Los Zetas atentaron vs el subprocurador


Así lo reconocieron en sus declaraciones los sicarios de Tlapanalá


Fuentes de primer nivel de la Procuraduría General de Justicia (PGJ) hicieron llegar a CAMBIO las declaraciones de los dos detenidos, identificados como Juan José Olivares Torres o Juan Carlos Garza Martínez, alias “El Tizoc”, y Aurelio Xolo Goscón o Javier Ríos Ponciano, alias “El Congo”


Edmundo Velázquez

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Declaraciones ministeriales de dos de los ocho sicarios detenidos en Tlapanalá confirman que el atentado en contra de Víctor Pérez Dorantes fue perpetrado por una célula del brazo armado del cártel del Golfo, una vez que el subprocurador se negó a cooperar con ellos y rehusó una entrevista con sus mensajeros.


Fuentes de primer nivel de la Procuraduría General de Justicia (PGJ) hicieron llegar a Cambio las declaraciones de los dos detenidos, identificados como Juan José Olivares Torres o Juan Carlos Garza Martínez, alias “El Tizoc”, y Aurelio Xolo Goscón o Javier Ríos Ponciano, alias “El Congo”.


Cabe decir que los documentos entregados presentan tachaduras en los nombres de los implicados en la averiguación previa número 973/2008/IZMAT/PGJP/DIEDO-1 y solamente puede identificarse el nombre de los dos sicarios y el del propio procurador. Según los detalles de “El Congo” y “El Tizoc”, el subprocurador fue buscado en varias ocasiones para que “los apoyara”, para que ellos intentaran cooptarlo a cambio de una buena cantidad de dinero y así pudieran “trabajar tranquilamente”. La negativa de Pérez Dorantes provocó el enojo del comandante de los sicarios en Puebla y a la postre desató el atentado en que fueron heridos los dos escoltas del funcionario.


Entre el documento puede leerse que cada uno de los integrantes de la célula cumplía con distintas funciones. Los dos eran segundos comandantes de quien “es dueño de la plaza”, personaje de mayor poder entre todos los que componen la célula que opera en el estado.


También en la banda se ubican posiciones como “Halcón”, “Ventana” y “Barrendero”, en la cuales los integrantes escalaban bajo la confianza de su primer comandante y dueño de la plaza, la cual ya trabajaban a inicios del 2008 en municipios del estado como Izúcar de Matamoros, Atlixco y la ciudad de Puebla.

La declaración de los sicarios
La declaración de los sicarios de Tlapanalá / Da click para agrandar

 

La historia de “El Congo”


Por su experiencia de más de nueve años en el Ejército Mexicano y al menos tres más como Policía Judicial en Puebla, “El Congo” fue elevado de “barrendero” a “comandante segundo”.


Su nombre verdadero es Aurelio Xolo Gascón pero también usó el de Javier Ríos Ponciano. Es originario de San Andrés Tuxtla, Veracruz, dejó a principios del 2008 un trabajo como policía privado debido a la mala e impuntual paga. Percibía dos mil pesos como uniformado de la Corporación Lince, hasta que se cansó y renunció.


Así que aburrido de buscar trabajo, “El Congo” se sentaba todos los días en la esquina de Reforma y 11 Sur, justo en las bancas ubicadas en El Gallito, “pa’ ver qué salía”. El puesto de sicario lo consiguió casi por casualidad, como relata en la declaración que dio a la Dirección de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (DIEDO) después de haber sido rescatado de ser linchado por los pobladores de Tlapanalá:


“A mediados del mes de febrero del 2008 aproximadamente a las dos de la tarde ahí donde me sentaba llegó un sujeto, que se sentó a mi lado derecho de donde me encontraba. Me preguntó que cómo me llamaba, además me preguntó que en qué trabajaba, a lo que le contesté que había renunciado a mi trabajo en una empresa de seguridad privada porque ganaba dos mil pesos quincenales y no era puntual la paga. Él me dijo que me podía ayudar cuidando una fábrica por dos mil pesos, pero a la semana”, relata “El Congo” en el documento.


El exjudicial intercambió números de celular con el sujeto al que vio “de buen vestir” y “muy recto”. A la semana le marcó y ese mismo sujeto le mandó seis mil pesos, vía Elektra, para que se trasladara a Matamoros, Tamaulipas en autobús, donde tendría su tan anhelado trabajo.


En la terminal de Matamoros lo esperó un sujeto más, alto, fornido, rubio y vestido de vaquero, quien sin presentarse lo subió a una Suburban que también movilizaba a otros dos tipos. Estos dos amagaron al “Congo”, le cubrieron de los ojos y le explicaron cuál sería su trabajo:


“Vas a ser ‘barrendero’. Vas a vigilar una propiedad y todos los días vas a estar revisando quién sube y quién baja, nos vas a decir quién vende droga, quién hace negocios chuecos. Esos informes nos ayudarán a que nosotros nos hagamos cargo de ellos”, le dijeron los nuevos compañeros al “Congo”.


Después de dos horas de vueltas por Matamoros a Aurelio Xolo lo dejaron en el centro de la población asignado a una fábrica, pasaba el día afuera barriendo y así observaba lo que pasaba.


En una ocasión tuvo suerte y reportó un operativo de militares que sirvió a sus compañeros a escapar. Como premio tuvo una entrevista con otro personaje en la capital de Puebla, el comandante a cargo de la plaza, a quien reconoció porque ambos trabajaron juntos en la Policía Municipal de Atlixco en los años ochenta y como judiciales a mediados de los años noventa.

La declaración de los sicarios de Tlapanalá / Da click para agrandar


Ambos tuvieron una reunión en el restaurante La Vaca Negra de Plaza San Pedro a mediados de febrero, donde se le informó que por su experiencia dentro de la Policía Judicial y la milicia ascendería a comandante segundo de la plaza y tendría por encargo hablar con aquellos que pudieran ayudar a la célula en Puebla.

 

“Será mejor matarlo”


En la declaración de “El Congo” se habla de cómo junto con su compañero “El Tizoc” debatió en ocasiones por el apoyo que buscarían con el subprocurador de Averiguaciones Previas y Control de Procesos:


“Aproximadamente hace quince días al estar en el hotel de Izúcar de Matamoros, me dijo ‘El Tizoc’ que iba a ver a subprocurador y al director de la Policía Judicial para que se arreglaran y para que cuando tuvieran un detenido de nosotros lo dejaran ir y además los dejaran trabajar libremente, haciéndose los que estaban investigando pero no habían logrado nada.”


Según “El Congo”, su compañero estaba inseguro de que Pérez Dorantes “le entrara”, por lo que él mejor le recomendó “eliminarlo”:


“… además de que me dijo que lo iba a pensar mucho debido a que ya le habían dicho unos comandantes de la Policía Judicial  que el subprocurador estaba trabajando duro contra la delincuencia y que por este motivo se les iba a ser difícil que nos siguieran apoyando por lo que iban a ver qué era lo más conveniente, si eliminarlo o trata de hablar con él para comprarlo, pero que dudaban de que fuera a aceptar, por lo que le recomendé que lo mejor era entonces que fuéramos a matarlo.”

 

El atentado


Por su parte, Juan José Olivares Torres o Juan Carlos Garza Martínez, mejor conocido como “El Tizoc” no revela muchos detalles personales en su declaración ministerial, en la que únicamente se especifica que es de Nuevo Laredo, Tamaulipas.


En su versión, “El Tizoc” asegura que su compañero “El Congo” sería el encargado de buscar directamente a Víctor Pérez Dorantes y que probó suerte dos días antes del atentado:


“… sé que ‘El Congo’, el día miércoles 13 de agosto del año dos mil ocho como a las once de la mañana fue a las oficinas del subprocurador de Averiguaciones Previas y Control de Procesos de la Procuraduría General de Justicia de Puebla para pedir audiencia y poder hablar con él para ver si también jalaba con nosotros ya que iba a por órdenes del comandante pero no le fue concedida la audiencia.”


Tras fallar y dar la noticia al jefe de la banda, éste montó en cólera y se mantuvo molesto con sus esbirros, incluso no volvió a hablar del tema hasta que llamó al celular de “El Tizoc” el mismo viernes.


“… hasta que el día viernes 15 de agosto como a las diez de la noche me habló a mi celular y me preguntó en dónde estaba. A lo que le dije que estaba en Izúcar de Matamoros para ver lo de las tienditas de droga. También me dijo que ya tenía un tiro bien puesto en contra del subprocurador de Averiguaciones Previas y Control de Procesos de la Procuraduría General de Justicia de Puebla, para que le bajara de huevos y aceptara dar una audiencia al ‘Congo’ para que decirle que jalara con nosotros…”


El sicario asegura que en esa noche fue que el comandante participó en el atentado contra el subprocurador, ya que les llamó para saber si se encontraban en la ciudad de Puebla puesto que los necesitaría:


“… por eso estoy seguro de que el comandante nos necesitaba con urgencia a su lado, pero los que tirotearon al carro rojo de los escoltas del subprocurador fueron el mismo comandante con ayuda de su gente (…) debió de haber usado sus carros, entre los que sé que tiene una camioneta Liberty color negra, una RAM de color negra con vidrios polarizados, una camioneta tipo Durango de color azul oscuro, un Audi de color negro, un Stratus de color gris y un Cirrus de color gris”, detalla “El Tizoc”. Aquí coincide el detalle de vehículos como un Chevrolet Stratus y la camioneta Jeep Liberty usados en el atentado, según las primeras versiones dadas a conocer del hecho.


Luego del ataque contra Pérez Dorantes los sicarios recibieron un regaño más del comandante, quien aseguró que aún buscarían herir al funcionario en otra ocasión:


“… ese mismo día nos regañó y nos dijo que íbamos a darle un escarmiento a ese hijo de su puta madre para que vea de qué gente se trata, que no nos andamos por las ramas sino que vamos directo al grano o lo quitamos del camino para seguir trabajando como queramos…”, finaliza la versión de “El Tizoc”.

 


Trasladan a los ocho
sicarios fuera de Puebla

 

La madrugada del sábado en un operativo en el que participó exclusivamente personal de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), fueron movilizados los ocho sicarios detenidos en Tlapanalá.


De acuerdo a fuentes del gabinete de Seguridad del Gobierno de Puebla, el destino de los detenidos fue el penal del Altiplano en Almoloya de Juárez. Para el traslado fueron necesarios al menos 50 integrantes de la SIEDO y para la confidencialidad del operativo, las autoridades poblanas se enteraron vía oficio, ya que los sicarios se encontraban en su nueva morada.


Hasta el cierre de la edición, Cambio intentó confirmar la versión con la Secretaría de Seguridad Pública y Vialidad Estatal así como en la Dirección de Centros de Readaptación Social, pero en ninguna dependencia confirmaron los datos.

 

 

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