Friday, 29 de March de 2024


Las razones de la caída de Jorge David en la BUAP




Escrito por  Arturo Rueda
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Desde su pequeña ínsula, Jorge David siguió cometiendo excesos de todo tipo, especialmente con Carla, su paraíso personal y dolor de cabeza al mismo tiempo. Se sintió igual que el rector, y rechazó trabajar en equipo con la nueva camada de funcionarios. Y sobre todo, siempre que el rector lo necesitaba para encomendarle algún proyecto, el vicerrector no estaba disponible para él

Para los escépticos —que todavía los había— sobre el estilo personal de gobernar de Alfonso Esparza Ortiz en la BUAP, la renuncia contundente de Jorge David Cortés a la Vicerrectoría de Extensión y Difusión de la Cultura es una llamada de atención sobre las profundas transformaciones que se avecinan en la máxima casa de estudios, no sólo de forma sino de fondo. Uno de los pocos supervivientes del cataclismo agüerista desaprovechó la mano generosa que le tendió el rector para incorporarlo a su equipo. No solamente quiso continuar con una agenda propia, como si la competencia por la rectoría no la hubiera ganado Esparza Ortiz desde hace casi un año y todavía fueran rivales. Su problema fue que quiso hacer de la Vicerrectoría una Ínsula Autónoma de Poder al interior de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

 

 

El miércoles pasado, el rector Esparza Ortiz visitó la Facultad de Economía, en donde hay académicos e investigadores muy críticos. Para su sorpresa, recibió una gran cantidad de felicitaciones por haberse deshecho de Jorge David Cortés, censurado al interior y al exterior de la universidad porque nunca abandonó la adicción a la vida “lujosa” que aprendió a tener con el agüerismo. Lujos, por supuesto, pagados con el erario universitario.

 

 

En efecto: sin una carrera como docente universitario, Jorge David entró al tobogán de la vida loca agüerista, primero como coordinador de la campaña de Enrique Agüera y más tarde como director de Comunicación Social a lo largo de los ochos años del periodo. Responsable directo del Ciso y sus encuestas, eso le permitió el acceso con los grupos de poder, primero marinista y luego morenovallista. Tanto roce le hizo pensar que podía ser un candidato viable a la rectoría para sustituir a Agüera, pues reunía todos los requisitos. Arrancó una competencia interna con Alfonso Esparza en la que no faltaron los golpes bajos.

 

 

Al mismo tiempo que levantaba sus castillos en el aire, Jorge David conoció las bondades del presupuesto. Siguiendo el ejemplo del jefe, se asoció con el periodista Alejandro Rodríguez para traer la franquicia mexicana de la exitosa revista Campaings & Elections que, por supuesto, empezó a recibir cantidades ingentes de publicidad universitaria, pese a que su temática hace referencia a la consultoría y el marketing electoral. Como director de Comunicación Social también hizo buen negocio en la asignación de la publicidad a revistas “de sociales” y portales de noticias inexistentes, pese a que el beneficio social era nulo.

 

 

En esos años agüeristas Jorge David tomó afición por los viajes, la ropa cara y los residenciales, siempre en compañía de su “asistente” Carla Herrera. La precisión que en varias encuestas mostró el Ciso lo empoderó más, aunque él no era responsable del éxito, sino del grupo interno de académicos que tomaron el testigo de Rigoberto Benítez.

 

 

En la hora de la verdad, Enrique Agüera se decidió por Alfonso Esparza Ortiz como la opción más madura para conducir a la BUAP en una nueva etapa. Jorge David perdió la carrera, pero en un acto de astucia, descartó abandonar la universidad para ir a ayudar a su ex benefactor, a quien dejó tirado para granjearse un lugar en el nuevo rectorado. Y aunque el grupo esparzista lo vio con resquemor, el rector le dio toda la confianza.

 

 

Pero Jorge David no entendió la multitud de mensajes y hechos que Esparza Ortiz lanzó a la comunidad para renovar la vida universitaria. Un mensaje que tiene su parte fundamental en la austeridad económica, pues los recursos deben dirigirse hacia el bien social de los estudiantes y los académicos, antes que para construir estilos de vida estrafalarios y ganar posicionamiento hacia afuera de la institución.

 

 

Desde su pequeña ínsula, Jorge David siguió cometiendo excesos de todo tipo, especialmente con Carla, su paraíso personal y dolor de cabeza al mismo tiempo. Se sintió igual que el rector, y rechazó trabajar en equipo con la nueva camada de funcionarios. Tenía agenda propia con los medios, e insistió en seguir financiando a Campaingn & Elections para darle una vuelta al dinero. Y sobre todo, siempre que el rector lo necesitaba para encomendarle algún proyecto, el vicerrector no estaba disponible para él. Con esa cachaza. O andaba viajando o atendiendo a Carla.

 

 

Rector en la BUAP sólo hay uno y se llama Alfonso Esparza, quien decidió extirpar a uno de los agüeristas supervivientes que quiso cambiar y no pudo. En algún lugar, su ex benefactor y Damián Hernández rieron a tambor batiente con su despido.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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