de que una tragedia similar puede volver a suceder por la negligencia del gobierno marinista


Efraín Núñez Calderón / Eloxochitlán / Enviado


 

Segunda parte

 

Un año y 70 millones de pesos después, la vía Azumbilla-Tlacotepec continúa siendo la “carretera de la muerte”.

 

El 4 de julio de 2007, en el tramo Eloxochitlán-El Tepeyac, se registró un derrumbe que sepultó a 32 personas que viajaban en un camión foráneo. El gobierno marinista prometió reparar la vía y ayudar a los deudos.

 

A los segundos les dio casas inhabitables. Y la remoción del tramo derrumbado no ha sido terminada, razón por la cual, los serranos viven un riesgo constante al verse obligados a transitar por una vía rural llena de piedras, con inclinaciones riesgosas y deslaves a tan sólo unos metros del derrumbe principal.


Un nuevo escándalo por derroche de recursos y negligencia en materia de obra pública está en puerta, luego de que en una inspección ocular realizada por Cambio, se pudo constatar que a pesar de la suma millonaria invertida para corregir las omisiones de la constructora DAP de David Taylor Torres, al gobierno marinista se le fue el tiempo y no ha podido terminar el nuevo tramo antes de la llegada de las lluvias.


Peor aún, los trabajos están detenidos y un nuevo derrumbe a la salida de la cabecera municipal, alerta acerca del riesgo de que Eloxochitlán y las comunidades que se encuentran después de Zacacoapan queden incomunicadas ante el incremento de las precipitaciones pluviales.


Por si fuera poco, ninguna autoridad se ha ocupado de llevarse del lugar la chatarra del camión de la ruta Tlacotepec-Tehuacán que fue enterrado el 4 de julio de 2007, por lo que el latón retorcido y oxidado es un recordatorio latente de que una tragedia similar puede volver a suceder por la negligencia del gobierno marinista.

Suma millonaria,
obras inconclusas


Para la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), el avance en la construcción del camino alterno al derrumbe de Zacacoapan lleva un avance del 98 por ciento, mientras que los trabajos que realiza en el resto de la Azumbilla-Tlacotepec de Porfirio Díaz, catalogados como “contingencias 2007” se encuentran al 100 por ciento.


Sin embargo, en la Sierra Negra se vive una realidad diferente. Y es que el kilómetro que construye la SCT —con valor de 15 millones de pesos— registra deslaves y desprendimientos con el aumento de las lluvias, con lo que se puede constatar que el muro de contención no ha sido bien apuntalado.


La alta suma económica fue justificada por el cambio al trazo de la carretera en Zacacoapan en una extensión de 1.260 km, así como la premura en la terminación de las obras.


Pero las obras no han resuelto el riesgo de más derrumbes, pues además de que ya se registraron los primeros deslaves, el nuevo tramo representa una curva pronunciada, incluso de mayor peligro que el resto, de las que está repleta la “carretera de la muerte”.


Según una tarjeta informativa, la SCT construye además en Eloxochitlán un muro de contención, un asentamiento y recuperación de medio cuerpo del tramo del kilómetro 7+150 al kilómetro 7+300, en la localidad de Zacacoapan.


Se levanta además un muro de contención y extracción de derrumbe en el tramo del kilómetro 12+100 al kilómetro 12+160, en la localidad de Xonotipan de Juárez; un muro de contención y extracción de derrumbe en el tramo del kilómetro 7+500 al kilómetro 7+560, en la localidad de Zacacoapan.


También, aseguran que realizan una extracción de derrumbe, muro de contención y firme de concreto (hidráulico) en el tramo del kilómetro 16+000 al kilómetro 16+160, en la localidad de El Crucero.


Empero, en la inspección realizada sólo se pudo observar a personal de la dependencia realizando trabajos de bacheo y en el resto del tramo se registran más deslaves, baches y tramos que en ocasiones se tornan intransitables por el deterioro del asfalto.

 

Recordatorio
de la tragedia


Los restos del camión de la ruta Tlacotepec-Tehuacán que fue sepultado el pasado 4 de julio, permanecen a tan sólo unos metros de las cruces de quienes ese día acaecieron en el accidente. Ninguna autoridad se ha responsabilizado en llevarse el latón retorcido y oxidado del vehículo del que aún emana el olor a muerte.


Vehículos de la misma ruta transitan a diario a tan sólo unos metros, por lo que estos restos se convierten en un recordatorio latente de la tragedia que cobró la vida de sus familiares o vecinos.


Su presencia es una muestra más de la desidia del gobierno marinista, ya que los vehículos de volteo podrían en tan sólo un día alejar la chatarra que aún genera dolor y despierta el horror de los deudos.


A los vehículos les toma más de un minuto subir por la pendiente de rocas y tierra del camino rural alterno. Es tiempo suficiente para observar la batería del camión, el único resto del accidente que fue rescatado prácticamente intacto.


Frente a las piedras de más de una tonelada del derrumbe, pueden contarse más de 23 cruces de los 32 muertos. Las mechas de las veladoras han dejado de alumbrar debido a la lluvia constante que comenzó a caer desde el mes pasado.


Es cuestión de tiempo para que vuelvan a prenderse, ya que cada mes los familiares realizan misas. El cuatro de cada mes, acuden con el sacerdote de la comunidad a recordar a sus muertos.


Zacacoapan no es desde hace un año, una comunidad más de Eloxochitlán, el paraje que implica una curva pronunciada en el camino dejó de ser inhóspito ante la presencia de las piedras amontonadas que dan cuenta del cerro desgajado, de la muerte y de la fe. Todo agrupado en menos de un kilómetro cuadrado.

 

Aurelia Barbosa y su esposo Miguel Martínez, advierten del miedo que tienen por perder a otro ser querido, pues señalan las malas condiciones de la carretera y los caminos rurales que dan acceso a su comunidad, Xonotipan. Aún recuerdan que el año pasado en circunstancias similares, perdieron a su hijo Alejo, mientras viajaba a Tehuacán por medicinas para atender el padecimiento de su madre, enferma de la presión.

 

 


 
 
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