Friday, 29 de March de 2024


+ Reforma energética: reforma de Estado + El verdadero debate: tiempos históricos




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Conocido ya el dictamen de la reforma energética aprobado por el PRI y el PN y la alianza López Obrador-Cárdenas-PRD en contra, el verdadero debate tiene cuando menos tres consideraciones:

1.- Tiempo histórico. Lázaro Cárdenas expropio el petróleo en la lógica de su proyecto socialista y como respuesta del Estado a la arrogancia de las compañías petroleras al no respetar un laudo laboral y no reconocer la autoridad del presidente de la república. Por eso el propio Cárdenas, antes de terminar su sexenio, abrió el petróleo a empresas privadas, una vez liquidado el proyecto socialista. El México de 2013 es otro y el desafío radica en usar el petróleo como detonador del desarrollo.

 

 

2.- Reforma del Estado y modelo de desarrollo. La reforma petrolera no contempla la privatización del petróleo porque el recurso constitucionalmente seguirá siendo propiedad de la nación. Eso sí, la reforma debe construir un nuevo Estado con funciones rectoras más estrictas y tareas reguladoras también muy severas. Como no se va a privatizar el petróleo, el fracaso en los hechos de la reforma es que no detone la actividad económica. Y la reforma energética debe llevar unida la definición de un nuevo modelo de desarrollo que se base, como en los años del “milagro mexicano” de los sesentas, en una economía mixta conducida por el Estado.

 

 

3.- La reorganización del petróleo debe ver el México del futuro, el escenario  2015-2050. Las exigencias sociales están muy claras: bienestar, desarrollo, empleo, disminución de la pobreza, reactivación de la producción de alimentos, nueva planta industrial nacional. Hasta ahora, los planes nacionales de desarrollo han sido retóricos, de filosofía nacionalista, pero ajenos a definiciones claras de lo que deba hacerse en el campo y en la industria para reactivar el producto interno bruto a tasas superiores a 6% sin desequilibrios macroeconómicos. Hasta ahora, el debate ha sido sobre la propiedad del petróleo y no sobre su utilización para una nueva fase de actividad económica.

 

 

La clave de la expropiación petrolera estuvo en el proyecto político e ideológico del presidente Cárdenas: la educación socialista, la hegemonía del Estado, el sometimiento empresarial, la corporativización de la sociedad y del partido y el rechazo a la inversión extranjera. El partido oficial pasó de Nacional Revolucionario callista a Partido de la Revolución Mexicana con la corporativización de los sectores obrero, campesino, popular y militar como pilares del sistema político.

 

 

La propuesta López Obrador-Cárdenas-PRD se agota en la propiedad del petróleo que no va a variar y en el regreso del Estado propietario y productor que fracasó en los setenta. Lo que le faltaría a la propuesta del presidente Peña Nieto y el PRI sería un plan de desarrollo nuevo y ajustado no sólo a los recursos que llegarán a las arcas nacionales sino a la necesidad de planta industrial nacional para la expansión de la producción.

 

 

La posición de López Obrador-Cárdenas-PRD es filibustera, obstruccionista: el tabasqueño aspira a ser el Lázaro Cárdenas del siglo XXI, Cárdenas hará hasta lo imposible para mantener viva la memoria política e histórica de su padre y el PRD chuchista sólo va a robalear conforme al sentido de las corrientes del río revuelto porque en el fondo había acordado apoyar la propuesta del presidente Peña Nieto pero los caudillos se le atravesaron.

 

 

La hora de la reforma madre ya llegó. Y el dilema aparece muy claro: poner a trabajar el petróleo con la apertura a inversiones que el Estado no tiene ni tendrá o dejarlo en el subsuelo y usar las torres de petróleo como el nopal de las caricaturas que pintan al mexicano dormido bajo su sombrero campesino.

 

 

 

 

 

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