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La votación de la reforma fiscal en la Cámara de Diputados y esta semana en el Senado estuvo y estará contaminada por la lucha interna entre dos grupos y algunas tribus pululando a sus alrededores. Cuando menos hasta 2015 el PAN no será una oposición sino un grupo de tribus que medirán sus votos por asuntos internos y no por el sentido de las iniciativas.
El problema de fondo radica en identificar a los protagonistas de la disputa por el PAN y las razones. Se trata de la decisión de Gustavo Madero de echar fuera a Vicente Fox y a Felipe Calderón no tanto por errores u omisiones sino porque los dos presidentes de la república que tuvo el PAN quieren ser etiquetados de responsables de la derrota del 2012.
Pero el problema es otro, aunque algunos panistas no quieren aprender de sus propias experiencias. La posible candidatura de Josefina Vázquez Mota a la presidencia del partido sólo va a reproducir los errores de la campaña del 2012, comenzando por el hecho de que su nominación fue por votación abierta y los panistas eligieron a una candidata sin estrategia y sin saber aprovechar sus ventajas. Por tanto, el PAN ya debería haber entendido que la votación abierta puede ser democrática pero no siempre la democracia fortalece al partido.
Ante el cambio de comité ejecutivo, el PAN, por si fueran poco sus errores propios, podría estar también reproduciendo errores ajenos: las crisis internas del PRI en el 2000-2006 y el PRD 2006-2012. Luego de la derrota del 2000, el PRI cayó en manos de Roberto Madrazo, quien quiso ser candidato y perdió ante el dedazo colateral de Zedillo a favor de Francisco Labastida, luego operó el partido para su propia nominación en el 2006 y dividió al PRI hasta llevarlo a la derrota.
Desde el 2006 López Obrador desdeñó al PRD, lo marginó de la campaña y luego de ser derrotado decidió irse fuera a fundar su partido, aunque mañosamente dejando en el partido a una tribu lopezobradorista que se ha quedado a reventar internamente el partido para favorecer la huida de militantes al movimiento del tabasqueño.
En un momento clave para las reformas por la existencia del Pacto por México que el PAN firmó, la disputa entre panistas por nuevos dirigentes ha llevado al partido a convertirse --en la votación fiscal-- en una oposición obstruccionista, filibustera, muy parecida al Tea Party de los republicanos, por sus razones más políticas que técnicas, intransitable y sin razonamiento político. Un ejemplo podría sonar hasta ridículo: la oposición enérgica del PAN al IVA a alimentos para perros, cuando la reforma gubernamental podría tener temas de mayor trascendencia.
La precandidatura de Vázquez Mota a la presidencia del PAN va a llevar al partido a una revisión in situ de la derrota presidencial de una candidata que perdió en el 2012 la brújula, no supo construir una campaña y llevó al partido al tercer sitio electoral. El anticalderonismo en el PAN representa un factor de división, no de unidad y por lo pronto llevaría al partido al punto de concluir si en el 2012 perdió Calderón con una candidata que no eligió o perdió el PAN y Vázquez Mota por una candidatura elegida por voto popular.
Si al PAN le urgía terminar el problema del 2012, Madero se ha dedicado a hurgar en la herida, la candidatura de Vázquez Mota será el recordatorio de que el PAN no pudo mantener la presidencia y el partido será una confederación de tribus igualita a la que ha hundido al PRD en la ineficacia.