Friday, 29 de March de 2024


El autismo político




Escrito por  Irma Sánchez
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Apenas hace una semana se celebró la Jornada mundial del autismo y pese a que los científicos digan que “el autismo es detectable los tres primeros años de vida”, no han sido capaces de descubrir que hay un tipo de autismo que lo adquieren los adultos cuando se deciden a construir una carrera política exitosa.

Se trata de un padecimiento que de alguna forma desencadena una epidemia y que nos afecta y nos hace sus víctimas, no a los que se infectan de él, sino a la totalidad de los mexicanos.

 

 

El político autista disfruta su mundo.

 

 

Quien lo padece puede estar ante una multitud que grita y manotea, y el autista ni se entera.

 

 

Está visto que no hay vacuna ni tratamiento preventivo para atacarlo o contrarrestarlo.

 

 

Al autista se le trata de llevar a dinámicas que lo interrelacionen con las personas que están en su entorno y éste rehuye, sólo ve y se mantiene ajeno como si no tuviera la capacidad de escuchar.

 

 

Qué pena que este país esté gobernado por las víctimas de esta enfermedad, que no se enteran de lo que pasa y las que pasan sus gobernados, como por ejemplo con los famosos gasolinazos mensuales que mes con mes desencadenan una burbuja inflacionaria que los autistas no localizan, porque en su mundo no pagan el supermercado, no compran despensa, no pagan gasolina y cuando salen, de la chequera oficial quedan cubiertos sus gastos de transporte, alojamiento, alimentos, con lo que ellos ni se enteran del valor de las cosas.

 

 

¡Dichosos!

 

 

A diferencia de cualquiera de nosotros, los gobernados que enfrentamos cada mes el aborrecido gasolinazo y la obligada re etiquetación de todos los productos.

 

 

Si usted tiene la oportunidad de ir a las tiendas el día o al otro día de un gasolinazo, va a descubrir a una cuadrilla de empleados re etiquetando, cambiando los precios, como el caso de los refrescos que el mismo sábado encarecieron de 80 centavos hasta un peso con 50.

 

 

Con estos ajustes definitivamente no hay salario que alcance y, por el contrario, cada día alcanza para menos y lleva a todas sus víctimas a un fenómeno de em-po-bre-ci mien- to, pese a la lucha de prepararse y echarle todas las ganas para salir adelante con decoro, como se lo sugirieron cuando tenían que ponerle ganas al estudio y a las tareas escolares.

 

 

Lo terrible es que los salarios permanecen inamovibles frente a los gasolinazos y sus efectos, con lo cual queda claro el deterioro del poder adquisitivo y lo peor es que muy pronto habrá a quien el salario sólo le alcance para pagar la gasolina, mientras los autistas se mantienen en su nube, ajenos al resto del mundo, disfrutando lo que sus víctimas tributan para sostenerlos.

 

 

¿A qué conducirá este padecimiento?

 

 

Es una incógnita, mientras se recrudece el reacomodo de los mexicanos, en pobres y cada vez ¡más pobres! frente a unas cuantas familias indispensables para acumular las fortunas que a la sombra del poder conforman los autistas en un trabajo hormiga, que día con día amasan con unos cuantos cómplices y a la vista de todos.

 

 

Pobre México que se quedó con el cuerno y los autistas le saquearon su abundancia que en la escuela nos enseñaron.

 

 

Y por si fuera poco, ahora nuestros representantes populares se erigen en la voz y defensores de los permisionarios del transporte a nombre de quienes proponen encarecer un peso la tarifa.

 

 

¿Para eso eligió usted a su representante popular?

 

 

¡Cuidado!

 

 

¿O acaso en su campaña ofreció encarecer lo que podría estar a su alcance?

 

 

Consciente de que el costo de operación del transporte también se ha disparado y que nada han hecho los permisionarios por mejorar el servicio que ofrecen.

 

 

 

 

 

 

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