Wednesday, 24 de April de 2024


Cholula ya nunca podrá ser como Teotihuacán, El Tajín o Chichen Itzá




Escrito por  Arturo Rueda
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El proyecto morenovallista del Parque de las Siete Culturas o Intermunicipal incluía la dignificación de las áreas aledañas a una de nuestras joyas arqueológicas, la Pirámide de Cholula. Joya sí, pero que no ha podido ser explotada como una industria turística que dé sustento a la economía hiperlocal, así como mejores condiciones de vida a sus habitantes. El objetivo pues, era que Cholula se pareciera más a Teotihuacán o a Chichen Itzá, que al tiradero de autos y pastizales que es hoy.

El notable historiador John Womack Jr, en su clásico libro sobre Emilio Zapata ventiló una de las tesis más polémicas para entender el carácter nacional: afirmó que en México, especialmente sus campesinos, eran uno de esos pocos pueblos que hacían revoluciones para “no cambiar”. Es decir, que mientras en el resto del mundo se hicieron revueltas en nombre del progreso, aquí se tomaban las armas para preservar la tradición, el statu quo y la inmovilidad social. Tesis semejante puede aplicarse al movimiento de Cholula que, a partir de hoy, seguramente cantará como victoria la prudente decisión de cancelar las expropiaciones en los terrenos aledaños a la Pirámide. Ganaron, pues, los que se negaron a cambiar. Los que apostaron por “dejar las cosas como están”. Muy triste.

 

 

En efecto, los propietarios de los predios tomaron las armas contra el proyecto morenovallista del Parque de las Siete Culturas o Intermunicipal, que incluía la dignificación de las áreas aledañas a una de nuestra joyas arqueológicas, la Pirámide de Cholula. Joya sí, pero que no ha podido ser explotada como una industria turística que dé sustento a la economía hiperlocal, así como mejores condiciones de vida a sus habitantes. El objetivo pues, era que Cholula se pareciera más a Teotihuacán o a Chichen Itzá, que al tiradero de autos y pastizales que es hoy.

 

 

El movimiento #CholulaDigna hizo la Revolución para no cambiar. Los propietarios se apertrecharon y los más, contrataron los servicios jurídicos de vivales como Adán Xicale, célebre autor intelectual del secuestro del periférico y que hoy duerme en la cárcel. El movimiento, además, manipuló las creencias religiosas de los cholultecas, a quienes hicieron coco wash con el argumento de que sus procesiones ya no podrían pasar por el nuevo parque, por lo que ya no podrían llegar a la cúspide donde se encuentra la iglesia de Los Remedios.

 

 

El movimiento se mantuvo en lucha por casi dos meses. En este tiempo, los ediles de San Pedro Cholula y San Andrés, antes de ser aliados eficientes en la negociación con los dueños de los predios, se convirtieron en lastres por su soberbia. Ambos zoquetes, José Juan Espinosa y Leo Paisano, incendiaron la pradera de la revuelta social, al grado de que poco faltó para que los lincharan. Espinosa se dio el lujo de depreciar el valor catastral de los terrenos para pagar menos a los propietarios, tenía la intención de hacer una negociación ventajosa. Y Paisano, luego de sacar del polígono de la expropiación la casa de sus papás, engañó una y otra vez al movimiento con falsas promesas de revertir el decreto de expropiación.

 

 

La estulticia de ambos ediles se conjugó con lo que ayer Carlos Loret de Mola definió como el México Murder que acabó con el México Moment. El país, literalmente, es una olla a punto de estallar desde Tlatlaya e Iguala. La desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, la estupidez de Ángel Aguirre, la incapacidad de la PGR para encontrarlos, la conexión con estudiantes y grupos radicales, la aparición de fosas comunes, han formado un coctel explosivo en el que cualquier movimiento social, hipotéticamente, puede derivar en hechos lamentables.

 

 

Por eso se entiende la decisión prudente de Moreno Valle de cancelar el Parque Intermunicipal o de las Siete Culturas y ordenar a los ediles José Juan Espinosa y Leo Paisano asumir el costo de revertir las expropiaciones. Ya lo eran, pero confirman que son los payasos de las cachetadas. Aunque los radicales ya habían perdido poder de convocatoria tras el secuestro del periférico, nunca se sabe hasta dónde podría escalar el conflicto. Mejor, parar a tiempo antes que otro Chalchihuapan.

 

 

La prudencia, sin embargo, también es una lamentable claudicación a un proyecto necesario para que la Gran Pirámide de Cholula pueda ocupar el sitio de privilegio que merece entre las joyas arqueológicas de nuestro país. Aunque el proyecto del tren turístico se mantiene, junto con el museo de sitio en el ex psiquiátrico, los turistas van a llegar a un área sin dignidad. El sueño de que Cholula se convirtiera en una zona arqueológica como Teotihuacán, El Tajín o Chichen Itzá, simplemente, ya no podrá ser.

 

 

Ganaron la revolución los que tomaron las armas para que nada cambiara alrededor de la Gran Pirámide de Cholula. Perdimos todos los demás poblanos.

 

 

 

 

 

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