Friday, 19 de April de 2024


El declive del megalómano: la ruptura Moreno Valle-Madero




Escrito por  Arturo Rueda
foto autor
El gobernador poblano se quedó en el peor de los mundos: creyó que Madero sería su títere, y ahora están enfrentados. Creyó que la estructura maderista ya respondía a sus intereses, y resulta que sólo responden a Madero. Creyó que podía empezar a construir una estructura nacional, pero ni siquiera pudo imponer a los presidentes del PAN de Tlaxcala y Veracruz, pues la militancia local se rebeló ante la injerencia de los poblanos.

En la historia del mundo, la megalomanía del poder conduce siempre al mismo lugar: un alejamiento progresivo de la realidad provocado por un síndrome de infalibilidad e imbatibilidad. En algún punto, el poderoso se siente invencible, incapaz de cometer equivocaciones. En ese mismo punto, comienza la caída provocada por la soberbia. El Hombre de las decisiones geniales, insuperables y únicas, da paso a un hombrecillo torpe, cuasi ilógico y con poco sentido de la estrategia. El megalómano, en su punto más alto de extravío, se siente por encima de las alianzas coyunturales que lo llevaron al poder. Las rompe o desprecia, y muy pronto se coloca en situación de inferioridad ante los que eran sus ex compañeros de armas.

 

 

Es en la lógica del declive del megalómano es que puede entenderse el presente y futuro de Moreno Valle en la escalera del poder, producto de su ceguera para reconocer que los frentes abiertos se multiplican y las alianzas ya son escasas. No solamente se trata de la crisis de gobernabilidad en la entidad que se cristalizó con el caso Chalchihuapan y la muerte del menor Tehuatlie. Tampoco el resolutivo inminente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) con el que Raúl Plascencia Villanueva quiere justificar su reelección, así como sus nuevas atribuciones constitucionales para interponer denuncias penales. Ya ni siquiera se trata del hecho que Gobernación federal haya relevado de facto a Luis Maldonado Venegas de sus funciones y lo haya obligado a negociar con los grupos opositores.

 

 

El nuevo frente de Moreno Valle vive en aquello que creyó su mayor fortaleza, que a la vez, es su mayor engaño: el Góber Bala dio todo por reelegir a Gustavo Madero como presidente del CEN panista pensando que sería un escalón más rumbo a la candidatura presidencial de 2018. En otras palabras, que la estructura maderista pasaría a ser su estructura propia y Madero un lacayo de sus intereses. Nunca calculó, ni siquiera llegó a imaginarse que fue Madero quien lo utilizó a él para sus propios fines: construir su candidatura presidencial sobre el dinero y la capacidad operativa del gobierno de Puebla.

 

 

Mayor ingenuidad, imposible. Si la traición es el componente fundamental de la política, Madero dio una respuesta muy política a la voracidad morenovallista de servirse del CEN panista para sus fines propios. En el momento más álgido de la crisis mediática del caso Chalchihuapan, el CEN negó un respaldo abierto: diputados y senadores le pidieron al Góber Bala esperar los peritajes de la PGR, que nunca llegaron. El propio Madero rechazó una defensa abierta del poblano y solamente pidió castigo para los culpables. Ni una palabra para Moreno Valle, su financiero y operador.

 

 

La caída de Luis Alberto Villareal provocada por el videoescándalo de las teiboleras terminó de abrir todas las heridas. Al relevo del guanajuatense como coordinador de la fracción panista en San Lázaro, Moreno Valle se sintió con capacidad de imponer a uno de sus fieles, pasando por alto que se trata de una decisión exclusiva del presidente del CEN. Mandó a cabildear a Rafael Micalco y a Blanca Jiménez, pero su verdadera carta era Aurora Aguilar, a quien ni siquiera pudo llevar a la presidencia del PAN en Tlaxcala pues perdió la contienda interna.

 

 

Gustavo Madero se impuso y nombró a José Isabel Trejo, el famoso Chabelo. Pero en acto de osadía, Marcelo García Almaguer difundió que Aurora Aguilar había sido designada como vicecoordinadora de la fracción. Es decir, que el morenovallismo no había perdido el lance, sino que había avanzado al acaparar la segunda posición en importancia del grupo parlamentario.

 

 

Pues bien: el nombramiento de Aurora Aguilar como vicecoordinadora nunca ocurrió. El morenovallismo no avanzó nada, y por el contrario, terminaron de tensar la cuerda con Gustavo Madero que ya abrió sus verdaderas intenciones: construir su propia candidatura presidencial al 2018 a través de la coordinación parlamentaria en San Lázaro el próximo año. En otras palabras, no va a dejar pasar a Moreno Valle. El andamiaje reeleccionista le sirvió a él, sólo a él, y si el poblano pensó otra cosa, sin duda fue una ingenuidad producto de su mala lectura de las fuerzas regionales del PAN.

 

 

El gobernador poblano se quedó en el peor de los mundos: creyó que Madero sería su títere, y ahora están enfrentados. Creyó que la estructura maderista ya respondía a sus intereses, y resulta que sólo responden a Madero. Creyó que podía empezar a construir una estructura nacional, pero ni siquiera pudo imponer a los presidentes del PAN de Tlaxcala y Veracruz, pues la militancia local se rebeló ante la injerencia de los poblanos.

 

 

Por si fuera poco, la otra facción a la que traicionó no puede verlo ni en pintura: Ernesto Cordero dijo que era el PAN de Madero y de Moreno Valle el de los escándalos. El ex presidente Felipe Calderón, quien también fue traicionado por el poblano, dijo que le apenaba la situación de su partido.

 

 

Total, Moreno Valle le dio la vuelta al mundo para llegar al mismo lugar: en realidad se trata de un advenedizo en el PAN. Un ex priista en el que nadie confía y que no tiene estructura propia. Se sintió el nuevo dueño del albiazul, rompió alianzas con personajes —como Jorge Manzanera— a los que creyó ya no necesitaba. Hoy sus enemigos al interior del PAN —y al exterior— se agolpan en su puerta ante la mirada complaciente del gobierno federal.

 

 

El desenlace del divorcio Madero-Moreno Valle todavía está lejos. El presidente del PAN tendrá que pedir licencia definitiva y la Comisión Permanente Nacional, que domina Madero, designará a un incondicional. ¿Qué va a hacer el Góber Bala? Luego vendrá la definición de las candidaturas plurinominales rumbo a la elección federal de 2015. Mientras, habrá que ver lo que ocurre con Marcelo García y Eukid Castañón, quienes de tener oficina en el CEN cualquier día de estos los regresan para Puebla en su Estrella Roja. El jefe del PAN es Gustavo Madero. Y no se va a dejar.

 

 

La buena estrella del Góber Bala se apaga, se apaga.

 

 

 

Valora este artículo
(0 votos)
comments powered by Disqus