Wednesday, 08 de May de 2024


Más cruel imposible




Escrito por  Irma Sánchez
foto autor
Qué vía crucis tuvo que vivir a lo largo de 10 días Elia Tamayo, la madre del José Luis Tehuatlie Tamayo, con su hijo herido, sangrando, inconsciente primero y después en una cama de cuidados intensivos de un hospital, donde le habían informado que el menor ya tenía muerte cerebral y, finalmente, por oídas de los suyos le dijeron que “habían dicho en la radio” que su hijo había muerto.

Noticia ante la cual, sin fuerzas, llegó al nosocomio y sólo le avisaron que el cuerpo ya había sido trasladado a la morgue.

 

 

¿Se imagina usted los minutos vividos por esta infeliz mujer a la que al llegar al hospital le dispararon interminables términos que en su vida había escuchado, de los que sólo entendió que su hijo había muerto y que el cuerpo ya no estaba ahí?

 

 

Con el mundo encima, Elia, apoyada por gente a la que antes de este capitulo de su vida jamás había visto, lloró y lloró sin fuerzas, con coraje, impotente, sin un peso en la mano y con la desesperación natural de querer abrazar por última vez el cuerpo de su hijo ya sin vida.

 

 

¡Qué momentos!

 

 

¿Por qué?

 

 

Elia, acompañada por personas de su población y por otros, fue llevada a la morgue para reconocer el cadáver de su pequeño, al que no ha dejado de llorar desde el día de los acontecimientos.

 

 

¿Por qué tanta crueldad en este episodio de la historia?

 

 

Si los médicos, las enfermeras y las trabajadoras sociales están familiarizados con la muerte, y son profesionales de su trabajo, también deben entender que el paciente al que ven en una cama de hospital como un número, para sus familiares no es sólo eso, es un ser querido, de carne y hueso igual que ellos, con sentimientos.

 

 

Las personas no están acostumbradas al desprendimiento de un ser tan querido e importante en sus vidas, pero sobre todo cuando se trata de una madre y en este caso cuando se han vivido momentos llenos de violencia psicológica, de presiones, de amenazas.

 

 

La historia no tiene vuelta de hoja.

 

 

Los acontecimientos quedaron así.

 

 

Una criatura perdió la vida.

 

 

Para Elia Tamayo la vida no volverá a ser igual.

 

 

Y lo peor es que para ella la pesadilla no ha terminado por las secuelas del caso.

 

 

Caso que, por cierto, cuando rebasa la capacidad de operación de las autoridades se jura que “ya se politizó”, evadiendo responsabilidades y buscando más culpables.

 

 

Lo que usted opine es considerado como un nuevo leño a la hoguera.

 

 

Prohibido opinar.

 

 

Prohibido pensar.

 

 

Y también hay que prohibir la indolencia, la incomunicación.

 

 

Todo esto en el marco de una capital que lanza señales de progreso, de avance, de desarrollo que enorgullecen, pero afrentan con capítulos como el de Chalchihuapan, y como en otro momento fueron los acontecimientos de Canoa, de Pantepec, entre otros que han quedado par la vergüenza en la historia.

 

 

 

 

 

 

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