Alto de 25 metros, el árbol proviene de una región localizada en la frontera entre Alemania y la República Checa y fue donado como gesto de “cercanía espiritual y amistad” entre Alemania y la Santa Sede, explicó Francisco.
Se trata de un homenaje a su predecesor, Benedicto XVI, quien renunció este año al cargo y reside alejado del mundanal ruido en una residencia dentro del Vaticano.
Para la primera Navidad que el papa argentino presidirá en San Pedro, fue instalado también un pesebre, fabricado por un artesano napolitano, cuya sencillez quiere ser un elogio al estilo simple y directo del papa latinoamericano, quien no ha modificado la tradicional programación en el Vaticano de las celebraciones por el nacimiento de Jesús.
Con su visita el sábado pasado a la Plaza de España en Roma para orar ante la Virgen se inauguraron oficialmente las fiestas navideñas.
El papa prepara la Navidad con meditaciones sobre san Francisco de Asís, la pobreza de Cristo y la santidad como camino para reformar la Iglesia.
Francisco recordó que la Navidad no es sólo el recuerdo de un acontecimiento histórico sino un momento especial para encontrar a Jesús y una ocasión para ayudar a los que padecen necesidades.