Saturday, 20 de April de 2024


Fracasó la andanada vs Esparza: ya hay Consejo Universitario en la BUAP




Escrito por  Arturo Rueda
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Su objetivo era desestabilizar la vida interna de la BUAP en el marco de la renovación del Consejo Universitario para que, ante la incapacidad “evidente” de los nuevos operadores del rector, y sobre todo el fracaso de los nuevos métodos, los viejos operadores fueran llamados de urgencia para calmar las aguas, y con ellos regresarían los viejos métodos de acallar conciencias con maletines de dinero y apagar voluntades de los estudiantes con ríos de alcohol

La andanada que enfrentó durante semanas el rector Alfonso Esparza Ortiz no tenía otro objetivo que enrarecer la vida institucional de la máxima casa de estudios con motivo de la renovación del Consejo Universitario. A eso se dedicaron los resentidos, emisarios de un pasado que no debe volver a la BUAP. No existe proceso de reformas sin tensiones, y tampoco sin agraviados en poderosos intereses que buscan la coyuntura idónea para cobrar facturas. Puestos a elegir entre la BUAP corrupta pero estable de Enrique Agüera, contra la inestabilidad de las últimas semanas generada por la restauración de la legalidad perdida, me quedo con esta última. Para tranquilidad de Puebla, la pequeña temporada en el infierno que le tocó vivir a Esparza Ortiz termina hoy con la renovación de un Consejo Universitario.

 

 

Fueron tantos los que medraron con la universidad pública en la última década, que parece imposible identificar a los autores del golpeteo que llegó a extremos inauditos, como aventar un “halconazo” en medio de la noche contra los integrantes del Colectivo Universitario por la Educación Popular (CUEP). Pero la ofensiva arrancó hace un mes con la detención de tres estudiantes en el marco de la gira presidencial para inaugurar el Hospital para el Niño Poblano. Por más de un mes, Esparza fue un rector bajo fuego, pero sobrevivió.

 

 

El periodista Zeus Muníve desenmascaró a uno de los emisarios del pasado que armaron el golpeteo contra Esparza para sumirlo en una crisis política y mediática: el famoso César Bermúdez Olivier, alias “el Gallo”, todoterreno de Guillermo Nares, ex mandamás de la Facultad de Derecho. Ambos no perdonan su obligada salida de la nueva BUAP, donde no tenían espacio para despacharse a lo grande como lo hicieron en la vieja BUAP. Pacientes, esperaron el momento oportuno para dar el golpe. Y como no llegaba, al viejo estilo echeverrista, lo generaron.

 

 

Su objetivo era desestabilizar la vida interna de la BUAP en el marco de la renovación del Consejo Universitario para que, ante la incapacidad “evidente” de los nuevos operadores del rector, y sobre todo el fracaso de los nuevos métodos, los viejos operadores fueran llamados de urgencia para calmar las aguas, y con ellos regresarían los viejos métodos de acallar conciencias con maletines de dinero y apagar voluntades de los estudiantes con ríos de alcohol.

 

 

Pero ni los viejos operadores, ni los viejos métodos, regresaron. Esparza Ortiz prefirió aguantar la andanada antes que dar pasos atrás en la modernización de la BUAP, y específicamente, en su retorno a la legalidad de su vida interna. De entrada, demostró que la administración central tuvo un papel proactivo en la defensa de los tres estudiantes detenidos en la gira presidencial. Y tras el “halconazo” en el zócalo que dejó varios descalabrados del CUEP, se apersonó junto con la plana mayor de la universidad en la PGJ para entrevistarse con Carrancá y exigir una investigación a fondo. Fallaron los que trataron de relacionarlo con un “halconazo” en pleno siglo XXI.

 

 

Al golpeteo generado por los emisarios del pasado Gallo-Nares debe sumarse la actitud crítica de algunos medios de comunicación que extrañan el dinero negro que les enviaba el ex rector. Estos medios, beneficiarios por años del agüerismo y sus adláteres, fueron metidos en cintura con una política simple pero mortífera: ningún dinero de la BUAP saldría en maletines, sino todo amparado con factura. Este hecho, que parece normal para cualquier tipo de empresario, no lo es para algunos periodistas que golpetearon a Esparza para volver al viejo método. Se equivocaron.

 

 

El punto culminante de la estrategia de golpeteo llegó con la marcha del jueves pasado: no más de 100 muchachos recorrieron las calles desde Ciudad Universitaria al zócalo. Aunque algunos asistieron de buena fe, sus consignas no resisten el menor análisis: con Esparza la BUAP ha dejado de ser autónoma al entregarse al gobernador Moreno Valle. ¿Y a poco lo fue con Agüera, quien hizo simbiosis con el marinismo y después con el morenovallismo? ¿Entonces no hubo críticas incendiarias? ¿Y con los Dogers? Si algunos de estos estudiantes buscan ser tomados en serio, primero deberían tener más rigor en sus categorías analíticas.

 

 

Por supuesto que en este proceso también hubo errores del equipo esparzista, especialmente falta de reflejos en materia de comunicación. También hay rumores de cierta cerrazón de René Valdiviezo y sus operadores. Pero con todos esos fallos hay un razonamiento contundente: los viejos operadores resolvían todo a punta de billetazos. Billetazos generados por la corrupción, con los que se apagaban las críticas externas y se silenciaba el disenso interno.

 

 

Al retornar la BUAP al camino de la legalidad, Esparza Ortiz conocía los retos que enfrentaría al cerrar los caminos del dinero negro que por años inoculó a los universitarios. Pero el terremoto pasó sin que se movieran los cimientos de la nueva BUAP: transparencia, licitaciones y respeto al Consejo Universitario como máximo órgano decisor. 

 

 

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