Ninguno cumple con su función esencial que es la de formar cuadros políticos, cuadros que sirvan para desempeñarse con eficiencia y honestidad, en puestos de elección popular, o en puestos de servicio público en dependencias administrativas.
En 1939, cuando se fundó el Partido Acción Nacional, su fundador don Manuel Gómez Morín, uno de los intelectuales más destacados del siglo XX, dijo que los partidos deberían ser “escuelas de política”. Ninguno, ni Acción Nacional, lo ha sido. Los que más se han acercado a esa idea son el Revolucionario Institucional y desde luego el antiguo Partido Comunista Mexicano, que durante algún tiempo formó cuadros que fueron verdaderos profesionales de la política.
El PRI ha tenido por épocas escuelas de cuadros. Con el poblano Guillermo Deloya como director de capacitación en el comité nacional se ha revivido esa idea abandonada desde la llegada de la tecnocracia al poder.
Al convertirse el Partido Comunista en partido electoral, que ahora ostenta las siglas del PRD, la capacitación política desapareció por completo.
CON LA TECNOCRACIA PRIISTA SE ABANDONARON las ideologías y se entró de lleno en la era del pragmatismo político. Los partidos, todos, fueron abarrotados de oportunistas que buscaban sólo el dinero, la impunidad, la notoriedad. Se hacían alianzas sin ton ni son como esa del PAN y PRD, que en condiciones normales serían partidos ideológicamente antagónicos y ya en la práctica, aliados para vencer al PRI.
Una vez integrado un congreso local o federal los panistas abandonarían al PRD, su aliado electoral, y se aliarían al PRI, para llevar al triunfo propuestas conjuntas de derecha, corriente a la que siempre ha pertenecido Acción Nacional y a la que se ha acercado, desde la tecnocracia, el Revolucionario Institucional.
La confusión entre los ciudadanos no se ha hecho esperar y el desprestigio de los políticos y de los partidos a los que pertenecen, tampoco.
Lo que estamos viviendo es consecuencia de todo eso, de la descomposición moral de partidos y militantes de los mismos. De la incongruencia de los políticos y de sus partidos.
Acción Nacional se pasó más de medio siglo criticando al PRI por la corrupción, por la ineficiencia, por la demagogia, por todo, y ellos proclamaban su honestidad, su eficiencia y amor a la verdad. Cuando llegaron al poder fueron más deshonestos que los priistas, no sólo ineficientes, sino torpes en el ejercicio del poder y demagogos como el que más.
La descomposición política y moral del régimen empezó a aumentar con los gobiernos tecnocráticos del PRI y creció con los dos gobiernos panistas, que no sólo no practicaron las virtudes cívicas y patrióticas que decían poseer, sino que gobernaron sin tener capacidad para ello.
No hay que olvidar que Vicente Fox desapareció el organismo encargado de recabar y concentrar la información política tan necesaria a un gobierno para actuar con eficacia y que se negaba a ser resguardado por el Estado Mayor Presidencial.
En el primer caso logró su propósito y el Estado mexicano quedó completamente desprotegido en un flanco muy importante. En el segundo, el EMP se impuso, con base en la ley y queriendo o no, tuvo que aceptar la protección que se brinda a todo gobernante mexicano.
La ignorancia política y la soberbia fueron las características de Felipe Calderón que inició una sangrienta y costosísima guerra contra el narcotráfico, que todavía continúa y que ya está extendida por todo el país.
Lo que está viviendo México con el caso Iguala, en Guerrero, es consecuencia de todo lo anterior.
No estamos defendiendo al actual presidente Enrique Peña Nieto, a quien se culpa de todo. Una situación tan dramática como la que está pasando el país, no se construye de la noche a la mañana. Tiene antecedentes. La descomposición social, la ruptura del tejido social, el exponencial aumento de la pobreza y del desempleo, el aumento de la impunidad, de la corrupción, la desorganización de las estructuras gubernamentales que parecen no dar una, en fin, todo el trágico panorama que observamos, se vino desarrollando desde el cambio de la política económica, del abandono de la política social y del inicio de una guerra sin estrategia, sin elementos capacitados para llevarla a cabo.
Recomponer las cosas no es tarea fácil y no puede lograrse rápidamente. Hay expertos que dicen que por lo menos se requerirán 20 años.
El error del gobierno de Peña Nieto es el de no hablar claro desde el inicio de su gestión y no hacerlo hasta la fecha. No explicar las condiciones en que encontró al país y el trabajo que requeriría recomponerlo todo.
El error de su partido, el PRI, es no entender lo que pasó y lo que está pasando. Los priistas sólo saben elogiar al presidente y eso en estos momentos, no lo ayuda en nada. No saben defenderlo con argumentos válidos y entendibles para todos. Sólo hablan de la ya desaparecida Alianza por México y de las reformas logradas, que según ellos, nos colocan en la plataforma de lanzamiento hacia el primer mundo, lo mismo que dijeron con Salinas y con Zedillo y lo mismo de lo que hablaban los panistas en los gobiernos de Fox y Calderón.
Pero el problema de Guerrero ya se les está saliendo de las manos y se hace necesaria una acción enérgica del gobierno de la República para recuperar el control. La violencia no se combate con violencia, pero sí con la aplicación firme de la ley y eso es lo que esperan todos los mexicanos.
PASANDO A OTRA COSA, LOS ANTORCHISTAS están felices por los logros de sus diputados federales, Soraya Córdova y Lisandro Campos, gestionaron y lograron un presupuesto de 20 millones de pesos para la reconstrucción de la carretera Tepexi de Rodríguez, municipio que gobiernan, que lo une con Huehuetlán El Grande, y otro de 8 millones para reconstruir el camino de Teopantlán con Huehuetlán. Tienen un programa de reconstrucción de caminos para el sur del estado, muy necesario.
Enviamos nuestro sincero pésame al capitán y abogado Melchor Fernández Merino, por el sentido fallecimiento de su señora madre doña Celestina Merino Campos. El deceso ocurrió la semana pasada en Nueva York, Estados Unidos y el sepelio tuvo lugar en esta capital (Valle de los Ángeles) el domingo pasado. Doña Celestina tenía al morir 101 años de edad.