Friday, 29 de March de 2024


+ Poniatowska y el pajarito de Chávez + Fue un premio para López Obrador




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Dicen algunas crónicas de pasillo que el jurado del Premio Cervantes de España recibió la visita de Hugo Chávez en forma de pajarito para decidir a favor de Elena Poniatowska.

Porque la argumentación para premiar la obra de la princesa Helene Elizabeth Louise Amelie Paula Dolores Poniatowski Amor, heredera del reino de Polonia, se ajustó a la decisión de Hugo Chávez en el 2007 para otorgarle a Elena Poniatowska el Premio Rómulo Gallegos en base a “la maravilla de escritura la de Elena”.

En una fiesta amenizada por mariachis, con el propio Chávez como cantante principal --cómo iba a perderse esa oportunidad--, el entonces presidente de Venezuela contó su experiencia como lector de la prosa de Poniatowska:

“Qué maravilla de escritura la de Elena. Yo subrayé anoche algunos párrafos extraordinarios (de la novela El tren pasa primero, ganadora del Gallegos)”, dijo, y citó uno en especial: “los rostros desencajados de quienes no habían pegado el ojo en toda la noche…”.

Si ése fue el párrafo de la prosa deslumbrante de Poniatowska que sacudió los sentimientos del jefe de la revolución bolivariana, entonces el jurado del Cervantes recibió la visita del pajarito de Chávez.

La obra más citada de Poniatowska, La noche de Tlatelolco, fue adelgazando sus posibilidades cuando entró en conflicto con el escritor Luis González de Alba en 1997, pues parte de los testimonios los mal copió sin crédito de la novela Los días y los años, que González de Alba escribió en Lecumberri. El debate sobre este asunto llevó a la censura de González de Alba en La Jornada por presión de Carlos Monsiváis y su despido del diario del que era fundador y copropietario. El debate se extendió a nexos en octubre y noviembre de 1997.

Poniatowska se ha movido en el ambiente de las mafias de escritores. Una de ellas fue seguida, en ficción, por el escritor Enrique Serna y la llevó al papel en 1995 en el libro El miedo a los animales, una divertida e irónica novela policiaca en el ambiente de intelectuales: un periodista se ve inculpado por un asesinato que no cometió, acudió a la protección de Elena Poniatowska que en la ficción se llama Palmira Jackson y la exhibió como jefa de una perversa mafia literaria.

De sus últimos libros militantes como periodista promotora de López Obrador, Poniatowska circuló en el 2007 una mediocre, personal, desorientada y sin gracia crónica del plantón del tabasqueño en el zócalo, decepcionada porque la derrota del candidato perredista le impidió ser nada menos que Ministra de Cultura, la Malraux mexicana.

Letras Libres publicó en agosto de 2007 una reseña muy completa de Rafael Lemus www.letraslibres.com/revista/libros/amanecer-en-el-zocalo-de-elena-poniatowska, que retrata en las últimas líneas el perfil de la escritora como periodista política en el plantón:

No se descubre nada si se dice que Poniatowska es esencialmente ingenua. De hecho, se dice poco si nada más se afirma eso: su comportamiento raya a veces --como ha notado Luis González de Alba-- con el cinismo. Ser cándido podría ser, al fin y al cabo, una ventaja: en medio de los políticos profesionales, el ingenuo podría exponer sin cautela cosas que aquéllos no ventilan. Pero Elena no dice nada. No a López Obrador, con quien se encuentra --según su propio testimonio-- sólo un puñado de veces, y tampoco a los lectores. Curiosamente, oculta la información más importante. Una y otra vez apunta que las personas en la calle la reconocen, la abrazan, la besan, pero nada revela sobre sus escasas reuniones a puerta cerrada con AMLO y su equipo. Poniatowska gasta sus días en el Zócalo para arribar a esto: “[Andrés Manuel] Es el hombre más besado y abrazado de México. No entiendo cómo todavía le quedan mejillas”.

 

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